Las prácticas funerarias vikingas de la antigua Escandinavia son famosas. Pero cuando una mujer vikinga de alto estatus falleció en una granja de Vinjeøra (Noruega central) a mitad del siglo noveno, algo fue diferente...

La mujer fue cuidadosamente vestida con finas ropas y engalanada con un llamativo ajuar: dos grandes broches de bronce, un broche en forma de crucifijo, un collar de perlas, dos tijeras, un huso en espiral y el cráneo de una vaca. Luego, fue acostada sobre un bote largo construido para la ocasión.

Pero, en lugar de cavar una nueva tumba, los habitantes de Vinjeøra decidieron excavar un barco largo mayor que ya había sido sepultado junto con su difunto, un hombre del siglo octavo.

La embarcación fúnebre de la mujer, de entre 7 y 8 metros de largo, fue depositada prolijamente dentro del barco mayor, de unos 10 metros de largo; sobre los restos mortales del hombre que yacía debajo. Hecho esto, se volvió a echar tierra y cubrir la tumba.

Esto tiene a los arqueólogos desconcertados. ¿Quién era el hombre? ¿Quién la mujer? ¿Estaban relacionados de alguna manera? ¿Por qué sepultarlos juntos?

«He sabido de varios botes funerarios que fueron enterrados dentro de un mismo montículo, pero nunca sobre un bote que había sido puesto dentro de otro», dice el arqueólogo Raymond Sauvage, del Museo de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) y jefe de la exploración. «Investigando pude encontrar que en la década de los 1950s se dieron un par de casos similares en Tjølling, en el sur del condado noruego de Vestfold. Pero aún así, este es esencialmente un fenómeno desconocido para nosotros».

La inusual tumba fue hallada recientemente cuando se realizaban mejoras a la conexión de una autopista. Las obras fueron inmediatamente detenidas para que los arqueólogos excaven el sitio. Al desenterrar todo, se reveló que las condiciones del hallazgo no eran las mejores, con las maderas de ambos botes muy podridas. El suelo tampoco era el ideal para la preservación de los restos óseos, por lo que no quedaba mucho de los difuntos.

(Raymond Sauvage/NTNU University Museum).

No obstante, unos pocos elementos claves, tales como la quilla del barco menor o los remaches de metal, estaban intactos. Y esto permitió a los arqueólogos reconstruir dónde yacía cada embarcación.

Los elementos de metal del ajuar funerario también estaban intactos, al igual que fragmentos del cráneo de la misteriosa vikinga. Estos últimos permitirán a los científicos llevar a cabo análisis de ADN para revelar dónde vivió la mujer y cuál era su dieta, además de cómo lucia, su descendencia, qué edad tenía cuando murió, etc.

Un objeto es de particular interés entre los bienes recuperados. Los investigadores señalan que el broche en forma de crucifijo tiene patrones en su frente que sugieren fue una vez parte de un arnés para caballo hecho en Irlanda. «Esto nos dice que la mujer probablemente pertenecía a una familia que participaba en incursiones de ultramar, una importante faceta de la cultura vikinga de aquellos tiempos».

(Raymond Sauvage/NTNU University Museum).

«Era común entre los vikingos el repartir las decoraciones de los arneses y reutilizarlas como joyería. Varios botones en el dorso de este broche fueron conservados, de los mismos que fueron usados para amarrar las tiras de cuero al arnés. Los nuevos dueños nórdicos ataron un pin a uno de los botones para que pudiera ser usado como broche», explica la historiadora Aina Heen Pettersen de la NTNU. «Utilizar artefactos de las incursiones vikingas como accesorios del atuendo era una señal que te diferenciaba del resto de la comunidad, y que le mostraba a todos que eras parte del grupo que se aventuraba en esos viajes».

En cuanto al hombre, ni un rastro de él quedó en su tumba, solo su espada, escudo y lanza. Estos probablemente no pertenecían a la mujer, dado que había dos botes, y la espada era del estilo del siglo octavo. Quién era y por qué la mujer estaba sepultada con él es un enigma, aunque los investigadores creen que tenían algún lazo entre ellos.

(Raymond Sauvage/NTNU University Museum).

«La familia era importante para los vikingos, no solo por razones de estatus, sino también por razones legales. La primera legislación de alodio en la Edad Media dice que tienes que ser capaz de probar que tu familia había sido propietaria de las tierras por cinco generaciones. Si había alguna duda acerca de los derechos de propiedad, era menester tener la manera de rastrear tu linaje hasta los haug og hedni, es decir, hasta los montículos funerarios y el paganismo», argumenta Sauvage.

«Teniendo lo anterior en cuenta, es razonable pensar que ambos fueron enterrados juntos para marcar la propiedad familiar de la granja, en una sociedad que mayormente no tenía registros escritos», añade.

Por ahora, muy poco es conocido sobre el supuesto lazo familiar, pero varios análisis se están llevando a cabo en estos mismos momentos para averiguar más sobre el asunto.

Fuente: Gemini.no. Edición: ScienceAlert.

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