En Assam, India, los arqueólogos han encontrado extrañas vasijas que se agregan a un misterio de larga data.

Vasijas megalíticas en Herakilo. Crédito: Tilok Thakuria.

En cuatro lugares previamente desconocidos, 65 recipientes gigantes de arenisca sobresalen del suelo.

Algunos de estos objetos antiguos son altos y cilíndricos, otros bulbosos o con forma de dos conos apilados juntos. Otros tantos están parcial o casi totalmente enterrados. Se desconoce quién los hizo y para qué sirvieron. Sin embargo, cualquiera que sea su uso, parece estar más extendido de lo que creíamos.

El reciente descubrimiento eleva a 11 el número total de sitios de jarras megalíticas conocidas en Assam. También se han encontrado sitios similares en Laos e Indonesia. Juntos, datan entre el segundo milenio a.C. y el siglo XIII d.C. Los restos humanos encontrados dentro y alrededor de las tinajas de Laos sugieren que esos pueden haber sido utilizados para prácticas mortuorias.

Jarras en el Bajo Chaikam. Crédito: Thakuria et al.

Los sitios de jarras megalíticas en Assam fueron descritos formalmente por primera vez en 1929 por los funcionarios públicos británicos Philip Mills y John Henry Hutton, quienes informaron seis sitios. El séptimo sitio no se descubrió hasta una expedición de 2016-2017 —parte del trabajo para reubicar y catalogar los sitios descritos por Mills y Hutton—.

Dirigido por el arqueólogo Tilok Thakuria de la Universidad North Eastern Hill en India, el trabajo se reinició en 2020, y fue entonces cuando comenzaron a surgir los sitios previamente desconocidos.

«Al principio, el equipo simplemente ingresó para inspeccionar tres sitios grandes que no habían sido explorados formalmente. A partir de ahí, se establecieron cuadrículas para buscar en las regiones circundantes densamente boscosas», cuenta el arqueólogo Nicholas Skopal de la Universidad Nacional de Australia. «Fue entonces cuando comenzamos a encontrar nuevos sitios de jarros».

Nicholas Skopal en uno de los sitios hallados.

Los cuatro nuevos sitios fueron el pueblo de Herakilo, en el que se encontraron 10 tinajas, seis en las afueras y las cuatro restantes reubicadas en el pueblo; una cresta en Thaimodholing, donde se encontraron 12 tinajas muy dañadas; un ramal en Thaimodholing, donde se encontraron ocho tinajas, algunas reubicadas a poca distancia del lugar original, posiblemente debido a la construcción de una carretera; y el Bajo Chaikam, donde se encontraron 35 jarras gigantes en un campo rodeado de un denso bosque.

Cuando se agrega a los siete sitios previamente conocidos, se han identificado un total de 797 vasijas, en varios estados de conservación, en un área de 300 kilómetros cuadrados (115 millas cuadradas). Estas vasijas parecen haber sido colocadas deliberadamente en crestas, estribaciones y colinas, con vistas a las tierras bajas.

Además, los arqueólogos no han encontrado fuentes de la piedra arenisca en la que se tallaron las jarras en las cercanías de ninguno de los sitios.

«Todavía no sabemos quién hizo las jarras gigantes o dónde vivían. Todo es un misterio», admite Skopal.

Crédito: Tilok Thakuria.

No obstante, hay pistas que sugieren que, al igual que las tinajas de Laos, las vasijas de Assam pueden haber sido utilizadas para prácticas mortuorias.

Mills y Hutton informaron que uno de los jarros contenía fragmentos de huesos cremados. La antropóloga británica Ursula Graham Bower vivió con el pueblo Zemi Naga en la década de 1930; según sus informes, los zemíes creían que los cántaros habían sido fabricados con fines funerarios por el pueblo perdido de los siemi.

«Hay historias del pueblo Naga, los grupos étnicos actuales en el noreste de la India, de encontrar los jarros de Assam llenos de restos cremados, cuentas y otros artefactos materiales», señala Skopal.

Es probable que haya muchos más sitios de vasijas en las tierras altas densamente boscosas de Assam, ya que el equipo solo buscó en un área limitada. Esto es muy importante para proteger el patrimonio del lugar, a medida que se expande la población humana. Se justifican así sondeos adicionales con urgencia en Assam, Meghalaya y Manipur, señalan los investigadores.

Jarras en Thaimodholing. Crédito: Thakuria et al.

«Parece que no hay grupos étnicos vivos en la India asociados con los jarros, lo que significa que es importante mantener el patrimonio cultural», dice Skopal. «Cuanto más tardemos en encontrarlos, mayores serán las posibilidades de que sean destruidos, ya que se plantan más cultivos en estas áreas y se talan los bosques».

Encontrar más sitios también podría ayudar a los arqueólogos a reconstruir no solo para qué servían estos recipientes megalíticos, sino también la herencia de las personas misteriosas que los hicieron.

La investigación ha sido publicada en Asian Archaeology.

Fuente: ANU. Edición: MP.

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