Fue considerado un héroe de la ex Unión Soviética. Su hazaña ocurrió el 18 de marzo de 1965.

El cosmonauta soviético y primer caminante espacial, Alekséi Leónov falleció este viernes a los 85 años en Moscú, a consecuencia de una prolongada enfermedad, así lo informó el canal de televisión ruso Rossiya 24 y lo confirmó el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas ruso.

Leónov fue el undécimo cosmonauta soviético y la primera persona en realizar una caminata espacial, es por esto que recibió el doble título de Héroe de la Unión Soviética.

«Al abrir la escotilla vi un cielo lleno de estrellas brillantes y la Tierra completamente redonda. Toda Europa estaba debajo de mí. Había mucho silencio, un silencio absoluto, todo estaba muy quieto. Tenía una sensación muy rara, imposible de imaginar», relató años después del hito.

Una riesgosa aventura espacial

Durante la llamada carrera espacial, aquella competencia por la investigación interplanetaria donde EE.UU. y la URSS medían su capacidad, no todos eran pasos en firme, apuestas seguras. Muchos pasos importantes requirieron de una gran valentía, y significaron verdaderas aventuras espaciales, tal es el caso de la primera caminata espacial, de la que por mucho tiempo nada se supo, y aún hoy pocos conocen.

Fue en este contexto, el 18 de marzo de 1965, que Alekséi Leónov se convirtió en el primer hombre en salir de una nave espacial —durante 23 minutos y 41 segundos—, caminar por el espacio, y observar la Tierra a una distancia de 500 kilómetros.

La verdad sobre este episodio, que en su momento fue celebrado como un triunfo por los rusos, fue relatada hace poco por el propio Leónov. En aquella histórica jornada el cosmonauta salió de la nave, a la que quedó unido por un cable de 5 metros de largo, y se mantuvo flotando en el espacio por diez minutos. Al intentar regresar la falta de presión atmosférica provocó que su traje se inflara como un globo.

«Mi traje estaba completamente deformado (…) se sentía flojo alrededor de mi cuerpo. Tenía que hacer algo (…) No podía empujarme hacia atrás con el cable y, con mi traje en ese estado, no podría entrar por la escotilla», relató.

Con gran osadía —ya que se exponía al riesgo de quedarse sin oxígeno— decidió purgar el aire de su traje a través de una válvula. Al poco tiempo comenzó a sentir un hormigueo en piernas y manos, efecto de la descompresión; rápidamente se impulsó hacia la cápsula tirando del cable e ingresó en ella; el esfuerzo le subió la temperatura corporal, que le empañó el casco dificultándole la visión. Todavía tenía que girar en un espacio reducido, haciendo que el cable quedara adentro una vez que cerraba la escotilla. Cuando finalmente logró entrar a la nave, había perdido seis kilos.

Leónov durante la caminata espacial.

Claro que la odisea no había terminado: los indicadores comenzaron a mostrar que el oxígeno estaba descendiendo a un ritmo alarmante. Poco antes de iniciar el descenso para regresar a la Tierra, el sistema automático falló, y él y su acompañante tuvieron que comenzar la operación de forma manual, algo que nunca habían hecho antes.

Finalmente, la nave regresó a la Tierra y aterrizó en Siberia. Recién después de 7 horas, una estación de Alemania Oriental reportó haber escuchado el mensaje cifrado que anunciaba el regreso. Pasaron la noche en el bosque, con temperaturas de -25 ºC, sin poder cerrar la escotilla, hasta que llegaron los rescatistas.

En su momento, los astronautas no contaron a la prensa lo que habían sufrido para llevar a cabo la misión. El testimonio que ahora conocemos sirve para valorar aún más el carácter aventurero de aquellos que contribuyeron a profundizar el conocimiento espacial en sus inicios.

Fuente: Clarín/History.

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