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El Homo naledi, la especie de homínido descubierto hace cinco años, pudo haber tenido un cerebro muy pequeño, pero con una organización similar a la del humano moderno que le permitió, entre otras cosas, desarrollar un lenguaje.
Los investigadores reconstruyeron las huellas de la forma del cerebro de Homo naledi (lo que se llama endocastos) a partir de una extraordinaria colección de fragmentos de cráneos de al menos cinco individuos adultos. Uno de ellos tenía una huella muy clara de los pliegues cerebrales en la superficie del lóbulo frontal izquierdo del cerebro.
La anatomía del lóbulo frontal de naledi ha resultado ser similar a la de los humanos, y muy diferente de los grandes simios. Otros miembros de nuestro género, desde Homo erectus hasta Homo habilis y los «hobbits» de cerebro pequeño, Homo floresiensis, también compartían esas características del lóbulo frontal con los seres humanos. Pero parientes anteriores, como el antiguo Australopithecus africanus, tenían una forma mucho más simiesca en esta parte del cerebro, lo que sugiere que los cambios funcionales en esta región del cerebro surgieron con los Homo.
«Es muy pronto para especular sobre el lenguaje o la comunicación en Homo naledi —dice el coautor del estudio publicado esta semana en PNAS, Shawn Hurst—, pero hoy el lenguaje humano se basa en esta región del cerebro».
La parte posterior del cerebro también se parecía más al nuestro en comparación con el de homininos más primitivos como los australopitecos. Los cerebros humanos suelen ser asimétricos, con el lado izquierdo desplazado hacia adelante en relación con el derecho. El equipo encontró signos de esta asimetría en uno de los fragmentos de un cráneo naledi más completo. También halló indicios de que el área visual del cerebro, en la parte posterior de la corteza, era relativamente más pequeña en estos homínidos que en los chimpancés, otro rasgo similar a los humanos.
Los cerebros grandes eran costosos para los ancestros humanos, y algunas especies pudieron haber pagado esos costes con dietas más ricas, la caza y la recolección, y una infancia más larga. Pero ese escenario no parece funcionar bien para Homo naledi, que tenía las manos adecuadas para la fabricación de herramientas, piernas largas, pies humanos y dientes que sugerían una dieta de alta calidad. Según el coautor del estudio, John Hawks, uno podría atribuir el cerebro nadeli al Homo habilis, de hace dos millones de años, pero resulta que el suyo era más grande.
En este sentido, los investigadores creen que los nadeli pudieron compartir algunas conductas con nosotros, como la fabricación de herramientas, a pesar de tener un cerebro de tamaño mucho más pequeño —con el volumen de una pinta de cerveza—. Lee Berger, coautor del artículo, cree que el reconocimiento de esa complejidad tendrá un impacto significativo en el estudio de la arqueología africana. «Los arqueólogos han asumido demasiado rápido que las complejas industrias de herramientas de piedra fueron creadas por humanos modernos. Como naledi se encuentra en el sur de África, al mismo tiempo y en el mismo lugar en que surgió la industria de la Edad de Piedra, tal vez hemos estado contando la historia equivocada todo este tiempo».
Fuente: PNAS. Edición: ABC.
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