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Hallada en el sureste de Turquía en 1965, la estatua de piedra caliza mide solo 80 centímetros y tiene alrededor de 11.000 años de antigüedad. Su extraña apariencia ha dado lugar a comparaciones evidentes con los xenomorfos de la franquicia de películas Alien.
El aparente aspecto antropomórfico y el significado de los pilares en forma de T en Göbekli Tepe, Nevalı Çori y otros sitios con pilares similares en la zona, podrían haber sido explicados de manera convincente por una serie de detalles muy característicos representados en relieves en estas ancestrales estructuras. Entre ellos, se incluyen brazos y manos, así como prendas similares a una estola y, en el caso de los Pilares 18 y 31 de Göbekli Tepe (en el Edificio D), incluso cinturones y taparrabos.
Fue el descubrimiento de estos peculiares pilares en forma de T, excavados por primera vez en el asentamiento neolítico precerámico de Nevalı Çori en el Éufrates medio —como luego Göbekli Tepe en la provincia de Şanlıurfa— en la década de 1980, lo que también arrojó nueva luz sobre otro hallazgo, hasta entonces considerado más bien una rareza arqueológica digna de la hipótesis de los antiguos astronautas: la llamada escultura Kilisik, encontrada en 1965 cerca de Adıyaman, en el sureste de Turquía.
La escultura fue hallada originalmente por un agricultor local y adquirida por dos estudiantes de arqueología que trabajaban en las excavaciones en Arsameia, a aproximadamente una hora a caballo al noroeste del puente romano en el pueblo de Kilisik, para luego ser trasladada al Museo Arqueológico de Adıyaman.
De unos 80 cm de altura, está tallada en piedra caliza. Posee un aspecto conspicuo, con una cabeza grande, una espalda ancha y un rostro bastante delgado con una nariz bien marcada y unos ojos apenas distinguibles. Los brazos están representados a ambos lados del cuerpo, las manos se encuentran sobre el vientre en una protuberancia que puede identificarse como la cabeza de otra figura más pequeña.
El brazo izquierdo de esta figura de abajo cuelga de manera regular, pero la mano derecha parece llegar hasta un hueco circular en la piedra. Si este último detalle ya formaba parte del diseño original de la escultura o fue añadido posteriormente —quizás para montar un falo o algo similar—, sigue sin estar claro. (Ver siguiente PDF para más detalle e imágenes).
Y aunque su contexto original de descubrimiento aún no ha sido descifrado, el prestigioso arqueólogo alemán Harald Hauptmann (1936-2018) sugirió un asentamiento neolítico temprano al norte del pueblo de Kilisik como el lugar de origen de la escultura. Asimismo, destacó que la misma combina características de elementos muy diferentes de otros tipos de escultura neolítica conocida.
En primer lugar, comparte la forma T bastante abstracta de los clásicos pilares mucho más grandes —en el caso de Göbekli Tepe, de hasta 5.5 m de altura—, incluyendo la representación de brazos a los lados y manos sobre el «estómago».
En segundo lugar, la cara —en particular la nariz enfatizada— se asemeja a un grupo de esculturas humanas más naturalistas, a menudo de tamaño natural, de las cuales la de Urfa-Yeni Mahalle —llamada «Hombre de Urfa»— puede ser el ejemplo más conocido, mostrando un gesto similar, también llegando hacia la parte inferior del cuerpo, ambas manos cubriendo los genitales o señalando hacia un pequeño hueco (¿en el que, de nuevo, se podría haber insertado un falo?). De Göbekli Tepe se conocen al menos una serie de cabezas de piedra caliza —originalmente pertenecientes a esculturas similares—, también con la característica parte nasal de la cara.
Por último, la escultura Kilisik que combina una figura más grande agarrando una más pequeña por la cabeza abajo, nuevamente recuerda a otro hallazgo peculiar de una gran escultura compuesta de Göbekli Tepe, que presenta un animal más grande con brazos humanos que agarran la cabeza de otro individuo, y otra figura más pequeña debajo. Una escultura semejante, también compuesta, fue descubierta casi 20 años antes en Nevalı Çori.
La singularidad de la escultura de Kilisik radica en la combinación de elementos e ideas sumamente específicos y diversos, lo cual la distingue entre las representaciones del Neolítico precerámico. Esta obra establece un vínculo interesante entre los distintos estilos de arte escultórico de la época. Hauptmann incluso sugiere interpretar estas escenas como un motivo de «madre e hijo». En este sentido, el ejemplo de Kilisik podría representar la primera figura femenina asociada con las esculturas en forma de T, ya que carece de características sexuales definidas; una posibilidad intrigante que merece una investigación más detallada.
Y es justamente en esta asociación entre lo fálico, madre e hijo donde podría encontrarse el meollo de la cuestión, señalando una misteriosa conexión ancestral con otras culturas alrededor del mundo que fueron parte de un culto global iniciado entre 11.000 y 12.000 años atrás: el culto al renacimiento y un posible reinicio de la humanidad.
Referencias:
Por Jens Notroff.
Cortesía del Instituto Arqueológico Alemán para MysteryPlanet.com.ar.
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