Tal como te adelantamos ayer, el análisis de los fragmentos recuperados por la expedición que pretendía encontrar los restos de un objeto interestelar en el fondo del océano, ha arrojado asombrosos resultados. Algunos de los fragmentos se habrían originado en el océano de magma de un planeta fuera de nuestro sistema solar.

Material recolectado del trineo magnético en el sitio de IM1, que muestra una esférula rica en hierro de 0.4 milímetros de diámetro (flecha blanca) entre un fondo de hachís de concha y otros desechos. Recuadro superior: imagen de microsonda electrónica de la esférula S21 recogida durante la decimocuarta pasada del trineo magnético en la región de alto rendimiento de la trayectoria de IM1. Recuadro inferior: estructura interior de otra de las muestras con microesférulas más pequeñas de 5 a 10 micras de diámetro.

Los resultados pueden aún no responder a la pregunta de si las esferas metálicas son de origen artificial o natural, pero Loeb y su equipo insisten en que ahora están seguros de que lo que encontraron no tiene comparación con ninguna aleación existente en nuestro vecindario cósmico.

«Hemos descubierto esférulas que parecen provenir de un sistema solar diferente debido a su alta abundancia de berilio, lantano y uranio», dijo el empresario tecnológico y coautor del estudio Charles Hoskinson, quien financió la expedición. «Estoy extremadamente satisfecho con los resultados de este riguroso análisis científico».

El que busca, encuentra

Los datos del meteorito registrados por sensores del gobierno de Estados Unidos pasaron desapercibidos durante cinco años hasta que Loeb y su estudiante Amir Siraj lo encontraron en 2019 y publicaron sus hallazgos. Sin embargo, pasaron otros tres años (marzo de 2022) hasta que el Comando Espacial de Estados Unidos anunció en una carta a la NASA que el objeto provenía de otro sistema solar.

La revelación fue una vindicación para Loeb, co-fundador del Proyecto Galileo, un programa de investigación en el Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian dedicado a la búsqueda científica de tecnología alienígena (o tecnofirmas). Siete meses después, él y su equipo se encontraban a 85 kilómetros de la costa de la isla Manus, peinando más de 160 kilómetros de fondo marino con un trineo lleno de imanes unidos a un cabrestante en la cubierta del barco.

La fortuna quiso que encontraran lo que buscaban: más de 700 esférulas con un diámetro de 0.05 a 1.3 milímetros a lo largo de 26 pasadas, cubriendo un área de estudio que en total medía un cuarto de kilómetro cuadrado.

Limpieza con aspiradora y raspado de los imanes del trineo por parte de los miembros del equipo J.J. Siler (izquierda) y Avi Loeb (derecha).

«Este es un descubrimiento histórico porque representa la primera vez que los seres humanos pusieron sus manos en materiales de un objeto grande que llegó a la Tierra desde fuera del sistema solar», escribió Loeb en su blog, donde ha estado documentando la expedición y los estudios resultantes. «El éxito de la expedición ilustra el valor de asumir riesgos en la ciencia a pesar de todas las probabilidades, como una oportunidad para descubrir nuevos conocimientos».

¿Qué reveló el análisis?

Un análisis preliminar muestra que algunas esferas del camino del meteorito, conocido como IM1, contienen una «abundancia extremadamente alta» de una composición inaudita de elementos pesados.

Los investigadores del equipo afirman que la composición de berilio, lantano y uranio —etiquetada como composición «BeLaU»— no coincide con aleaciones terrestres naturales de la Tierra ni con los residuos de explosiones nucleares. Además, esta composición no se encuentra en los océanos de magma de la Tierra, ni en la Luna, Marte ni en otros meteoritos naturales del sistema solar.

El patrón de abundancia «BeLaU» para cinco esférulas cerca de la trayectoria de IM1 en función de la volatilidad de los elementos, es decir, su capacidad de perderse por evaporación durante la explosión de IM1.

La gran esférula S21 se desvía considerablemente de varios entornos del sistema solar en términos de su abundancia isotópica de Hierro-57 versus Hierro-56. Dado que esta esférula fue recolectada de la región de alto rendimiento alrededor de la trayectoria de IM1, este resultado sugiere un origen interestelar para IM1 a diferencia de los encontrados en entornos conocidos del sistema solar.

Se cree que otros elementos se perdieron por evaporación durante el paso de IM1 a través de la atmósfera terrestre, según los investigadores, lo que los lleva a teorizar que las esférulas podrían tener su origen en un océano de magma en un exoplaneta con un núcleo de hierro fuera del sistema solar.

El análisis continúa en cuatro laboratorios de la Universidad de Harvard, la Universidad de California en Berkeley, la Corporación Bruker y la Universidad de Tecnología de Papúa Nueva Guinea para determinar con más precisión el origen de los objetos.

Loeb también mencionó que se ha enviado un artículo para su publicación en una revista científica no especificada.

«Los hallazgos demuestran el éxito de la primera expedición exploratoria y allanan el camino para una segunda expedición en busca de más datos», afirmó Rob McCallum, coordinador de la expedición mediante su empresa EYOS. «Nos encanta facilitar los proyectos de nuestros clientes en cualquier lugar de la Tierra, pero este está fuera de este mundo».

Fuente: Avi Loeb/USA Today. Edición: MP.

Sin comentarios
Etiquetas: , , , , ,

¿Te gustó lo que acabas de leer? ¡Compártelo!

Facebook Reddit Twitter WhatsApp Pinterest Email

Artículos Relacionados

 0 comentarios
Sin comentarios aún. ¡Sé el primero en dejar uno!
Dejar un comentario