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Un nuevo análisis sobre la icónica Señal Wow!, la potente y enigmática transmisión de radio detectada en 1977, ha arrojado nueva luz sobre su posible origen. Un estudio publicado el pasado 15 de agosto de 2025 sugiere que la señal probablemente no fue un mensaje extraterrestre ni una interferencia terrestre, sino un fenómeno astrofísico natural.
Investigadores del proyecto Arecibo Wow! de la Universidad de Puerto Rico, liderados por el astrobiólogo Abel Méndez, han reexaminado los datos originales del radiotelescopio Big Ear junto con décadas de observaciones relacionadas que no se habían publicado. Utilizando técnicas de análisis de señales modernas, el equipo ha logrado una comprensión mucho más clara de la transmisión que desconcertó a los científicos durante casi 50 años.
El estudio, que ha sido enviado a la revista The Astrophysical Journal para su revisión por pares, descarta casi por completo la posibilidad de que la señal se originara por interferencias de radio en la Tierra. En cambio, la principal hipótesis apunta a un máser, una fuente natural de emisión de microondas estimuladas. Según los investigadores, la Señal Wow! podría haber sido un máser dentro de una nube de gas interestelar que se iluminó de forma repentina y potente.
El 15 de agosto de 1977, el astrónomo Jerry R. Ehman, mientras revisaba datos del proyecto SETI de la Universidad Estatal de Ohio, descubrió la famosa anomalía: una señal de radio extremadamente fuerte y de banda estrecha que duró 72 segundos y provenía de la constelación de Sagitario. La transmisión tenía las características de un mensaje artificial, lo que llevó a Ehman a escribir «Wow!» en el margen del informe. A pesar de los esfuerzos, la señal nunca volvió a ser detectada, dejando un misterio que ha perdurado por décadas.
Casi cincuenta años después, es precisamente ese misterio el que el equipo de Méndez ha reexaminado, aplicando técnicas modernas para obtener respuestas. Gracias a este nuevo análisis, se han logrado precisar aspectos clave que en 1977 eran imposibles de determinar: el origen de la señal se ha acotado a dos posibles campos celestes, su intensidad se ha recalculado en 250 Janskys (cuatro veces más potente de lo estimado) y su frecuencia en 1420.726 MHz, un valor dentro de la línea de hidrógeno pero con una velocidad radial inesperada.
«Nuestros resultados no resuelven el misterio de la Señal Wow!, pero nos dan la imagen más clara hasta ahora de lo que fue y de dónde vino», afirmó Méndez. «Este estudio no cierra el caso. Lo reabre, pero ahora con un mapa mucho más nítido en la mano».
Comparación de las ubicaciones previamente estimadas para la Señal Wow! (recuadros grises) con las posiciones refinadas por el Proyecto Arecibo Wow! (recuadros amarillos). Se presume que la fuente de la señal se encuentra dentro de uno de estos recuadros y más allá de las nubes de hidrógeno galáctico en primer plano, mostradas en rojo brillante. Crédito: PHL @ UPR Arecibo.
Aunque la hipótesis del máser es la más sólida, el estudio también repasa otras teorías pasadas, como la que apuntaba a una estrella similar al Sol o a un cometa pasajero, aunque esta última fue recibida con gran escepticismo por la comunidad científica. Por ahora, la explicación artificial extraterrestre parece alejarse, mientras que la maravilla de los fenómenos naturales del cosmos ocupa el centro del escenario.
Fuente: UPR Arecibo/EarthSky. Edición: MP.
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