A diferencia de la Marina de EE.UU., que recientemente abrió sus archivos sobre el tema, la Fuerza Aérea se ha resistido a liberar lo que sabe sobre los ovnis. En un nuevo artículo, esta actitud ha sido altamente cuestionada por uno de los hombres responsables de destapar la olla ufológica en tiempos modernos: Christopher Mellon.

Aquellos que siguen nuestras publicaciones seguro saben quién es, pero para refrescar memorias, basta con decir que se trata del ex subsecretario adjunto de Defensa para Inteligencia en las administraciones de Clinton y George W. Bush y más tarde para Operaciones de Seguridad e Información. Pero lo que más aplica para el presente texto es que fue uno de los responsables de filtrar los célebres videos ovni de la Marina al New York Times.

Ahora, Mellon ha destacado una rivalidad dentro del servicio con su última crítica a la Fuerza Aérea (USAF); y lo hizo en un extenso artículo publicado en The Debrief, intitulado Why is the Air Force AWOL on the UAP Issue? (¿Por qué la Fuerza Aérea se ausentó sin permiso en el tema UAP?).

El ex funcionario es reconocido por haber presionado y seguir presionando al Congreso para una mayor transparencia sobre los fenómenos aéreos no identificados (UAPs), y para él vapulear públicamente a una rama de servicio completa es un gran problema —no lo haría si no se lo mereciera—.

De hecho, ha llegado a refutar las afirmaciones hechas por Susan Gough del Departamento de Defensa de que «todos los departamentos militares toman cualquier incursión de aeronaves no autorizadas... muy en serio». Según Mellon, la USAF contribuyó con muy pocos —si es que con alguno— de los 144 informes mencionados en el Informe Preliminar sobre Fenómenos Aéreos No Identificados presentado al Congreso el año pasado. En cambio, los datos provinieron mayormente de la Marina (USN).

La Fuerza con más juguetes

Las conclusiones del artículo reciente son muchas. Hay un palo para todos. Pero lo que se destaca claramente es todos los activos disponibles que tiene la USAF para recopilar datos sobre UAPs. Según enumera Mellon:

  • El sistema de radar de matriz en fase de estado sólido (SSPARS).
  • La Red Global de Monitoreo Acústico de Infrasonido.
  • La Red de Vigilancia Espacial de EE.UU.
  • La Red infrarroja basada en el espacio.
  • Los conjuntos de radares electrónicamente activos (AESA).
  • El radar de largo alcance de la FAA que alimenta a NORAD
  • Y, por supuesto, cualquier otro sistema negro de vigilancia.

Lo que esto significa entonces es que si algún grupo sabe qué son esos objetos anómalos que pululan en los cielos de la Tierra, tiene que ser el que tiene los mejores «juguetes» —los que compraron con miles y miles de millones de inversiones sostenidas durante décadas—. Esa sería la Fuerza Aérea de los EE.UU.

Christopher Mellon.

Sin embargo, en los últimos años, la USAF se ha retirado y ha dejado que la Marina tome la iniciativa en lo que respecta al tema OVNI/UAP. Esto nos lleva a hacernos una pregunta obvia. Si OVNI significa ‘Objeto Volador No Identificado’ y UAP significa ‘Fenómeno Aéreo No Identificado’, ¿por qué escuchamos tanto de la Marina y tan poco de la Fuerza Aérea sobre este tema?

Hay dos respuestas a esto:

  • Tanto OVNI como UAP no alcanzan a describir realmente lo que estamos viendo, es decir, objetos que parecen ser «transmedios», capaces de operar en el espacio, la atmósfera y los mares. En muchos casos, se trata de OSNIs, ‘Objetos submarinos no identificados’.
  • Al parecer, la Marina actualmente está mucho más abierta al concepto de transparencia que la Fuerza Aérea, probablemente porque su misión global la ha puesto en contacto con estos objetos con más frecuencia que las otras ramas del servicio. La transparencia, debe señalarse, es un concepto muy diferente a tener una posición pública frente al pueblo estadounidense. La Fuerza Aérea lo ha intentado antes, mientras que la Marina parece nueva en el juego.

Lección de historia

Uno de los informes clasificados más jugosos fue escrito por la USAF en septiembre de 1947, solo dos meses después de su creación, cuando se le pidió al general de la Fuerza Aérea Nathan Twining y su equipo en el Comando de Material Aéreo que llegaran al fondo del asunto de los «platillos voladores».

