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Bautizado como TIDYE-1b (o IRAS 04125+2902 b), este planeta «bebé» tiene solo 3 millones de años. Para ponerlo en perspectiva, la Tierra tiene 4.500 millones de años, lo que significa que es 1.500 veces más antigua.
El descubrimiento de un mundo tan joven puede aportar información valiosa sobre las primeras etapas de la formación planetaria. De hecho, las peculiaridades de TIDYE-1b están llevando a los científicos a reevaluar sus modelos sobre el nacimiento de planetas.
«La astronomía nos ayuda a explorar nuestro lugar en el universo: de dónde venimos y hacia dónde podríamos ir. Descubrir planetas como este nos permite retroceder en el tiempo y observar cómo ocurre la formación planetaria», señaló Madyson Barber, autora principal del estudio publicado en Nature y estudiante de posgrado en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (UNC-Chapel Hill).
Barber identificó a TIDYE-1b utilizando el método de tránsito, en el cual un planeta pasa frente a su estrella, bloqueando parcialmente su luz y revelando su presencia al observador. En este caso, el hallazgo fue posible gracias al telescopio TESS de la NASA.
Aunque previamente se han encontrado más de una docena de exoplanetas jóvenes en el rango de 10 a 40 millones de años mediante este método, TIDYE-1b se destaca por ser mucho más joven.
Este tipo de descubrimientos son raros, ya que los mundos tan jóvenes suelen estar ocultos por el gas y polvo que forman el «disco protoplanetario», un anillo de escombros que orbita alrededor de una estrella y del cual se originan los planetas.
«Los planetas suelen formarse a partir de un disco plano de polvo y gas, lo que explica por qué aquellos de nuestro sistema solar están alineados en un arreglo “plano como un panqueque”», explicó Andrew Mann, profesor asociado en UNC-Chapel Hill. «Sin embargo, en este caso, el disco está inclinado y desalineado tanto con el planeta como con su estrella, lo que representa un giro sorprendente que desafía nuestra comprensión actual de cómo se forman los planetas».
TIDYE-1b es visible a pesar de su juventud porque orbita su estrella en un ángulo diferente al del disco protoplanetario principal. Este disco, que usualmente tarda más de 5 millones de años en disiparse en un sistema estelar joven, suele bloquear la visibilidad de planetas en formación. Por ende, el actual hallazgo fue una excepción afortunada.
El planeta está muy cerca de su estrella, completando una órbita cada nueve días aproximadamente. Los investigadores creen que TIDYE-1b es un ejemplo joven de lo que eventualmente podría convertirse en una «supertierra» o un «subneptuno», un tipo de planeta que no existe en nuestro sistema solar pero que parece común en la galaxia de la Vía Láctea.
Aunque TIDYE-1b no es tan denso como la Tierra, su diámetro es 11 veces mayor.
Este descubrimiento proporciona evidencia concluyente de que los planetas pueden formarse mucho antes de lo que se creía. Hasta ahora, la falta de ejemplos de planetas menores de 10 millones de años no se debía a que no existieran, sino a que suelen estar ocultos por el material circundante.
TIDYE-1b abre una nueva ventana al estudio de la formación planetaria y ofrece una oportunidad única para comprender mejor cómo nacen los mundos en los sistemas estelares jóvenes.
Fuente: UNC-Chapel Hill. Edición: MP.
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