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Según el filósofo sueco Nick Bostrom, un descubrimiento tecnológico novedoso podría algún día devastar la civilización humana. En su teoría del «mundo vulnerable», solo intervenciones extraordinarias —como una cooperación global sin precedentes o una vigilancia extrema— pueden evitar que una tecnología lo suficientemente peligrosa provoque un colapso civilizacional.
Con miembros clave del Congreso sospechando que Estados Unidos ya posee una tecnología única que podría desestabilizar, la hipótesis de Bostrom podría ponerse a prueba pronto.
La legislación propuesta por el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer (D-N.Y.), y un grupo bipartidista de otros cinco senadores alega que programas gubernamentales «heredados» han recuperado naves de origen no-humano y están aplicando la ingeniería inversa en ellas.
Aunque un influyente miembro de la Cámara de Representantes logró «suprimir» los elementos más destacados de la legislación a finales del año pasado, Schumer no se ha dado por vencido.
Al mismo tiempo, y luego de asistir a una sesión informativa clasificada la semana pasada, varios miembros de la Cámara declararon que consideran creíbles las afirmaciones de David Grusch, un exfuncionario de inteligencia que testificó bajo juramento sobre programas de recuperación e ingeniería inversa de ovnis.
En este momento, dejar sin abordar las plausibles implicaciones globales de una revelación tan transformadora es irresponsable y, como podría argumentar Bostrom, peligroso.
A menudo se asume que cualquier revelación oficial sobre la existencia de formas de vida extraterrestres unificará automáticamente a las naciones del mundo. Sin embargo, esto no está en absoluto garantizado. Por el contrario, la divulgación abrupta de que Estados Unidos posee tecnología extraordinariamente avanzada podría ser un acontecimiento particularmente desestabilizador.
Por ejemplo, el ejército de China depende en gran medida del espionaje y la emulación de la tecnología estadounidense. La industria de defensa de Rusia está en ruinas, agravada por pérdidas asombrosas en Ucrania. Estos estados con armas nucleares naturalmente temerían la inyección repentina de tecnología de ovnis altamente avanzada y, por ende, estarían motivadas para participar en una serie de acciones desestabilizadoras para protegerse contra Estados Unidos y evitar que este logre una ventaja estratégica insuperable.
En dicho entorno geopolítico inestable, varios escenarios plausibles podrían escalar rápidamente hacia un conflicto global devastador.
Para complicar las cosas, algunos senadores parecen sospechar que los adversarios más poderosos de Estados Unidos también han recuperado tecnología ovni altamente avanzada. Tres funcionarios militares e de inteligencia —incluido Grusch— lo han afirmado.
Si es cierto, la divulgación pública de este tipo tecnología alienígena por parte de un estado podría desencadenar una carrera armamentista sin precedentes en la historia humana.
Entonces, supongamos que un estado logra aprovechar con éxito la avanzada tecnología de los ovnis, lo que le permite golpear globalmente con impunidad y hacer ineficaces las capacidades militares de sus adversarios. Esa nación tendría incentivos significativos para llevar a cabo un devastador ataque de nocaut antes de que sus rivales logren avances similares. Esto, en la tipología de «vulnerabilidades civilizacionales» de Bostrom, es el escenario de «ataque preventivo seguro».
Para abordar los riesgos profundos asociados con la aparición de tecnologías altamente desestabilizadoras, el filósofo sueco ofrece dos remedios principales: «Gobernanza global» y «policía preventiva».
En el contexto de nuestro experimento de pensamiento centrado en ovnis, elementos de ambos pueden aplicarse, en teoría, para «estabilizar un mundo vulnerable».
Un enfoque de «gobernanza global» para los riesgos únicos postulados aquí podría ver toda la tecnología de ovnis colocada bajo estricto control multilateral. Por ejemplo, el estudio y análisis científico se llevarían a cabo por equipos multinacionales de expertos. Estos equipos estarían compartimentados y aislados entre sí para evitar que un individuo o equipo adquiera suficiente conocimiento para utilizar la tecnología con fines nefastos o egoístas.
Basándose en el remedio de «policía preventiva» de Bostrom, los científicos y expertos involucrados en tal estudio multinacional también estarían sujetos a una vigilancia intrusiva, restricciones de movimiento y monitoreo. Esto serviría para mitigar el riesgo de cualquier «trampa» o espionaje estatal.
Al mismo tiempo, la vigilancia continua de las personas con acceso a la tecnología ovni podría disuadir a aquellos que el filósofo describe como dispuestos a «actuar de maneras que destruyan la civilización incluso a un alto costo para ellos mismos».
Para garantizar más seguridad y medidas de generación de confianza, un enfoque global y multilateral puede inspirarse en el Tratado de Cielos Abiertos. Los regímenes de inspección en el lugar que surgieron del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio y de la Agencia Internacional de Energía Atómica también podrían ser instructivos.
Por supuesto, un nivel sin precedentes de cooperación global enfrentaría barreras significativas. Pero la amenaza civilizacional única planteada por la presencia de tecnología avanzada de otro mundo, podría servir como un fuerte incentivo para buscar la «gobernanza global» imaginada por Bostrom.
Es de destacar que los ovnis y la especulación sobre la vida alienígena también han desempeñado un papel pequeño pero fascinante en fomentar la cooperación global.
A finales de 1985, en medio de tensiones aparentemente insuperables entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el presidente Ronald Reagan se reunió con su nuevo homólogo soviético, Mikhail Gorbachov, por primera vez. Entre reuniones tensas y consecutivas, Reagan le hizo a Gorbachov una pregunta jocosa sobre si un ataque «desde el espacio exterior» podría unir a las dos superpotencias nucleares del mundo. El mandatario soviético respondió afirmativamente, lo que llevó a una risueña carcajada y a una incipiente amistad entre los dos líderes.
Tres años y tres cumbres después, un radiante Reagan abrazó cálidamente a Gorbachov en la Plaza Roja de Moscú mientras las tensiones entre la Unión Soviética y Estados Unidos disminuían. Esta estrecha colaboración entre ambos líderes desembocó en la flexibilidad necesaria para promulgar las amplias reformas que llevaron a un fin pacífico a la era más peligrosa de la historia humana.
Reagan también invocó públicamente el potencial unificador de la «inteligencia no humana». Hablando ante las Naciones Unidas en 1987, el «Gipper» reflexionó sobre «cómo nuestras diferencias en todo el mundo desaparecerían rápidamente si enfrentáramos una amenaza alienígena desde fuera de este mundo».
Por Marik von Rennenkampff vía The Hill. Edición: MP.
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