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Los hombres y mujeres que sirvieron a la realeza inca en Machu Picchu no eran locales; procedían de tierras lejanas conquistadas por el imperio, según ha determinado un nuevo estudio.
Los incas gobernaron la región andina de América del Sur desde principios del siglo XV hasta mediados del siglo XVI, cuando los españoles derrocaron el imperio. Más de un siglo antes de la invasión europea, los incas construyeron un enorme palacio en lo alto de las montañas del sur de Perú, probablemente para el emperador inca Pachacuti, que reinó entre 1438 y 1471. Pero se sabe poco sobre los orígenes y la vida de los sirvientes que trabajaban en el estado machupicchense.
Aproximadamente 750 personas vivían en el sitio —incluido el emperador, otros miembros de la realeza inca, invitados y sirvientes permanentes— durante la temporada alta entre mayo y octubre, según el estudio.
Muchos miembros de la realeza fueron atendidos por hombres conocidos como «yanacona», que no eran incas. Más bien, a menudo se tomaban de las tierras conquistadas y se presentaban como obsequios al emperador. Las mujeres conocidas como «aclla» también fueron sacadas de sus tierras natales y entregadas como esposas a estos sirvientes varones. Juntos, el yanacona y la aclla atendían las necesidades del emperador y sus invitados mientras participaban en banquetes, cantos, bailes y cacerías y realizaban importantes ceremonias religiosas.
Durante el último siglo de trabajo arqueológico en Machu Picchu, los investigadores han descubierto las tumbas de casi 200 personas que murieron entre los años 1420 y 1532. Dada la cerámica simple y de estilo no inca de los ajuares, durante mucho tiempo se ha asumido que estas cuevas funerarias albergaban los restos de los sirvientes yanacona y aclla que atendían a la familia real. Investigaciones anteriores que utilizaron análisis bioquímicos sugirieron además un alto nivel de diversidad étnica entre la población del entierro de la antigua ciudadela.
Para probar aún más la hipótesis de que las personas sepultadas en Machu Picchu eran sirvientes que fueron traídos allí desde diferentes partes de América del Sur, un equipo dirigido por la arqueóloga Lucy Salazar, de la Universidad de Yale, analizó los datos de ADN antiguo de 34 personas encontradas en los cuatro cementerios de Machu Picchu, así como el ADN de 36 pueblos antiguos y modernos del Valle de Urubamba —también llamado Valle Sagrado— al norte de la capital inca del Cusco.
Los resultados revelaron que «Machu Picchu era, de manera sustancial, más diversa genéticamente [...] que las aldeas rurales contemporáneas en los Andes».
Además, el equipo encontró una diferencia significativa entre los ancestros genéticos de los sirvientes masculinos y femeninos: la mayoría de los hombres procedían de las regiones montañosas, mientras que las mujeres tenían ascendencias mucho más diversas fuera de las tierras altas.
Al probar la relación biológica de los esqueletos, los investigadores encontraron solo un par de parientes de primer grado: una madre y una hija enterradas cerca una de la otra. La madre parece haber venido de las tierras bajas amazónicas, mientras que la hija creció en las tierras altas o en la costa de los Andes.
La falta de relaciones biológicas adicionales sugiere que los sirvientes llegaron a Machu Picchu como individuos y no como comunidades o familias extensas, concluyeron los autores del estudio publicado en Science Advances.
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1 comentario
4:11
Vamos, que los conquistaban, los sometían y los esclavizaban (todos imaginamos para qué).
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