La famosa oleada ovni sucedida en julio de 1952 sobre Washington D.C. podría haber provenido del espacio, según ha sugerido una científica de la Universidad de Estocolmo.

En julio de 1952, Washington D.C. fue testigo de una serie de avistamientos de objetos voladores no identificados que generaron gran atención tanto en los medios como en la comunidad. Durante dos fines de semana consecutivos, hubo múltiples informes de avistamientos de luces y objetos extraños en el cielo sobre la capital de Estados Unidos.

El punto culminante de estos avistamientos ocurrió la noche del 19 al 20 de julio de 1952, cuando los radares de dos bases aéreas cercanas detectaron objetos no identificados moviéndose a gran velocidad. Los controladores de tráfico aéreo también informaron haber visto luces brillantes y objetos voladores que parecían desafiar las leyes conocidas de la física.

Estos eventos causaron gran preocupación y llevaron a un estudio oficial por parte de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, conocido como el Proyecto Libro Azul. Y aunque se realizaron investigaciones exhaustivas, no se encontraron explicaciones concluyentes para los avistamientos de ese período.

Ahora, placas fotográficas históricas tomadas antes del lanzamiento del Sputnik 1 —el primer satélite artificial de la historia— en 1957, han revelado la presencia de tres fuentes de luz (transitorios) que aparecen y desaparecen en el transcurso de una hora en una pequeña imagen, desafiando las explicaciones astronómicas.

«Muestra tres estrellas brillantes en una imagen tomada el 19 de julio de 1952, una fecha que curiosamente coincide con los famosos avistamientos de ovnis sobre Washington», dijo en un reciente artículo Beatriz Villarroel, profesora asociada de Física en la Universidad de Estocolmo y líder del proyecto ExoProbe. «Estas tres estrellas nunca fueron vistas de nuevo».

El programa de investigación ExoProbe presenta un nuevo sistema compuesto por una red global de telescopios ópticos, la cual se vale de instrumentos cuidadosamente diseñados con cámaras de alta velocidad que proporcionan una resolución temporal, espacial y espectral de cualquier descubrimiento en órbita y más allá de ella.

Las tres «estrellas» que desaparecieron.

«Buscamos objetos artificiales no humanos mediante la detección de destellos de luz cortos en el cielo nocturno. Estos destellos breves suelen ocurrir cuando una superficie plana y altamente reflectante, como un espejo o vidrio, refleja la luz solar. Sin embargo, también podrían originarse a partir de un objeto artificial que emite su propia luz interna», detalló Villarroel.

La científica ha manifestado que, dado que proyectos como SETI que buscan señales de inteligencias extraterrestres en estrellas lejanas no han dado resultado, es hora de empezar a buscar «más cerca de casa».

¿Naves nodrizas o sondas?

La asociación hecha por Villarroel entre un misterio astronómico y uno ufológico podría considerarse un gran avance en el derribo de paradigmas y estigmas asociados al fenómeno ovni. Sobre todo porque una académica estaría sugiriendo que los ovnis de un célebre caso pudieron venir del espacio.

Siguiendo este tren de pensamiento, las «estrellas» que desaparecieron en las placas astronómicas no serían tales entonces. Bien podrían haber sido sondas lanzadas por los objetos que visitaron Washington en julio de 1952 o tal vez hasta naves madres de dónde salieron los mismos.

Hay que recordar que Avi Loeb, un profesor de Harvard que ha fundado un proyecto similar a ExoProbe, sugirió hace no mucho tiempo que podrían haber naves nodrizas en nuestro sistema solar.

Por MysteryPlanet.com.ar.

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