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La misión OSIRIS-REx de la NASA ha revelado una sorpresa mayúscula tras analizar las muestras de polvo y roca del asteroide Bennu: la presencia de moléculas clave para la vida en la Tierra y rastros de un pasado acuoso que pudo haber facilitado su formación.
Jason Dworkin sostiene un vial que contiene parte de la muestra del asteroide Bennu, entregada a la Tierra por la misión OSIRIS-REx de la NASA en 2023. Dworkin es el científico del proyecto de la misión en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland. Crédito: NASA/James Tralie.
Estos hallazgos refuerzan la idea de que las condiciones necesarias para el origen de la vida eran comunes en el sistema solar primitivo, aumentando la probabilidad de que la vida haya surgido en otros planetas o lunas.
«OSIRIS-REx ya está reescribiendo lo que entendemos sobre los inicios de nuestro sistema solar», afirmó Nicky Fox, administradora del Directorio de Misiones Científicas de la NASA. «Los asteroides funcionan como cápsulas del tiempo que nos ayudan a comprender los ingredientes que existían antes del origen de la vida en la Tierra».
Los resultados, publicados en las revistas Nature y Nature Astronomy, detallan la detección de 14 de los 20 aminoácidos esenciales para la formación de proteínas en nuestro planeta, así como las cinco bases nitrogenadas fundamentales para el ADN y el ARN. Estas moléculas biológicas podrían haberse originado en el espacio antes de llegar a la Tierra primitiva.
Este mosaico de Bennu se creó utilizando observaciones realizadas por la nave espacial OSIRIS-REx. Crédito: NASA/Goddard/U. Arizona.
Otro descubrimiento sorprendente es la gran cantidad de amoníaco presente en las muestras de Bennu. Este compuesto es crucial en la síntesis de moléculas más complejas, como los aminoácidos, cuando interactúa con formaldehído, otra sustancia detectada en el material del asteroide.
La importancia de estos hallazgos radica en que los bloques de construcción de la vida ya se habían identificado en meteoritos, pero esta es la primera vez que se encuentran en una muestra prístina recolectada en el espacio, sin contaminación terrestre. Esto sugiere que objetos formados lejos del Sol pudieron haber sido una fuente clave de compuestos orgánicos en el sistema solar.
Además de los compuestos orgánicos, los científicos identificaron 11 minerales en Bennu, incluyendo calcita, halita y silvita, que indican la presencia de agua salada en el pasado. Estos minerales se forman cuando el agua rica en sales se evapora con el tiempo, dejando atrás depósitos sólidos. Este proceso, que podría haber durado miles de años, se ha observado en otros cuerpos celestes, como Ceres y Encélado.
Granos de halita y silvita en la muestra de Bennu OREX-501070-0. Crédito: T.J. McCoy et al., Nature, 2025.
El equipo de investigadores también detectó por primera vez en una muestra extraterrestre el mineral trona, un compuesto que se forma en entornos acuosos alcalinos. La presencia de estos minerales sugiere que Bennu alguna vez albergó un ambiente propicio para la química prebiótica.
Uno de los misterios sin resolver es la razón por la cual los aminoácidos en nuestro planeta presentan una orientación molecular específica (levógira), mientras que en Bennu se encontraron en cantidades iguales tanto en su versión izquierda como derecha. Esta simetría podría indicar que en la Tierra primitiva los aminoácidos comenzaron con esta distribución antes de inclinarse hacia una preferencia estructural.
«OSIRIS-REx ha sido una misión increíblemente exitosa», destacó Jason Dworkin, científico del proyecto en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. «Nuestros datos muestran que el sistema solar estuvo repleto de los componentes básicos para la vida. La gran pregunta sigue siendo: ¿por qué hasta ahora solo hemos detectado vida en la Tierra?».
Con más análisis en curso, las muestras de Bennu podrían aportar más respuestas sobre el papel que desempeñaron los asteroides en la aparición de la vida y sobre la posibilidad de que existan otras formas de vida en el universo.
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