El resultado fue un interesante memorando secreto que fue entregado al general de brigada George Schulgen, jefe de la División de Requisitos de Inteligencia Aérea del Pentágono. La conclusión era lapidaria: «El fenómeno reportado ES REAL, no algo idealista o ficticio».

¿Suena familiar? Debería. El «Informe preliminar UAP» del 25 de junio de 2021 establece algo similar: «La mayoría de los UAPs informados probablemente representan objetos físicos dado que se registraron a través de múltiples sensores, que incluyen radar, infrarrojos, electro-ópticos, buscadores de armas y observación visual».

En un lenguaje más claro, el memorando de Twining continúa especificando lo que estos dispositivos son capaces de hacer: «Las características operativas informadas, como tasas extremas de ascenso, maniobrabilidad y acciones consideradas evasivas al momento de avistamiento… dan fe de la posibilidad de que algunos de los objetos se controlen de forma manual, automática o remota».

El general enumeró varias descripciones comunes de ovnis. Por ejemplo, detallaba que eran silenciosos, tenían una superficie metálica o que reflejaban la luz, no dejaban estela, tenían forma circular o elíptica y, a menudo, tenían la parte inferior plana. Muchas descripciones indicaron una cúpula en la parte superior. Varios informes, asimismo, indicaron que volaban en formación.

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Entonces, lo que es más importante, esta evaluación de tres páginas no era Nathan Twining volando solo con sus creencias sobre los platillos voladores, sino la opinión consensuada de las mejores y más brillantes mentes sobre el tema que la Fuerza Aérea de los EE.UU. tenía para ofrecer.

Por último, y para ampliar un poco el contexto, es menester no dejar pasar la fecha de este memorando. Fue escrito pocos meses después de lo sucedido en Roswell. Y aquí surge un hecho que, como mínimo, es llamativo. El 8 de julio de 1947 —exactamente el mismo día en que la base aérea de Roswell emitió un comunicado de prensa que decía que tenían un platillo volador en su poder (algo que descartaron como un globo meteorológico solo cinco horas después)—, Twining canceló un viaje programado a la costa oeste. Y lo hizo «por un asunto muy importante y repentino». Parece que aunque se pensó que estaba en Washington, D.C., los registros de viaje muestran que en realidad hizo un viaje a Nuevo México, donde permaneció hasta el 10 de julio...

Una contradicción de 75 años

Como bien podemos concluir, en el pasado la USAF estableció claramente que los ovnis —ahora los desestigmatizados UAPs— eran muy reales. El problema, por supuesto, es que dicha evaluación no fue compartida con el pueblo estadounidense. Lo que obtuvieron fue una dieta constante de ofuscación, desorientación, negación y una gran dosis de estigma. Si pensabas que habías visto un platillo volador o un ovni, estabas borracho, drogado, loco o eras un mentiroso —cuando no un pésimo testigo que no sabe lo que ve (la favorita de los escépticos sabelotodo)—.

Por supuesto, detrás de escena, los generales de la Fuerza Aérea continuaron investigando a puertas cerradas por medio de varios proyectos, como Sign y Grudge.

La negación y el secretismo era tal que hasta después de explícitos avistamientos de ovnis sobre el propio Capitolio en el verano de 1952, la línea de la USAF siguió igual de recalcitrante. Todo podía explicarse acudiendo a extrañas condiciones climáticas.

No obstante, la presión pública llevó a la creación de un proyecto más abierto: el Proyecto Blue Book. Por medio de este —de 1952 a 1969— tomaron informes por miles, explicaron tantos como pudieron con razonamientos a menudo descabellados y luego, cuando tuvieron suficiente de todo eso, crearon una comisión, el Informe Condon, para llegar a la conclusión de que no había nada que ver aquí, y luego cerraron el proyecto.

Vale la pena señalar que durante este mismo período, fueron los ex líderes de la Marina quienes ayudaron a establecer el Comité Nacional de Investigación de Fenómenos Aéreos (NICAP). Sus líderes incluyeron al ex almirante retirado y ex director de la CIA Roscoe Hillenkoetter y al ex almirante retirado Delmer Fahrney, quien había sido jefe de programas de misiles de la Marina.

Como es arriba, es abajo

A lo largo de los años, la mayoría de la gente ha pensado que los océanos están vacíos de todo excepto fuentes de buen sushi, submarinos con armas nucleares que juegan al gato y al ratón, recursos que podemos extraer del lecho marino y un campo de plástico más grande que el estado de Texas. Pero, ¿ovnis que pueden volar dentro y fuera del agua y hacia nuestros cielos? No tanto.

