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Un fragmento de una sonda soviética lanzada hace más de medio siglo regresará a la Tierra de manera incontrolada el próximo fin de semana, y aún no se sabe dónde podría caer. Se trata del módulo de descenso de la misión Kosmos 482, una nave lanzada por la Unión Soviética en 1972 como parte del programa Venera, cuyo objetivo era estudiar la superficie de Venus.
Diseñada para resistir las extremas condiciones del planeta vecino, la nave nunca alcanzó su destino debido a un fallo en la etapa superior del cohete Soyuz que la impulsó, lo que la dejó atrapada en una órbita elíptica alrededor de la Tierra. Mientras que el cuerpo principal del satélite reingresó a la atmósfera en 1981, el módulo de descenso —más pequeño pero altamente resistente— ha permanecido en el espacio durante más de 50 años.
Ahora, según análisis de telescopio realizados por el investigador y experto en vigilancia espacial Marco Langbroek, del Instituto Técnico de Delft (Países Bajos), se estima que el módulo reingresará a la atmósfera terrestre alrededor del 10 de mayo, con un margen de error de varios días.
Una réplica de museo de la cápsula de descenso Venera 8, que se encuentra en una órbita degradante alrededor de la Tierra. Crédito: NASA.
Lo que preocupa a los expertos es que esta cápsula, de aproximadamente 495 kilogramos y 1 metro de diámetro, fue construida para soportar la atmósfera infernal de Venus, lo que aumenta las probabilidades de que sobreviva al reingreso terrestre sin desintegrarse.
«Aunque los riesgos no son particularmente altos, no son nulos», advirtió Langbroek en una publicación reciente. Se estima que la cápsula podría impactar a una velocidad de 242 km/h, similar a la de un meteorito. Y debido a su inclinación orbital de 52 grados, podría caer en cualquier parte del planeta entre los 52° de latitud norte y sur, lo que abarca amplias zonas de Europa, Asia, América, África y Australia. No obstante, la mayor probabilidad es que termine en el océano, como ocurrió con la fallida misión Phobos-Grunt en 2011.
Kosmos 482 fue la nave gemela de Venera 8, que logró aterrizar en Venus en julio de 1972 y transmitir datos durante 50 minutos antes de ser destruida por la intensa presión y calor del planeta.
A medida que el módulo continúa su caída incontrolada, los observadores espaciales monitorean de cerca su trayectoria para determinar con mayor precisión el momento y lugar del reingreso.
Por ahora, el mundo espera con atención el desenlace de esta reliquia de la era espacial soviética.
Fuente: SatTrackCam/LSci. Edición: MP.
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