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El descubrimiento ofrece la primera evidencia física directa del uso de estos animales en los brutales espectáculos del Imperio romano.
Un equipo de arqueólogos ha descubierto cerca de un anfiteatro romano en Serbia el cráneo de un oso pardo que revela una historia de crueldad. El análisis de los restos, de unos 1.700 años de antigüedad, demuestra que el animal fue mantenido en cautiverio durante años y que sufría una grave herida infectada al momento de su muerte, probablemente como resultado de su participación en los juegos de gladiadores.
Este hallazgo representa la primera evidencia osteológica directa que confirma el uso de osos en la arena y testifica la barbarie de los espectáculos con animales en el Imperio romano.
«No podemos decir con certeza si el oso murió directamente en la arena, pero la evidencia sugiere que el trauma ocurrió durante los espectáculos y la infección posterior probablemente contribuyó de manera significativa a su muerte», explicó Nemanja Marković, investigador principal del Instituto de Arqueología de Belgrado y autor principal del estudio.
La investigación, publicada el pasado lunes en la revista Antiquity, detalla el análisis del cráneo fragmentado de un oso pardo (Ursus arctos) excavado en 2016 cerca del anfiteatro de Viminacium, una antigua base militar fronteriza romana en la actual Serbia. Construido en el siglo II d.C., este anfiteatro de forma ovalada podía albergar a unos 7.000 espectadores. El cráneo fue recuperado cerca de la entrada, junto con otros huesos de animales, incluidos los de un leopardo.
Según Marković, «investigaciones anteriores sugieren que los animales muertos en la arena eran descuartizados en las cercanías, su carne distribuida y sus huesos desechados cerca del anfiteatro, no enterrados en un cementerio formal de animales».
Los osos forzados a participar en estos espectáculos tenían diversos roles: podían ser obligados a luchar contra venatores (gladiadores especializados en la caza), a pelear con otros animales, a ejecutar a convictos o incluso a realizar actuaciones entrenadas.
El análisis del cráneo ha revelado cuán brutales eran estas prácticas. Mediante análisis de ADN antiguo, los autores del estudio determinaron que se trataba de un macho de la zona, de unos 6 años al morir. La datación por radiocarbono situó su muerte entre los años 240 y 350 d.C., una época en la que el anfiteatro de Viminacium acogía regularmente juegos de gladiadores.
Una gran lesión en la parte frontal del cráneo mostraba signos de curación, pero también de una infección activa, lo que indica que el animal luchaba contra ella cuando murió. Los investigadores sugieren que esta herida traumática pudo ser infligida por un venator armado con una lanza. Además, las mandíbulas del animal mostraban signos de infección y un desgaste anormal en los caninos, una característica común en los osos cautivos que muerden los barrotes de sus jaulas.
«Este oso probablemente fue mantenido en cautiverio durante años, no solo semanas», afirmó Marković, lo que implicaría que fue utilizado repetidamente en los espectáculos romanos de Viminacium.
Aunque los registros históricos mencionan el uso de osos pardos en los espectáculos, los investigadores concluyen que «este estudio proporciona la primera evidencia osteológica directa de la participación de osos pardos en los espectáculos romanos», ofreciendo una visión única sobre el uso y tratamiento de los animales en el Imperio romano.
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