El océano, en virtud de su profundidad y vastedad, define la incognoscibilidad. El dicho de que sabemos más sobre la superficie de la Luna o incluso de Marte que sobre el fondo de los océanos de la Tierra es probablemente cierto. Considerando esto, ¿podrían los UAPs originarse en todo ese líquido azul frío? Los escépticos podrían decir: «Si estuvieran en el mar, lo sabríamos». Bueno en realidad no. El tamaño importa.

Como lo expresó el escritor de Trail Mark Hammons en una de sus visitas a la madriguera del conejo en la que le gusta vivir: «La gente en general ahora se tranquiliza al saber con certeza —porque se les ha dicho— que no hay nada que ver allá abajo, excepto algunas criaturas marinas de aspecto extraño y mucho lodo. Sin embargo, los relatos persistentemente recurrentes de la Marina de los EE.UU., que pasa una gran cantidad de tiempo sumergida en los mares con equipos de seguimiento altamente sensibles encendidos, apuntan a la existencia de naves no identificadas que están haciendo en el agua lo que hacen los ovnis en los cielos. Sean lo que sean, estas cosas superan dramáticamente a la tecnología humana».

Sin embargo, si ha seguido la historia de los Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP) desde que todo el problema explotó en la portada del New York Times a fines de diciembre de 2017, entonces sabe que es la Marina la que se encuentra con lo desconocido en el aire también. Son los pilotos de la Marina quienes grabaron esos tres videos ahora famosos y quienes han testificado en sesiones informativas clasificadas ante el Congreso.

Curiosamente, cuando salió ese informe de 2021 de la Oficina del Director Nacional de Inteligencia, fue la Marina de los EE.UU. la que proporcionó la gran mayoría, si no todos, los casos sin resolver. La Fuerza Aérea de los EE.UU. desapareció en acción.

Y eso es extraño por otra razón. La Marina informa UAPs en áreas donde realiza ejercicios conjuntos con la USAF, como el área de entrenamiento frente a la costa este de EE.UU. No es que el Ejército del Aire no haya visto nada y toda la acción se la lleve la Marina.

¿Por qué sucede eso? ¿Dónde está la desconexión? ¿Ambos servicios no obtienen su dinero del contribuyente estadounidense? ¿No se supone que ambos deben responder ante el Congreso?

La misión que el Congreso estableció para generar el informe del 25 de junio de 2021 fue que la comunidad de inteligencia recopilara sus datos (que se suponía que provendrían, principalmente, de la Fuerza Aérea y la Marina) e informar sobre los casos de 2004 a 2021. El reporte nombró 144 casos de gran interés y tecnología imposible, de los cuales 143 permanecieron desconocidos. Para las personas que estudian esto, no hay sorpresa.

Lo sorprendente, ahora lo sabemos, es que también parece que esos casos asombrosos y confusos provinieron casi todos de la gente de la Marina.

Pero Mellon afirma que la USAF «en realidad detectó miles de UAP desde 2004 hasta 2021». ¿Su conclusión? «Parece ser poco más que altos mandos de la Fuerza Aérea que se resisten a la supervisión civil del problema de los UAPs». Él piensa que la USAF tiene una cultura de hacer esto.

Ahora, por supuesto, la Ley de Autorización de la Defensa Nacional, aprobada por la Cámara de Representantes y el Senado y promulgada por el presidente Biden, conlleva un lenguaje nuevo y fuerte sobre la necesidad de un informe anual sobre UAPs, el primero de los cuales vence el 31 de octubre de 2022.

Si el Congreso realmente quiere ponerse duro con los hombres del aire, probablemente deberían decirles que necesitan entrar en el juego a lo grande y entregar sus datos. De lo contrario, el Congreso debería simplemente llevar a la Fuerza Aérea a algunas audiencias, mientras también buscan todos esos informes clasificados —los que incluso FOIA pasó por alto— y averiguar qué piensa realmente la Fuerza Aérea sobre el tema OVNI/UAP. Las entradas para esas sesiones legislativas serían como llegar a la línea de cincuenta yardas en el Superbowl.

Mientras tanto, esos Senadores y Representantes van a tener que ir a pescar con la Marina si realmente quieren los hechos. Más por venir…

Por Bryce Zabel. Edición: MP.

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