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En la antigüedad, la trepanación era una práctica médica que podía ser fatal y se realizaba con el objetivo de eliminar enfermedades consideradas de origen cerebral. Sin embargo, según una nueva investigación científica, los rusos de la Edad de Bronce se valían del doloroso procedimiento con fines rituales, reservado principalmente para las clases sociales altas.
Arqueólogos del Instituto Arqueológico Alemán en Berlín y la Academia de Ciencias de Rusia en Moscú, han estudiado 13 cráneos de cuerpos desenterrados en ancestrales sitios funerarios al suroeste de Rusia. Lo que une a los cráneos estudiados es que todos tienen un orificio y marcas en el mismo sitio, el medio de la nuca, un punto particularmente peligroso para cualquier cirugía.
El estudio, publicado en el American Journal of Physical Anthropology, explica que los orificios se distinguen por ubicarse en una zona diferente a aquella observada en trepanaciones realizadas hace 11.000 años en el oeste de Asia.
«Tal vez el propósito original de estas trepanaciones era médico, pero al parecer con el tiempo cambió y pasó a ser un tratamiento simbólico», dice Julia Gresky del Instituto Arqueológico de Berlín, según reporta Science News. «En las tomografías computarizadas efectuadas no se encontró evidencia alguna de heridas o tumores cerebrales que requirieran cirugía».
Estudios previos han demostrado que la trepanación ha sido llevada a cabo tanto por razones médicas como místicas, y de su práctica tenemos indicios desde la era neolítica, pues se han descubierto cráneos trepanados. Se cree, por pinturas encontradas en cuevas, que el hombre neolítico creía que este tipo de cirugía podía curar ataques de epilepsia, migrañas y desórdenes mentales.
María Mednikova, de la Academia de Ciencia de Rusia, quien no participó del estudio, está de acuerdo en que los cráneos fueron parte de un ritual de trepanación, un rito de pasaje para los individuos de las clases altas con roles importantes en su sociedad. «No sabemos mucho de los mitos y religiones de las tribus que vivieron allí hace 6.000 años», agrega la experta, que además destaca que en todos los entierros analizados, los cuerpos fueron enterrados con cuidados solo reservados para la élite de la época.
Desde luego, hacer un agujero en la cabeza de alguien era tan potencialmente fatal que los «cirujanos» de la antigüedad debían saber cómo cortar el hueso sin dañar el cerebro, como así también cómo detener el sangrado si era necesario.
A pesar de los riesgos, 11 de los 13 cráneos analizados muestran señales de cicatrización y regeneración del hueso, probando que los individuos trepanados sobrevivían a la operación, en muchos casos, por años.
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