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En la antigüedad, nuestros ancestros hacían extraños rituales durante un eclipse solar total. En la actualidad, dos instituciones científicas de renombre aprovecharán el próximo 8 de abril para probar el acelerador de partículas más poderoso del mundo y para lanzar cohetes a la sombra de la Luna.
En poco más de una semana, tendrá lugar el evento astronómico del año, con un eclipse solar total cruzando Norteamérica y siendo observado por millones de personas, entre ellas científicos de la NASA que lanzarán cohetes sonda para medir perturbaciones atmosféricas alrededor de la trayectoria del fenómeno.
Los cohetes partirán desde el Centro de Vuelo Wallops en Virginia en tres momentos diferentes: 45 minutos antes, durante y 45 minutos después del pico del eclipse local. Estos intervalos son importantes para recopilar datos sobre cómo la repentina desaparición del Sol afecta a la ionosfera, creando perturbaciones que tienen el potencial de interferir en nuestras comunicaciones.
«La ionosfera es una región de la atmósfera terrestre que se encuentra entre 90 a 500 kilómetros sobre la superficie. Es una región electrificada que refleja y refracta señales de radio, y también afecta las comunicaciones satelitales a medida que las señales pasan a través de ella», dijo Aroh Barjatya, líder de la misión. «Comprender la ionosfera y desarrollar modelos para ayudarnos a predecir las perturbaciones es crucial para garantizar que nuestro mundo cada vez más dependiente de las comunicaciones funcione sin problemas».
Por otra parte, el mismo día del eclipse y a unos 6.500 km de distancia, los científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) reiniciarán el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) luego de un largo periodo de inactividad.
El LHC se utiliza típicamente solo un mes cada año, estando apagado durante largos períodos de tiempo para aplicar actualizaciones. Fue apagado por última vez en 2022 en medio de la crisis energética de Europa y ponerlo de nuevo en marcha es un proceso complejo que requiere que todo funcione como una orquesta.
Y, más allá de que la ciudad de Ginebra que alberga el acelerador está muy lejos del camino de la sombra del eclipse —un fenómeno que no tiene nada que ver con la búsqueda de partículas teóricas—, es llamativo que el CERN haya elegido justo el 8 de abril para una nueva puesta en marcha. Tal vez sea parte de un ritual que no entendemos para una deidad de muchos brazos...
Lo cierto es que, tras las mediciones y colisiones de este año, que se extenderán por lo menos hasta noviembre, el LHC será apagado nuevamente, esta vez por un periodo de tres años, durante el cual se construirá la próxima versión del acelerador: el LHC de Alta Luminosidad (HL-LHC), que proporcionará haces de protones diez veces más intensos.
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