Se trata de pequeñas esférulas compuestas de materiales no comunes en los meteoritos provenientes de nuestro sistema solar. El astrofísico de Harvard a cargo de la expedición, dice que esto puede significar que el objeto se formó en un ambiente distinto al nuestro o hasta puede ser una prueba de material extraterrestre manufacturado.

Esférulas que aparecen en la imagen del microscopio de partículas magnéticas de la octava pasada del trineo magnético a lo largo del camino más probable del primer meteoro interestelar reconocido, IM1. Crédito: Avi Loeb.

Las esférulas nacen durante el proceso de formación del meteorito, que puede ocurrir tanto en el espacio como en la Tierra.

En el espacio, las esférulas pueden formarse a partir de la condensación de materiales en el disco protoplanetario alrededor de una estrella en formación. Estos materiales se unen y solidifican para formar pequeñas esferas. En la Tierra, las esférulas pueden formarse durante eventos catastróficos como impactos de asteroides o cometas. Cuando un objeto espacial impacta la superficie terrestre, la energía liberada en la colisión puede fundir y vaporizar rocas y otros materiales. Esta materia fundida se expulsa y se enfría rápidamente en el aire, formando esférulas en el proceso.

El estudio de estas características en los meteoritos puede proporcionar información importante sobre la historia y formación de los cuerpos celestes. Ahora, la expedición de Avi Loeb al océano Pacífico en busca de los restos de IM1, el primer meteorito interestelar registrado, ha encontrado nueve de estas esférulas en su barrido con un trineo magnético del fondo marino.

Los dos últimos hallazgos de esférulas en el océano Pacífico cerca del camino del primer meteoro interestelar reconocido, IM1. Crédito: Avi Loeb.

«La naturaleza magnética de las esférulas implica que no necesitamos el dispositivo de lavado y podemos continuar usando el trineo magnético durante la próxima semana. Encontrar más esférulas nos permitirá identificar el camino del meteorito y potencialmente buscar un objeto grande que pueda representar su núcleo al final del camino», dijo Loeb en un comunicado.

«Ahora estamos en nuestro camino de regreso al sitio del estrellamiento de IM1 en un intento de recuperar tantas esférulas como sea posible. Con una muestra lo suficientemente grande, podemos obtener un espectro de rayos gamma que caracterizará sus elementos radiactivos y potencialmente fechará la muestra. Restringir el tiempo de viaje podría permitirnos identificar la distancia y la dirección de su estrella fuente dada su velocidad conocida. Nuestro análisis preliminar implica que la composición de la mayoría de hierro con una décima parte de la de magnesio y algo de titanio no se parece a las aleaciones conocidas fabricadas por el hombre ni a los asteroides familiares», añadió.

La pregunta fundamental, teniendo en cuenta la posición de este astrofísico en cuanto al objeto interestelar Oumuamua y cómo encaró esta expedición en busca de IM1, es obvia: ¿es posible que el primer meteorito interestelar reconocido, que cayó en 2014, haya sido en realidad un objeto fabricado por una civilización tecnológica?

«A nuestro regreso, podríamos producir una aleación en el laboratorio que tenga la misma composición que inferimos para las esférulas y analizar las propiedades del material resultante», concluyó Loeb.

Por MysteryPlanet.com.ar vía The Hill.

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