El terremoto que sacudió México el pasado 19 de septiembre tuvo repercusiones en un lugar inesperado.

Crédito: US National Park Service/A. Chaudoin.

El lunes 19 de septiembre de 2022 un sismo de magnitud 7.7 sacudió la costa del Pacífico de México a las 11:05 a.m. (1:05 p.m. de CDMX). Cinco minutos después y a 2.400 kilómetros de distancia, una investigadora del Parque Nacional del Valle de la Muerte notó algo extraño.

La técnica en ciencias biológicas Ambre Chaudoin estaba observando la famosa caverna de piedra caliza conocida como Hoyo del Diablo (Devils Hole) cuando la entrada al acuífero del desierto, generalmente tranquila, comenzó a agitarse y arremolinarse.

«Este es un gran terremoto, donde sea que este pasando», se puede escuchar a Chaudoin decir en el fondo de su metraje. «Creo que nunca había estado aquí cuando hubo un terremoto tan grande».

Muy pronto, la voz de Chaudoin y las voces de otros a su alrededor fueron ahogadas por el rompimiento y la succión de las olas generadas, que el Servicio de Parques Nacionales de EE.UU. (NPS) anunció más tarde que alcanzó más de un metro de altura a las 11:35 a.m.

Tsunami del desierto

Técnicamente, cuando un terremoto agita un lago o un cuerpo de agua parcialmente cerrado, se conoce como seiche. Pero cuando esto ocurre en un ambiente árido como el del Valle de la Muerte y sus alrededores, se lo conoce coloquialmente como un «tsunami del desierto».

Si bien no son tan gigantes como un tsunami oceánico, estas olas son mucho más grandes de lo que generalmente se ve en esta caverna parcialmente llena.

«El Hoyo del Diablo es una ventana a este vasto acuífero y un indicador inusual de actividad sísmica en todo el mundo», se lee en una explicación en el sitio web de NPS. «Grandes terremotos en lugares tan lejanos como Japón, Indonesia y Chile han causado que salpicones de agua en la caverna, tal como si golpearas el agua de una bañera».

Estas olas provocadas por terremotos han alcanzado previamente hasta 2 metros de altura, y en estos eventos extremos, el agua puede arrastrar algas y diatomeas fuera de la plataforma iluminada por el sol del agujero.

Cachorritos del Hoyo del Diablo

Lo último puede ser un problema grave para la población aislada de los llamados «cachorritos del hoyo» (Cyprinodon diabolis), una especie de pez endémica que se ha estado alimentando y desovando en la plataforma de la cueva durante más de 10.000 años.

Hoy en día, el cachorrito del hoyo está en peligro crítico, aunque recientemente su número ha mostrado signos de recuperación. Hace nueve años, solo quedaban 75 especímenes en el Hoyo del Diablo. Este año, un recuento formal en marzo llegó a 175.

Cyprinodon diabolis es una especie de peces de la familia de los ciprinodóntidos en el orden de los ciprinodontiformes. Según la Lista Roja de la UICN es una especie en peligro crítico de extinción.

Todavía no está claro por qué están sufriendo estos peces. No todos los tsunamis del desierto son eventos mortales para estas criaturas, pero ciertamente son un factor de riesgo dada la cantidad limitada de nutrientes disponibles en el hábitat de 152 metros de profundidad.

Las olas en el Hoyo del Diablo en realidad pueden ayudar al ecosistema, limpiando la plataforma de materia orgánica que puede agotar el oxígeno del acuífero con el tiempo.

«Esto reinicia el sistema», dijo Kevin Wilson, ecologista acuático de NPS, al LA Times. «Pero si estas olas son lo suficientemente poderosas, también pueden lavar demasiado».

Michael Schwimm, biólogo especializado en peces del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU., bajando al Hoyo del Diablo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Ash Meadows en Nevada, el cual es administrado por el Parque Nacional del Valle de la Muerte. Crédito: Brian van der Brug/Los Angeles Times.

Afortunadamente, no se encontraron cachorritos muertos después del terremoto de México, pero no está claro cuántas algas se llevaron las olas o cuántas huevas de pescado pudieron haber aplastado las salpicaduras.

Este fenómeno reciente es un buen recordatorio de que un desastre en una parte del mundo muy bien puede impactar en un ecosistema o especie ignorada a miles de kilómetros de distancia.

Fuente: NPS/SciAl. Edición: MP.

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