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Después de más de medio siglo surcando el espacio, la antigua sonda soviética Kosmos 482 finalmente reingresó a la atmósfera terrestre en las primeras horas de este 10 de mayo.
Esta es una réplica de la nave espacial soviética Kosmos 482, que originalmente tenía como destino el planeta Venus. Un error en un temporizador impidió el encendido de uno de sus motores, lo que dejó a la nave atrapada en órbita terrestre durante 53 años. Fue construida para resistir las altas temperaturas y las intensas presiones atmosféricas de Venus. Imagen vía Wikimedia (CC BY-SA 3.0).
Según la agencia espacial rusa Roscosmos, el descenso se produjo a las 2:24 a.m. (hora del Este de EE.UU.), es decir, a las 9:24 a.m. hora de Moscú, sobre el océano Índico, al oeste de Yakarta, Indonesia. Todo indica que la nave cayó inofensivamente al mar, aunque aún hay discrepancias sobre la ubicación exacta del impacto.
Diversas agencias espaciales y organizaciones de rastreo predijeron diferentes zonas de reentrada, que iban desde el continente asiático hasta el Pacífico oriental. Por el momento, no se ha confirmado un punto definitivo de caída.
La sonda Kosmos 482 fue lanzada en 1972 como parte del programa soviético Venera, destinado a la exploración del planeta Venus. Sin embargo, una falla en su cohete propulsor impidió que saliera de la órbita terrestre, dejándola atrapada en una trayectoria elíptica que fue decayendo gradualmente durante 53 años por efecto del rozamiento atmosférico.
El astrónomo Gianluca Masi, del Proyecto Telescopio Virtual, captó esta imagen de Kosmos 482 durante una de sus últimas órbitas, mientras pasaba sobre Roma, Italia, el 10 de mayo de 2025. Crédito: Gianluca Masi/Proyecto Telescopio Virtual.
En los días previos a su reingreso, el astrónomo Gianluca Masi, del proyecto Virtual Telescope, logró captar una imagen de la nave durante uno de sus últimos pasos sobre Roma, Italia. En la fotografía, tomada poco antes del amanecer del 10 de mayo, la sonda aparece como una traza discontinua, resultado de la suma de cuatro exposiciones.
A diferencia de la mayoría de los restos espaciales que se desintegran al reentrar, Kosmos 482 podría haber llegado a la superficie en una sola pieza. La nave fue diseñada para resistir el descenso a través de la densa atmósfera venusina, lo que podría haberle permitido sobrevivir al reingreso terrestre. Con un peso de 495 kilogramos y un diámetro aproximado de un metro, se estima que, si no se fragmentó, impactó a una velocidad cercana a los 240 km/h, generando una energía similar a la de un meteorito de entre 40 y 55 centímetros.
La caída de Kosmos 482 reaviva el debate sobre el creciente problema de la basura espacial. Actualmente, la órbita terrestre alberga alrededor de 14.240 satélites, de los cuales unos 11.400 están activos. Una gran parte de ellos pertenecen a la megaconstelación Starlink de SpaceX, que ya supera los 7.200 satélites y continúa expandiéndose. A esto se suman otros proyectos en marcha, como el Kuiper de Amazon (con 3.200 satélites previstos) y dos iniciativas chinas que podrían añadir al menos 13.000 satélites cada una.
El astrofotógrafo Ralf Vandebergh utiliza una cámara acoplada a un telescopio para rastrear satélites en órbita. Algunas de sus imágenes muestran lo que él cree que podría ser el paracaídas expuesto del módulo de descenso de Kosmos 482. ¿Es posible que la sonda aún tuviera el paracaídas adherido? Aunque así fuera, la mayoría de los expertos duda seriamente que, después de tantos años, el paracaídas pudiera funcionar correctamente o reducir la velocidad de la nave durante su reingreso.
Según la Agencia Espacial Europea (ESA), en promedio tres fragmentos grandes de desechos espaciales reingresar a la Tierra cada día, una cifra que seguirá aumentando con el tráfico espacial. Aunque el riesgo de daños o lesiones por cada evento individual es bajo, el incremento del volumen de reentradas eleva las probabilidades de un impacto destructivo.
Además de los riesgos físicos, científicos alertan sobre las posibles consecuencias ambientales del reingreso de satélites, como la liberación de sustancias que podrían dañar la capa de ozono y alterar el clima terrestre.
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