La huella dactilar más antigua del mundo podría demostrar que los neandertales creaban arte

Un equipo de arqueólogos y expertos forenses ha descubierto lo que podría ser la huella dactilar humana más antigua jamás registrada, impresa en una piedra en forma de rostro hace aproximadamente 43.000 años por un neandertal en el centro de España. Este hallazgo, publicado en la revista Archaeological and Anthropological Sciences, sugiere que los neandertales eran capaces de realizar actos simbólicos y artísticos mucho antes de lo que se pensaba.

A la derecha, imagen dermatoglífica obtenida mediante el análisis multiespectral del punto rojo (izquierda). Crédito: D. Álvarez-Alonso et al. Archaeological and Anthropological Sciences, 2025.

El descubrimiento tuvo lugar en julio de 2022 durante una excavación en el abrigo rocoso de San Lázaro, en las afueras de Segovia, cuando los investigadores encontraron un guijarro de granito de más de 20 centímetros con una forma inusualmente antropomorfa y una llamativa marca de ocre rojo justo donde estaría la nariz de un rostro.

«Cuando lo vimos, todos pensamos lo mismo: “Parece una cara”», relató David Álvarez Alonso, arqueólogo de la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, no bastaba con una impresión visual. La clave estaba en una mancha rojiza de pigmento, cuidadosamente colocada entre las hendiduras que podrían interpretarse como ojos y boca.

Tras un análisis minucioso y la colaboración de la policía científica, se confirmó que el pigmento contenía óxidos de hierro y minerales arcillosos —materiales ausentes en la cueva y su entorno inmediato—, y que la marca había sido realizada de forma intencional con la yema de un dedo humano, probablemente de un adulto varón.

¡Wilsooooon!

El hallazgo representa no solo la huella digital completa más antigua conocida, sino también una posible forma temprana de arte portátil europeo. La piedra habría sido elegida no por su utilidad como herramienta, sino por su forma y significado simbólico, un fenómeno conocido como pareidolia, en el que se reconocen formas familiares —como caras— en objetos inanimados.

A. El objeto antes de ser completamente excavado. B. Una vez desenterrado, es posible apreciar las tres cavidades principales y la posición central del punto rojo. Crédito: D. Álvarez-Alonso et al. Archaeological and Anthropological Sciences, 2025.

Un ejemplo moderno y conmovedor es el del balón Wilson en la película El Náufrago, donde el protagonista, interpretado por Tom Hanks, proyecta emociones y compañía en un simple objeto al que le ha dibujado un rostro. Tal vez, hace 43.000 años, un neandertal vio algo similar en este guijarro.

«La existencia de la marca plantea interrogantes fundamentales», señaló Álvarez Alonso. «¿Por qué traer este guijarro desde el río a la cueva? ¿Por qué aplicar pigmento rojo en ese punto específico? Todo apunta a una intencionalidad simbólica».

Arte portatil

Los autores sostienen que este objeto es evidencia de procesos cognitivos complejos: concepción mental de una imagen, comunicación deliberada y atribución de significado, cualidades esenciales del arte y del pensamiento simbólico.

A. Vista del refugio rocoso de San Lázaro durante las excavaciones. B. El mismo refugio al concluir la excavación de 2022. Crédito: D. Álvarez-Alonso et al. Archaeological and Anthropological Sciences, 2025.

El hallazgo podría cambiar la visión tradicional sobre la creatividad de los neandertales, quienes desaparecieron hace unos 40.000 años. «Si este mismo objeto con una marca de ocre fuera atribuido a Homo sapiens hace 5.000 años, nadie dudaría en llamarlo arte portátil», afirmó el arqueólogo. «Pero aún persiste un prejuicio respecto a los neandertales y su capacidad artística».

El equipo espera que este descubrimiento reavive el debate sobre la inteligencia y la expresión simbólica de los neandertales. «Alguien, hace mucho tiempo, vio algo especial en este guijarro y le otorgó significado», concluyó Álvarez Alonso. «¿Por qué habría de ver ese rostro de forma distinta a como lo vemos nosotros hoy? Eran humanos también».

Fuente: The Guardian. Edición: MP.