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¿Por qué los pilotos de la Marina de EE.UU. no le dispararon a los ovnis que filmaron recientemente a pesar que estaban en espacio aéreo militar restringido? La respuesta se remonta a 1952 y la detallamos a continuación.
A pesar de que el Pentágono afirma que no sabe qué son estos objetos, la política de no confrontarlos se remonta a 1952, cuando el entonces presidente Harry Truman rescindió una orden directa de derribar ovnis después de una inusual oleada sobre Washington, D.C. —y en todo EE.UU.— que tuvo lugar el susodicho año.
Según un informe histórico descubierto recientemente (ver PDF), esto se debió a que el renombrado científico Albert Einstein y otros académicos intercedieron y le dijeron al mandatario que no era una buena idea.
La participación presidencial directa en la situación de los platillos voladores para el presidente Truman comenzó en 1949, cuando encargó un estudio sobre los «Foo Fighters» que plagaron a ambos bandos durante la Segunda Guerra Mundial.
Los Foo Fighters fueron esferas de luz de aproximadamente un metro de diámetro que persiguieron y marcaron el ritmo de los aviones alemanes y aliados durante el conflicto. Ambos bandos involucrados en las acciones bélicas consideraron la posibilidad de que fueran armas secretas utilizadas por el enemigo. Sin embargo, la cuestión de qué eran estos pequeños objetos voladores nunca se resolvió realmente.
El general Jimmy Doolittle dirigió el estudio que Truman había ordenado. La conclusión fue asombrosa. Dado que ambos bandos se las habían visto con estas misteriosas bolas de luz, no podía ser algo hecho por el hombre y su origen era, en palabras del propio general, «probablemente extraterrestre».
En la década siguiente, el ejército de los EE.UU. se vería inundado con avistamientos de ovnis, manifestándose el temor a una situación incontrolable que desatara el pánico total entre la ciudadanía. En este contexto, el cuerpo de prensa de Washington comenzó a exigir respuestas sobre este desconcertante fenómeno que asolaba los cielos norteamericanos.
El 4 de abril de 1950, y tratando de mantenerse al frente de la situación, el presidente Truman hizo la siguiente declaración a través de su secretario de prensa: «Puedo asegurarles que los platillos voladores, dado que existen, no son construidos por ninguna potencia en en la Tierra».
Algunos informes ubican la declaración en una conferencia sostenida en Washington. Desafortunadamente, el día en cuestión el presidente estaba en su residencia de Key West, Florida, y no realizó una conferencia de prensa. Pero es sabido que su secretario de prensa, Charles Ross, generalmente realizaba dos reuniones con los reporteros para responder preguntas.
Esto último tuvo cierta confirmación cuando posteriormente un artículo de la revista Time citó la declaración sobre la supuesta ignorancia del presidente acerca la situación como perteneciente a Ross. Fechado el 17 de abril de 1950, decía: «Truman envía un mensaje a través de su secretario de prensa de que no sabe nada sobre los platillos».
Durante el verano de 1952, hubo una gran cantidad de avistamientos de ovnis en todo el territorio estadounidense. Se extendieron a dos oleadas muy públicas que se rastrearon desde tres lugares diferentes mientras volaban sobre la Casa Blanca, el Capitolio y el Pentágono el 19 y el 26 de julio.
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De hecho, los avistamientos de ovnis tuvieron tanta trascendencia en los titulares en los periódicos de todo el país, que muchas veces llegaron a reemplazar en primera plana a aquellos referidos a la Convención Nacional Demócrata.
«Una acumulación masiva de avistamientos en los EE.UU. en 1952, especialmente en julio, alarmó a la administración Truman», escribió Gerald K. Haines, autor e historiador de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Llevó a la administración Truman a dar la orden de derribar los platillos voladores. El 26 de julio de 1952, la Fuerza Aérea obedeció y dio la orden: «¡dispárenles!».
«Sin embargo, varios científicos prominentes, incluido Albert Einstein, protestaron por la orden ante la Casa Blanca e instaron a que se rescindiera, no solo en interés de la futura paz intergaláctica sino también en interés de la autopreservación: los extraterrestres ciertamente considerarían un ataque de un avión de combate como una violación de las leyes universales de la hospitalidad», añadió Haines.
La orden de «derribarlos» fue retirada en consecuencia en la Casa Blanca a las cinco de la tarde... Pero esa misma noche volverían los platillos.
Ahora, 70 años después, la última postura pública del Pentágono es que todavía no sabe qué es una pequeña pero significativa minoría de estos OVNIs/UAPs, pero promete continuar estudiando el fenómeno. No obstante, parece que se está aferrando a lo que podría llamarse «Doctrina Truman»; es decir, no disparar contra estos intrusos desconocidos —y probablemente no terrestres—.
Entonces, si lo relatado por Haines es cierto, tenemos otra razón por la cual estar agradecidos con Albert Einstein.
Por Chet Dembeck. Edición: MP.
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