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Un equipo de astrónomos ha identificado un lejano objeto transneptuniano (TNO) atrapado en una «danza» gravitacional nunca antes confirmada con el gigante de hielo: una rara resonancia de movimiento medio de 10:1. Esto significa que Neptuno completa diez órbitas alrededor del Sol por cada órbita de este cuerpo celeste, cuya existencia ofrece nuevas pistas sobre la violenta historia y evolución de nuestro sistema solar.
El hallazgo, liderado por la Dra. Rosemary Pike del Centro de Planetas Menores, fue realizado a través del sondeo Large inclination Distant Object (LiDO), un proyecto diseñado específicamente para buscar TNOs con órbitas muy inclinadas respecto al plano eclíptico, donde se mueven la mayoría de los planetas. Mientras que la mayoría de los sondeos se concentran en esta zona, LiDO se enfocó en las regiones «por encima» y «por debajo», donde se esconden estos objetos atípicos.
La detección requirió un seguimiento meticuloso durante varios años. «Estos objetos se mueven tan lentamente que las observaciones a corto plazo no son suficientes para determinar sus órbitas con precisión», explicó la Dra. Pike.
Tras tres años de rastreo, el equipo pudo confirmar su período orbital de aproximadamente 800 años, diez veces mayor que el de Neptuno, situándolo a una distancia media del Sol de 140 unidades astronómicas (UA).
Una resonancia de movimiento medio se produce cuando dos cuerpos en órbita ejercen una influencia gravitacional periódica y regular entre sí, generalmente porque sus períodos orbitales forman una proporción de números enteros simples. Un ejemplo famoso es Plutón, que está en una resonancia 3:2 con Neptuno, lo que evita que colisionen a pesar de que sus órbitas se cruzan.
En el caso de este nuevo TNO, la resonancia 10:1 implica que, a pesar de la enorme distancia, la gravedad de Neptuno es suficiente para mantener esta relación, proporcionando al objeto una estabilidad orbital temporal.
La figura muestra dos órbitas simuladas de objetos transneptunianos (TNO) con una gran inclinación y en resonancia 2:1, donde los colores indican la distancia a Neptuno y los marcadores rastrean cómo las interacciones gravitacionales desplazan sus puntos de conjunción a lo largo del tiempo. Crédito: SETI.
Aunque la relación es estable, no es eterna. Las simulaciones del equipo de la Dra. Pike mostraron que la órbita del objeto es estable en escalas de tiempo de millones de años, pero no durante toda la historia de 4.500 millones de años del sistema solar. Esto sugiere que el objeto es un «visitante» temporal en esta configuración.
Estos cuerpos, conocidos como objetos de «dispersión y adherencia» (scattering-sticking), probablemente se originaron más cerca del Sol. Durante la caótica era de la migración planetaria, fueron expulsados hacia el exterior y quedaron atrapados temporalmente en estas resonancias lejanas. Su existencia y distribución son claves para refinar los modelos sobre cómo Neptuno migró a su posición actual y esculpió la arquitectura del sistema solar exterior, incluido el cinturón de Kuiper.
Por ahora, este es el único objeto clasificado de manera definitiva en la resonancia 10:1, aunque existe otro candidato cuya órbita aún no se ha podido confirmar. El futuro, sin embargo, es prometedor. Observatorios de nueva generación como el Observatorio Vera C. Rubin serán fundamentales para encontrar más de estos lejanos y débiles objetos.
Cada nuevo TNO resonante descubierto es una pieza del rompecabezas que nos permite reconstruir el fascinante pasado de nuestro sistema solar, demostrando que la influencia de Neptuno se extiende mucho más allá de lo que se pensaba y que la arquitectura de nuestro vecindario cósmico todavía guarda sorpresas.
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