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A finales del año pasado, los astrónomos reportaron un extraño oscurecimiento de la estrella Betelgeuse, en el hombro de la constelación de Orión, elucubrando con que podría explotar en cualquier momento. Sin embargo, eso no ocurrió y en mayo de este año la estrella volvió a tener la luminosidad habitual. ¿Qué sucedió entonces? Una nueva investigación lo responde.
El estudio apoya una de las hipótesis propuestas con anterioridad para explicar el oscurecimiento: una nube de polvo. Sin embargo, le agrega un nuevo twist, fue la propia Betelgeuse la que generó la nube.
Los astrofísicos estudiaron la estrella en 2019 y 2020 utilizando el legendario telescopio espacial Hubble. Las observaciones revelaron que al principio (noviembre 2019) grandes cantidades de material se movían desde la superficie de ésta hacia su atmósfera exterior a tremendas velocidades —cerca de 320.000 km/h—.
«La estrella perdió el doble de material del que pierde habitualmente hacia el espacio desde su hemisferio sur», escriben los investigadores en el estudio publicado en The Astrophysical Journal. «Este plasma supercaliente, o gas eléctricamente cargado, se enfrió luego de viajar millones de kilómetros desde Betelgeuse, condensándose en granos de polvo que formaron una nube con la capacidad de bloquear la luz».
«Este material era de dos a cuatro veces más luminoso que el brillo normal de la estrella», precisa la autora principal Andrea Dupree, directora asociada del Centro para Astrofísica de la Universidad de Harvard. «Cerca de un mes después, la parte sur de Betelgeuse se oscureció notablemente, por lo que pensamos que es posible que la nube oscura fuera el resultado de la erupción detectada por el Hubble».
Observaciones adicionales del telescopio espacial respaldaron esta interpretación. Los datos de luz ultravioleta mostraron que la atmósfera exterior de la supergigante roja había regresado a la normalidad en febrero de 2020, incluso cuando el oscurecimiento en longitudes de onda visibles continuaba.
Por ahora sigue siendo un misterio qué causó la erupción en los últimos meses de 2019. No obstante, Dupree y el coautor del estudio Klaus Strassmeier, del Instituto Leibniz de Astrofísica en Postdam, Alemania, piensan que probablemente fue inducida por las pulsaciones regulares de Betelgeuse.
La supergigante se expande y contrae en un ciclo de 420 días terrestres. Strassmeier midió la velocidad del gas en la superficie utilizando un telescopio automatizado, y encontró que la erupción ocurrió durante la fase de expansión estelar.
El equipo de Dupree planea seguir estudiando a Betelgeuse con el Hubble, y otros astrónomos harán lo propio para seguir de cerca el desarrollo de la situación —más que interesante en la actualidad considerando que la estrella podría estar llegando al final de sus días—.
«Nadie sabe lo que una estrella hace antes de explotar y volverse una supernova, porque nunca fue observado. Los astrónomos han visto estrellas tal vez un año antes de que se transformaran en supernovas, pero nunca días o semanas antes de que sucediera», concluye la autora principal.
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1 comentario
11:41
Al observarla hoy, estaríamos viendo algo que sucedió no en 2019, sino cientos o miles de años atrás dada la distancia de nuestro planeta con la de la estrella, una de la constelación de Orion. Quizás hoy ya no exista.
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