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Una inscripción descubierta recientemente en un antiguo peine de marfil es el ejemplo más antiguo de una oración escrita con un alfabeto que eventualmente evolucionaría hasta convertirse en el conjunto de letras que estás traduciendo en palabras en este momento.
El instrumento de dientes finos fue desenterrado hace varios años en Tel Lachish, una antigua ciudad cananea en las estribaciones del centro de Israel, pero recién ahora los científicos han notado que estaba grabado con 17 letras diminutas.
Juntas, las marcas apenas perceptibles forman siete palabras separadas, «ytš ḥṭ ḏ lqml śʿ[r w]zqt», que se traduce aproximadamente como ‘Que este colmillo elimine los piojos del cabello y la barba’.
El mensaje de esperanza, que se cree que fue escrito alrededor de 1700 a.C., es la primera oración confiable que los arqueólogos han encontrado en un dialecto cananeo. Algo monumental considerando que la escritura cananea —también conocida como el alfabeto fenicio— es el ejemplo más antiguo conocido de un alfabeto, uno que sería adaptado y adoptado por culturas de todo el mundo.
La mayoría de los alfabetos modernos ahora provienen de estas letras antiguas originales, incluidos el árabe, el griego, el hebreo, el latín y el ruso.
Aunque los pictogramas que forman la base de la escritura china moderna se remontan a unos 5.000 años, el sistema de radicales y símbolos que componen sus caracteres no necesariamente contribuye a la base fonética de las palabras de la misma manera.
Y aunque hay muchos otros ejemplos de letras aisladas que representan esta escritura cananea temprana, ninguno se ha unido en algo legible y significativo.
«Esta es la primera oración que se encuentra en el idioma cananeo en Israel», explicó el arqueólogo Yosef Garfinkel de la Universidad Hebrea de Jerusalén en Israel. «Hay cananeos en Ugarit en Siria, pero escriben en una escritura diferente, no el alfabeto que se usa hasta hoy. La inscripción del peine es evidencia directa del uso del alfabeto en las actividades diarias hace unos 3.700 años. Es un hito en la historia de la capacidad humana para escribir».
El peine en sí está hecho de marfil de colmillo de elefante y mide solo 3,66 centímetros de largo y 2,51 centímetros de ancho. La inscripción superficial en su cuerpo es aún más pequeña. Algunas letras no miden más de un milímetro. Otras se han desvanecido hasta el punto en que son prácticamente ilegibles, lo que los hace difíciles de interpretar sin sus vecinas como contexto.
Un lado del peine contiene los restos de seis dientes grandes, probablemente para cepillarse el cabello, mientras que el otro lado muestra restos de 14 dientes finos, muy probablemente para quitar los piojos y sus liendres.
En el lado más fino del peine, se encontró un diente que contenía el exterior duro de un piojo de hace mucho, mucho tiempo —aunque no es la evidencia más antigua de piojos que se haya encontrado, algunas datan de al menos 10.000 años—.
El marfil utilizado para hacer el peine probablemente fue importado de elefantes en Egipto, lo que sugiere que el material estaba destinado a alguien lo suficientemente rico como para permitirse un lujo extranjero. Los hallazgos sugieren que los piojos de la cabeza plagaron incluso a las clases ricas de la antigua Jerusalén, tanto que se diseñó un peine especial para su erradicación.
Se han encontrado hechizos y maleficios escritos en el alfabeto cananeo antes, pero la mayoría de las maldiciones están dirigidas a los humanos. La inscripción en el peine se lanza a un parásito humilde y probablemente fue escrita varios siglos antes que otros ejemplos. Asimismo, a juzgar por el estilo de las letras arcaicas, los expertos creen que las palabras reales se escribieron en la «etapa más temprana del desarrollo del alfabeto», no mucho después de que surgiera el alfabeto cananeo.
Es decir, una vez que los humanos tuvimos un lenguaje escrito, no nos tomó mucho tiempo comenzar a maldecir cualquier cosa que nos molestara.
El estudio sobre este antiguo peine y si inscripción ha sido publicado en el Jerusalem Journal of Archaeology.
Fuente: EurekAlert/SciAl. Edición: MP.
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