La excentricidad extrema de distantes objetos del Cinturón de Kuiper (KBO) podría indicar que se cruzaron con un planeta masivo en el pasado, el supuesto planeta 9 del Sistema Solar.

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Es la conclusión de un equipo del Lunar and Planetary Laboratory de la Universidad de Arizona, que ha investigado las crecientes evidencias de que el Sistema Solar tenga un noveno planeta hasta ahora desconocido en sus confines.

Desde hace algún tiempo, se ha entendido que hay algunos objetos del Cinturón de Kuiper conocidos porque su dinámica es diferente. Mientras la mayoría son controlados de manera significativa por la gravedad de los planetas gigantes de gas en sus órbitas actuales —en particular Neptuno—, ciertos miembros de la población del disco disperso del cinturón tienen órbitas inusualmente poco distantes entre sí.

Cuando Konstantyn Batygin y Michael E. Brown, del Caltech, presentaron el 20 de enero sus conclusiones favorables a la existencia de un noveno planeta, indicaron que estos objetos parecían estar muy agrupados con respecto a sus posiciones de perihelio y planos orbitales. Lo que es más, su cálculo mostró que las probabilidades de que esto fuese una casualidad eran extremadamente bajas (del 0,007%).

En cambio, teorizaron que un planeta excéntrico distante era responsable del mantenimiento de las órbitas de estos objetos. Para ello, el planeta en cuestión tendría que ser más de diez veces más masivo que la Tierra, y una órbita que estaba más o menos en el mismo plano (pero con un perihelio orientado a 180° con respecto a las de los objetos del cinturón de Kuiper).

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En un estudio titulado Coralling a distant planet with extreme resonant Kuiper belt objects, un equipo de investigación de la Universidad de Arizona —que incluye al profesor Renu Malhotra, la doctora Kathryn Volk, y Xianyu Wang— ofrece una nueva perspectiva. Si, de hecho, el «Planeta X» cruza su camino con con ciertos objetos de Kuiper de alta excentricidad, entonces definitivamente debe estar en resonancia con éstos.

Pequeños cuerpos son expulsados del Sistema Solar todo el tiempo debido a los encuentros con objetos más grandes que perturban sus órbitas. Con el fin de evitar ser expulsados, los cuerpos más pequeños necesitan ser protegidos por resonancias orbitales. Aunque los objetos más pequeños y más grandes pueden pasar dentro de la trayectoria orbital de los demás, nunca están lo suficientemente cerca para ser capaces de ejercer una influencia significativa entre sí.

Así es como Plutón ha seguido siendo parte del vecindario, a pesar de tener una órbita excéntrica que cruza periódicamente la trayectoria de Neptuno. Aunque Neptuno y Plutón se cruzan, nunca están suficientemente cerca uno del otro para que la influencia del más grande obligue al otro planeta a salir de nuestro Sistema Solar. Usando este mismo razonamiento, plantearon la hipótesis de que los objetos examinados por Batygin y Brown podrían estar en una resonancia orbital con el noveno planeta.

Después de examinar los períodos orbitales de seis objetos del cinturón de Kuiper —Sedna, 2010 GB174, 2004 VN112, 2007 TG422, 2012 VP113 y 2013 GP136— llegaron a la conclusión de que un hipotético planeta con un período orbital de unos 17.117 años (o un semieje mayor de aproximadamente 665 UA), tendría las proporciones necesarias de influir sobre estos cuatro objetos. Esto correspondería a los parámetros estimados por Batygin y Brown para el período orbital del planeta (10.000 - 20.000 años).

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Mar 15, 2016
19:54

Estamos cerca de un acontecimiento anunciado por los sumerios ase 6000 años de anticipación

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