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Lejos de calamidades del planeta Tierra, nuestro sol ha tenido un año más bien tranquilo... hasta ahora, porque los astrónomos confirmaron este martes que el astro salió de su mínimo e inició el ciclo solar número 25.
Desde que se empezó a seguir el rastro a las oscuras manchas solares en el siglo XVIII, los humanos hemos notado un patrón de quiescencia y temperamento que se repite cada 11 años. Hasta ahora, 24 de estos ciclos han sido registrados y, de acuerdo a un Panel de Predicción del Ciclo Solar copatrocinado por la NASA y la NOAA, diciembre pasado marcó el inicio del número 25.
Es obvio que esto no puede ser notado tan fácil. No hubo resplandores ni trompetas cósmicas que nos avisaran, solo la aparición de sombras de baja temperatura llamadas manchas solares en altas latitudes de la estrella.
Y es que, en la práctica, las variaciones en el comportamiento del Sol hacen imposible identificar un nuevo inicio de ciclo hasta que este ha pasado. De hecho, en esta ocasión los astrónomos tuvieron que analizar datos de los pasados ocho meses para confirmarlo.
«Llevamos un registro detallado de las pocas manchas solares que marcaron el surgimiento del ciclo 25», explicó Frédéric Clette, director del Centro de Datos Mundiales dedicado a esta tarea. «Estos son diminutos heraldos de las futuras llamaradas. Solo a través del rastreo de tendencias generales a lo largo de varios meses es que podemos determinar el punto culmine entre dos ciclos».
Con el mínimo solar detrás de nosotros, los científicos esperan que la actividad del Sol aumente hacia el próximo máximo previsto en julio de 2025.
Doug Biesecker, copresidente del panel y físico solar del Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) de la NOAA en Boulder, Colorado, dijo que se prevé que el nuevo ciclo será tan fuerte como el último ciclo solar, que fue un ciclo por debajo del promedio, pero no exento de riesgos.
«El hecho de que sea un ciclo solar por debajo del promedio no significa que no haya riesgo de clima espacial extremo», dijo Biesecker. «El impacto del sol en nuestra vida diaria es real y está ahí», comentó, en alusión a los potenciales efectos que las tormentas magnéticas desencadenadas por las llamaradas solares tienen en nuestro planeta, especialmente en redes de telecomunicaciones y energía.
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