El exoplaneta más cercano a la Tierra podría, después de todo, tener grandes masas de agua en su superficie y ser apto para la vida.

Probable aspecto de Próxima b.

Probable aspecto de Próxima b.

Para que un planeta sea favorable a la aparición de la vida, uno de los principales requisitos —entre otros parámetros geoquímicos, astrofísicos y geofísicos— es que su órbita se ubique en la zona de habitabilidad de alguna fuente de energía, donde la temperatura permita la existencia de agua líquida. Uno de los exoplanetas más prometedores es Próxima b, que orbita alrededor de Próxima Centauri, la estrella más cercana a la Tierra después del Sol. Y aunque en un principio se especuló que la radiación había marchitado su superficie, un estudio reciente determinó que podría contener océanos y ser apto para la vida.

Mediante modelos matemáticos similares a los que se utilizan para analizar el cambio climático en la Tierra, un equipo dirigido por Antony del Genio, del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, determinó que Próxima b es apto para conservar enormes áreas de agua líquida en su superficie, lo que aumenta considerablemente sus posibilidades de albergar organismos vivos.

Para llegar a estas conclusiones se modelaron 18 escenarios virtuales, teniendo en cuenta los efectos de continentes gigantescos, atmósferas extremadamente delgadas, composiciones atmosféricas diferentes e incluso cambios en la salinidad del océano global. Y en casi todos los modelos, Próxima b terminó teniendo grandes mares abiertos y duraderos en al menos una parte de su superficie.

«El mensaje principal de nuestras simulaciones —indicó Del Genio— es que existe una posibilidad más que decente de que el planeta sea habitable».

Recreación artística de la superficie de Próxima b, hallado en torno a Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sistema Solar.

Recreación artística de la superficie de Próxima b, hallado en torno a Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sistema Solar.

A fines de 2016, un equipo de la Universidad Queen Mary de Londres dirigido por Guillem Anglada-Escudé, había realizado una simulación similar y concluyó que el hemisferio siempre iluminado de Proxima Centauri b estaría sometido a muy altas temperaturas, mientras que el hemisferio oscuro sería extremadamente frío.

Lo que no fue contemplado es que la zona habitable de Próxima Centauri está extremadamente cerca de la estrella. Lo que implica que el exoplaneta presente acoplamiento de marea. Es decir, que el mismo lado de Próxima Centauri b siempre esté enfrentado a su estrella, como sucede en el caso de la Luna, que siempre muestra la misma cara a la Tierra.

En este sentido, los nuevos ensayos fueron más exhaustivos ya que se contempló un océano dinámico y circulante, que podía transferir calor de un lado del exoplaneta al otro de manera muy efectiva. En los hallazgos de los investigadores, el movimiento de la atmósfera y el océano se combinan de modo que «aunque el lado nocturno nunca ve luz de estrella, hay una franja de agua líquida que se sostiene alrededor de la región ecuatorial», adelantó Del Genio.

Mapa por satélite de la temperatura superficial del océano Atlántico Norte.

Mapa por satélite de la temperatura superficial del océano Atlántico Norte.

A modo de ejemplo, los investigadores compararon esta circulación de calor a los climas marítimos de nuestro propio planeta. La costa Este de Estados Unidos, sin ir más lejos, es más cálida de lo que debería ser porque la corriente del Golfo transporta agua tibia desde los trópicos. En California, por el contrario, las corrientes oceánicas traen agua fría desde el norte, por lo que la costa oeste es más fría de lo que sería sin esa aportación.

Los resultados de la investigación fueron publicados en Astrobiology.

Fuente: Live Science.

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