Cuando uno piensa en actividad volcánica a lo largo y ancho del sistema solar probablemente imagina los muchos volcanes de la Tierra, aquellos en la superficie de Io —luna de Júpiter, los enormes (pero extintos) volcanes de Marte, y quizás también los gélidos volcanes en Titán —luna de Saturno. Pero hubo un tiempo en la historia de nuestro sistema solar cuando la lava fluía de las ardientes calderas volcánicas en mundos como Mercurio y hasta nuestra propia Luna.

Jóvenes depósitos volcánicos cercanos al cráter Maskelyne, la Luna.

Jóvenes depósitos volcánicos cercanos al cráter Maskelyne, la Luna.

Tradicionalmente se piensa que los volcanes de nuestra luna se enfriaron hace mucho tiempo —entre 1000 y 1500 millones de años atrás. Sin embargo, recientes descubrimientos realizados por el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA, muestran algunos lugares de la Luna que han experimentado actividad volcánica en fechas muy posteriores, ¡tanto como hace solo 33 millones de años!

Claro que 33 millones de años no suena muy «reciente» para nosotros, pero a escala geológica es como si hubiera sucedido la semana pasada.

Pequeñas áreas de lo que parecen ser depósitos basálticos «modernos» de lava han sido identificados en imágenes tomadas por la cámara del LRO sobre la cara visible de la Luna. Estos «parches irregulares» se dispersan a través de las llanuras volcánicas oscuras de la Luna y se caracterizan por una mezcla de círculos, montículos suaves y poco profundos, junto a parches de terreno accidentado —lo que es indicador de una temprana edad.

Hasta ahora, se sabía de la existencia de un área más grande, llamada Ina, que ha sido estudiada y fotografiada desde la órbita lunar por los astronautas del Apolo 15. Ina parecía ser una característica única, hasta que los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona y de la Universidad Westfälische Wilhelms de Alemania, descubrieron muchas regiones similares en imágenes de alta resolución tomadas por LRO. En total, el equipo identificó un total de 70 zonas de este tipo en la cara visible de la Luna.

Una vista oblicua de Ina (2 km de largo) tomada por la cámara del LRO.

Una vista oblicua de Ina (2 km de largo) tomada por la cámara del LRO.

Estos resultados tienen implicaciones importantes para cómo se cree que es el interior de la Luna. «La existencia y la edad de los parches nos dicen que el manto lunar tuvo que permanecer lo suficientemente caliente como para proporcionar el magma de las erupciones de pequeño volumen que crearon estas características inusuales más jóvenes», ha apuntado Sarah Braden, una de las autoras del estudio publicado en Nature Geoscience.

De hecho, la nueva información es difícil de conciliar con lo que actualmente se piensa acerca de este tema. «Estas jóvenes características volcánicas serán los principales objetivos para la exploración futura, tanto robótica como humana», concluye el investigador Mark Robinson de la NASA.

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