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Esporas de la especie bacteriana Bacillus subtilis pueden sobrevivir durante al menos seis años cuando se exponen al medio ambiente espacial, algo que refuerza la teoría de la panspermia.
Así lo ha asegurado el físico de la Universidad de Hawái Jeff Kuhn, asesor de Breakthrough Starshot, iniciativa que trabaja en desarrollar tecnología para acelerar pequeñas naves espaciales a vela hasta un 20 por ciento de la velocidad de la luz, usando potentes láseres. Su destino sería el planeta Próxima b, tras un viaje de 20 años.
A su juicio, este proyecto representa una gran oportunidad para demostrar que la vida puede haberse extendido entre sistemas estelares por la Vía Láctea, y quizás por todo el Universo.
«Creo que sería divertido colocar en una de estas naves una pequeña colonia de Bacillus, enviarla durante 20 años, encenderla, darle algunos nutrientes y ver si todavía está viva, solo para decidir experimentalmente si la panspermia funciona sobre distancias interestelares», dijo Kuhn durante una conferencia celebrada en Stanford por Breakthrough Discuss, informa Space.com.
Ese comentario suscitó la intervención de Philip Lubin, profesor de física en la Universidad de California, Santa Bárbara, quien es un actor clave en el desarrollo del sistema de propulsión láser de Starshot.
«Una parte de nuestro programa —al menos en el lado de la NASA, porque aún no lo hemos despejado con Breakthrough— es realmente poner organismos a dormir, en modo de estasis», dijo Lubin. «Y hay ciertos organismos conocidos como C. elegans, a los que vamos a incorporar el ADN humano y enviarlos a bordo para luego despertarlos a la llegada», agregó Lubin, quien reconoció que se trata de un asunto controvertido.
Según los defensores de la panspermia, es posible que las formas de vida se muevan de un sistema estelar a otro. Por ejemplo, esporas microscópicas robustas podrían ser transportadas a grandes distancias por la presión de radiación estelar. O cuerpos frígidos que orbitan lejos de sus estrellas podrían venir bajo el oscilación gravitacional de un sol vecino.
«Sabemos que hay portadores interestelares: La Nube de Oort fácilmente se transfiere de un sistema solar a otro», concluye Kuhn.
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