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La nueva película protagonizada por Adam Sandler va más allá del universo físico y parece sugerir una conexión con algo que el hinduismo llama Akasha, el fundamento y la esencia de todas las cosas en el mundo material.
NOTA: Este artículo puede contener spoilers menores que, sin embargo, no te impedirán disfrutar de la película ya disponible en Netflix.
Basada en la novela Spaceman in Bohemia (2017) de Jaroslav Kalfař, El Astronauta narra la historia de Jakub, un astronauta checo en un viaje en solitario para investigar y recolectar muestras de Chopra, una misteriosa nube que ha incursionado en nuestro sistema solar y se ha hecho visible desde la Tierra.
Exactamente 189 días después de iniciar su misión y llegar a las afueras de Júpiter donde actualmente se encuentra la susodicha nube, se comunica por radio con su oficial superior, la comisionada Tuma (Isabella Rossellini). Ella le dice: «Este fenómeno ha acechado nuestros cielos durante los últimos cuatro años, y ahora tus imágenes han cautivado al mundo».
La película nunca responde completamente a la gran pregunta sobre qué es la nube, pero Hanuš, un misterioso ser arácnido que aparece en la nave (con la voz de Paul Dano), se refiere a ella como «un grano del Principio». La implicación es el comienzo del universo, pero en la práctica, al examinar la nube Chopra, Jakub se adentra en otro comienzo: el de la relación con su esposa Lenka (Carey Mulligan), quien ha dejado atrás en la Tierra para llevar a cabo esta misión.
La llegada de Hanuš a la nave de Jakub amenaza con socavar el plan científico. Y no estamos hablando de una situación de terror espacial, sino más bien de la salud mental del personaje interpretado por Sandler. Esta criatura alienígena ya ha estudiado nuestro planeta y a sus habitantes, y ahora ha encontrado en el astronauta solitario una forma de adentrarse en lo más profundo de la psiquis humana.
El inquisitivo arácnido puede leer la mente y los recuerdos, por lo que comienza a dar consejos a Jakub para enfrentar su pasado traumático y el presente, donde teme que su querida Lenka haya roto toda relación con él.
Todo esto lleva la historia más allá del territorio de un simple viaje espacial, hacia un viaje de autodescubrimiento y unicidad que, dicho sea de paso, muchos astronautas reales han manifestado experimentar al estar allí arriba en el espacio y contemplar nuestro mundo desde otra perspectiva.
La introspección del protagonista mostrada en forma de flashbacks lentamente le va sacando campo al enigma científico original: ¿qué es esa nube de polvo cósmico que apareció en nuestro sistema solar?
Aún así, se dan algunas pistas para intentar responder a dicha cuestión. Por ejemplo, el nombre de la nube puede considerarse como la primera conexión con la cultura hindú. Chopra es un clan presente en la comunidad étnica Gurjar de Pakistán e India, cuyos miembros siguen las religiones del hinduismo e islamismo. Puede sonar familiar, por ejemplo, el nombre de Deepak Chopra, un escritor y conferencista indio de temática New Age.
Y es en el hinduismo —y en la New Age también— que hallamos un término que bien podría describir lo que es la nube: Akasha, que se define como el fundamento y la esencia de todas las cosas en el mundo material; el primer elemento material creado por el dios Brahmá (aire, fuego, agua, tierra son las otras). Es decir, el principio de todo. Y si nos vamos a la vertiente teosófica, también el registro etéreo donde reside todo lo que fue, es y será.
«El universo es lo que debería ser», repite el arácnido alienígena Hanuš varias veces durante la historia. «Todo es permanente y nada lo es».
Y hablando de Hanuš —fonéticamente similar al nombre de la propia nave, «Jan-Hus 1»—, parece hacer referencia Jano (o Janus), dios de las puertas, los comienzos y los finales, quien mira hacia atrás y hacia adelante en el tiempo.
En resumen, la nube parece ser un fragmento del origen del universo, que se presume más profundo que esa simple explosión a partir de la «nada misma» que llamamos Big Bang. Más bien, sería una materialización del etéreo Akasha, de la mente universal primigenia a la que todos estamos conectados.
La historia es para pensar, y si bien se desarrolla a un ritmo algo tedioso —tal vez equiparable al de una caminata espacial—, sumerge al espectador en la búsqueda de respuestas y lo mantiene atrapado allí. Algo que no es sencillo considerando que el género está saturado de ideas impactantes que nos hacen replantear nuestro lugar en el universo y propósito como humanos.
La relación del protagonista con su esposa, a la vez, pone los ingredientes más fuertes al tratar el aislamiento, la distancia y el amor inalcanzable como el de una Rusalka. Juntos, sazonan la metáfora perfecta para la soledad «elegida» que tiene que afrontar un astronauta en el espacio.
Por último, no podemos dejar de mencionar la gran performance de Adam Sandler, quien ha venido teniendo un renacimiento profesional exitoso al transmutar desde la comedia dominguera hacia el drama —como en Diamantes en Bruto (Uncut Gems, 2019)—.
Teniendo todo esto en cuenta, es decisión de Uds. ver la película y sacar sus propias interpretaciones y conclusiones... Sobre todo, acerca del final de la misma que, obviamente, no abarcamos en este artículo.
Referencias:
Por MysteryPlanet.com.ar.
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