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Los científicos creen que estas manchas podrían ser producto de procesos químicos —posiblemente microbianos— similares a los que ocurren en la Tierra.
En julio pasado, tras descubrir y tomar muestras de una roca fascinante que presenta algunas indicaciones de haber albergado vida microbiana hace miles de millones de años, quedó claro que una zona en particular en el cráter Gale, conocida como Bright Angel, tenía más para ofrecer.
Aproximadamente 20 soles (días marcianos) después de avanzar hacia el sur desde Bright Angel, cruzando Neretva Vallis, llegó hasta Serpentine Rapids. Fue en esta nueva zona a explorar que el Perseverance utilizó su herramienta de abrasión para crear una superficie desgastada en una llamativa roca roja expuesta llamada «Wallace Butte». El parche de abrasión, de 5 cm de diámetro, reveló una sorprendente variedad de colores blanco, negro y verde en el interior de la roca.
Una de las mayores sorpresas para el equipo fue la presencia de manchas de color verde apagado dentro del parche de abrasión, que están compuestas por núcleos de tonos oscuros con bordes difusos de color verde claro.
En la Tierra, las rocas rojas —a veces llamadas «estratos rojos»— suelen obtener su color del hierro oxidado (Fe3+), la misma forma de hierro que le da a nuestra sangre su color rojo, o el tono rojizo del metal oxidado. Manchas verdes como las observadas en la abrasión de Wallace Butte son comunes en los antiguos «estratos rojos» terrestres y se forman cuando el agua líquida se filtra a través del sedimento antes de que este se endurezca, provocando una reacción química que transforma el hierro oxidado en su forma reducida (Fe2+), lo que da lugar a una tonalidad verdosa. En nuestro planeta, a veces los microbios están involucrados en esta reacción de reducción del hierro. Sin embargo, estas manchas verdes también pueden originarse por la descomposición de materia orgánica, que crea condiciones localmente reductoras. Las interacciones entre el azufre y el hierro, asimismo, son capaces de crear condiciones reductoras sin la intervención de vida microbiana.
«Desafortunadamente, no hubo suficiente espacio para colocar de forma segura el brazo del rover con los instrumentos SHERLOC y PIXL directamente sobre una de las manchas verdes en el parche de abrasión, por lo que su composición sigue siendo un misterio», dijo la NASA en un comunicado. «Sin embargo, el equipo permanece atento a características similares y sorprendentes en las rocas».
Los equipos de ciencia e ingeniería están ahora enfrentando un terreno increíblemente empinado mientras Perseverance asciende el borde del cráter Jezero, donde espera revelar más secretos que podrían guardar las antiguas rocas.
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