Un espeleólogo que exploraba imágenes satelitales con Google Earth en busca de cuevas realizó un hallazgo sorprendente en la vasta llanura de Nullarbor, en el sur de Australia: una enorme cicatriz en el terreno.

Descubren una «cicatriz» de 11 kilómetros en una remota llanura de Australia

La asombrosa cicatriz en el paisaje.

La cicatriz tiene 11 kilómetros de largo y un ancho de entre 160 y 250 metros. Tras analizar imágenes satelitales y visitar el lugar, un equipo de científicos de la Universidad de Curtin concluyó que se trataba de la marca dejada por un tornado de categoría F2 o F3 que duró entre 7 y 13 minutos. Este tipo de tornados, con vientos que superan los 200 km/h, son lo suficientemente fuertes como para arrancar árboles, erosionar el suelo y transformar el paisaje.

El análisis de los expertos permitió fechar el tornado responsable casi dos años atrás, entre el 16 y el 18 de noviembre de 2022. Las fotografías también mostraron patrones circulares asociados con lluvias intensas, lo que confirmó la relación con una tormenta severa.

Llanura de Nullarbor

Una poderosa tormenta eléctrica atravesó la llanura de Nullarbor el día en que ocurrió el tornado. Crédito: Matej Lipar et al.

Tecnología al servicio de la ciencia

Si bien los tornados suelen asociarse con las Grandes Llanuras de Estados Unidos, también ocurren en Australia, aunque con menor frecuencia. El primero registrado en el país data de 1795, cerca de Sídney. Sin embargo, en regiones remotas como la llanura de Nullarbor, estos fenómenos suelen pasar desapercibidos debido a la ausencia de testigos y de daños en infraestructuras. De hecho, el que dejó la cicatriz es apenas el cuarto documentado en esta región —todos registrados en el mes de noviembre—.

Mapa que muestra los eventos de tornados en Australia Occidental y Australia del Sur entre 1795 y 2014. La ubicación de la cicatriz del tornado estudiada está marcada con un punto rojo. Crédito: Archivo de Tormentas Severas/Oficina de Meteorología de Australia.

Herramientas como Google Earth permiten descubrir fenómenos naturales en lugares inaccesibles, funcionando como una especie de «lupa desde el espacio». En este caso, fue el espeleólogo quien, desde su hogar, detectó las inusuales características del terreno y, a pesar de la ausencia de testigos, reveló la «escena del crimen» de un evento extremo que habría pasado inadvertido.

El estudio del tornado, publicado en la revista Journal of Southern Hemisphere Earth Systems Science, destaca la importancia de combinar estas tecnologías modernas con investigaciones de campo. Además, nos recuerda la ferocidad e imprevisibilidad de la naturaleza, capaz de transformar el paisaje sin que nadie lo note.

Fuente: The Conversation. Edición: MP.

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