La línea, del texto sagrado hindú Bhagavad-Gita, ha llegado a definir a Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica. Pero su significado es más complejo de lo que muchos creen.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Oppenheimer fue el jefe del Laboratorio Nacional de Los Álamos, el lugar de nacimiento del Proyecto Manhattan que produjo las primeras armas nucleares.

Fue allí, mientras presenciaba la primera detonación de un arma nuclear el 16 de julio de 1945, que una escritura hindú pasó por su mente: «Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos». Es, quizás, la línea más conocida del Bhagavad-Gita, pero también la más incomprendida.

«Sabíamos que el mundo no sería el mismo», recordó más tarde el llamado padre de la bomba atómica. «Algunas personas se rieron, algunas lloraron, la mayoría guardó silencio».

Oppenheimer, al observar la bola de fuego de la prueba nuclear Trinity, se volvió hacia el hinduismo. Y si bien nunca se convirtió en hindú en el sentido devocional, encontró en dicha filosofía una guía útil para estructurar su vida. Era más que una simple cita de un texto sagrado, era una forma de dar sentido a sus acciones.

El Bhagavad-Gita es una escritura hindú de 700 versos, escrita en sánscrito, que se centra en un diálogo entre un gran príncipe guerrero llamado Arjuna y su auriga, el Señor Krishna, una encarnación de Vishnu. Al enfrentarse a un ejército rival que contiene a sus amigos y parientes, Arjuna entra en conflicto. Pero Krishna le enseña acerca de una filosofía superior que le permitirá llevar a cabo sus deberes como guerrero, independientemente de sus preocupaciones personales. Esto se conoce como el dharma, o deber sagrado. Es una de las cuatro lecciones clave del Bhagavad-Gita: deseo o lujuria; riqueza; el deseo de rectitud o dharma; y el estado final de liberación total, o moksha.

Buscando su consejo, Arjuna le pide a Krishna que le revele su forma universal. Krishna obedece, y en el verso doce del Gita se manifiesta como un ser sublime y aterrador de muchas bocas y ojos. Es este momento el que entró en la mente de Oppenheimer en julio de 1945. «Si el resplandor de un millar de soles brillasen al unísono en el cielo, sería como el esplendor de la creación», fue la traducción del célebre físico nuclear estadounidense de ese instante en el desierto de Nuevo México.

Trinity fue la primera prueba de un arma nuclear por los Estados Unidos. Por tanto, fue la primera explosión en la historia de un arma de este tipo. Tuvo lugar el 16 de julio de 1945. La bomba detonada usaba como material fisionable plutonio, igual que la lanzada más tarde sobre Nagasaki, Japón.

En el hinduismo, que tiene un concepto no lineal del tiempo, el gran dios no sólo está involucrado en la creación, sino también en la disolución. En el verso treinta y dos, Krishna dice la línea que Oppenheimer trajo a la atención mundial.

La cita «Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos» es literalmente «el tiempo que destruye el mundo»; la manera en que el maestro de sánscrito de Oppenheimer eligió traducir «tiempo» como «muerte» es una interpretación común. Su significado es simple: independientemente de lo que haga Arjuna, todo está en manos de lo divino.

Arjuna es un soldado, tiene el deber de luchar. Krishna, no Arjuna, determinará quién vive y quién muere y Arjuna no debe llorar ni regocijarse por lo que el destino le depara, sino que debe estar sublimemente desapegado de tales resultados.

Y, en última instancia, lo más importante es que debe ser devoto de Krishna. Su fe salvará el alma de Arjuna.

El Señor Krishna le dice y le muestra todo a Arjuna. Crédito: Mahavir Prasad Mishra.

Pero Oppenheimer, aparentemente, nunca pudo lograr esta paz. En una especie de sentido crudo que ninguna vulgaridad, ningún humor, ninguna exageración puede extinguir por completo, dijo dos años después de la explosión de Trinity: «Los físicos han conocido el pecado; y este es un conocimiento que no pueden perder».

El científico tampoco parece pensar que el alma es eterna, mientras que el Arjuna del texto hindú sí. El cuarto argumento en el Gita es realmente que la muerte es una ilusión, que no nacemos y no morimos. Esa es realmente la filosofía: que solo hay una conciencia y que toda la creación es una obra maravillosa.

Asimismo, Oppenheimer, se puede inferir, nunca creyó que los inocentes asesinados en Hiroshima y Nagasaki no sufrirían. Si bien llevó a cabo su trabajo con diligencia, nunca pudo aceptar que esto podría liberarlo del ciclo de la vida y la muerte. En marcado contraste, Arjuna se da cuenta de su error y decide unirse a la batalla.

Foto de Oppenheimer para el servicio de seguridad del Laboratorio Nacional de Los Álamos.

Krishna dice que simplemente tienes que cumplir con tu deber como guerrero. Si fueras un sacerdote no tendrías que hacer esto, pero eres un guerrero y tienes que hacerlo. En el esquema más amplio de las cosas, presumiblemente la bomba representó el camino de la batalla contra las fuerzas del mal, que fueron personificadas por las fuerzas del fascismo.

Para Arjuna, puede haber sido relativamente fácil ser indiferente a la guerra porque creía que las almas de sus oponentes vivirían a pesar de todo. Pero Oppenheimer sintió agudamente las consecuencias de la bomba atómica. No tenía la confianza de que la destrucción, en última instancia, era una ilusión. La aparente incapacidad de del científico para aceptar la idea de un alma inmortal siempre pesaría mucho en su mente.

Últimos años

Oppenheimer, debido a su conciencia y arrepentimiento por fabricar armas de destrucción masiva tan horribles, se opuso al desarrollo de la bomba de hidrógeno en 1949. A menudo se piensa que esta bomba fue la respuesta de la administración Truman a la adquisición soviética de la bomba atómica. Debido a este movimiento inesperado, Edward Teller, su colega en Los Álamos, fue nombrado director del nuevo proyecto. El patriotismo de Oppenheimer también sería cuestionado e incluso fue acusado de «simpatías comunistas» debido a pasadas afiliaciones políticas de izquierda.

Por el resto de su vida, evitó la política y desempeñó sus funciones como director del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Recibió el Premio Enrico Fermi en 1963 por «contribuciones a la física teórica como maestro y creador de ideas, y por el liderazgo del Laboratorio de Los Álamos y el programa de energía atómica durante años críticos».

Oppenheimer murió de cáncer de garganta en Princeton el 18 de febrero de 1967. Una película sobre su historia será estrenada el 21 de julio de 2023:

Por James Temperton/Rev. Dr. Stephen Thompson. Edición: MP.

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