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Esta anomalía podría estar relacionada con cambios en las corrientes oceánicas o con eventos astrofísicos ocurridos hace aproximadamente 10 millones de años.
El berilio-10 (10Be) es un isótopo raro que se genera cuando los rayos cósmicos interactúan con el oxígeno y el nitrógeno en la atmósfera terrestre. A través de la precipitación, este elemento llega a la superficie y se acumula en los sedimentos oceánicos. Con una vida media de 1.4 millones de años, su decaimiento en boro permite a los científicos fechar muestras geológicas que abarcan millones de años en el pasado.
Recientemente, un equipo de investigadores del Helmholtz-Zentrum Dresden-Rossendorf (HZDR), en colaboración con la Universidad Tecnológica de Dresde y la Universidad Nacional de Australia (ANU), ha detectado una inesperada acumulación de este isótopo radiactivo en muestras del lecho marino del océano Pacífico.
Según el estudio publicado en la revista Nature Communications, el análisis se basó en costras de ferromanganeso obtenidas a varios kilómetros de profundidad en el Pacífico. Estas costras, compuestas principalmente de hierro y manganeso, se forman lentamente a lo largo de millones de años. Para determinar su antigüedad, los científicos utilizaron espectrometría de masas con aceleradores (AMS), un método que permite detectar la presencia de 10Be con gran precisión.
Representación esquemática de la producción e incorporación del berilio-10 cosmogénico en costras de ferromanganeso. Crédito: HZDR/blrck.de.
Los resultados sorprendieron a los autores del estudio: en capas de aproximadamente 10 millones de años de antigüedad, la concentración de berilio-10 era casi el doble de lo esperado. Para descartar una posible contaminación, el equipo analizó muestras adicionales, que también presentaron la misma anomalía, confirmando que se trata de un fenómeno real.
Los científicos barajan dos hipótesis principales para explicar esta acumulación inusual de 10Be:
a) Fotografía de la costra de ferromanganeso VA13/2-237KD. Se utilizan una moneda de 1 euro y una de 50 centavos australianos como referencia de tamaño. b) Ubicaciones de las costras de ferromanganeso VA13/2-237KD (estrella roja), SO142-4DR (estrella azul) y Crust-333 (área sombreada en amarillo, ubicación exacta desconocida debido a la protección de los recursos). Se indican las principales corrientes oceánicas de la circulación termohalina: de fondo (línea azul) y de superficie (línea roja). El mapa oceánico fue generado utilizando Esri ArcGIS. Crédito: Esri, GEBCO, Garmin, NaturalVue.
Para determinar la causa exacta, los científicos planean analizar más muestras y esperan que otros equipos de investigación contribuyan con estudios adicionales. Si la anomalía se encuentra en todo el mundo, la hipótesis astrofísica ganaría peso; si solo se detecta en ciertas regiones, sería más probable que cambios en las corrientes oceánicas sean responsables.
Este hallazgo podría transformar la geocronología al proporcionar un marcador temporal de referencia, esencial para sincronizar registros geológicos en escalas de millones de años. Su uso permitiría una datación más precisa de eventos antiguos, mejorando nuestra comprensión de la historia de la Tierra.
Además, este avance abre nuevas vías de investigación sobre el impacto de fenómenos cósmicos en nuestro planeta, ampliando el conocimiento sobre su evolución a lo largo del tiempo.
Fuente: EurekAlert. Edición: MP.
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