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Los científicos sospechan que existe un planeta gigante oculto en la periferia de nuestro sistema solar. Conocido como Planeta Nueve tras la degradación de Plutón, estaría influenciando objetos transneptunianos con su fuerza gravitatoria, e incluso asteroides interestelares, como bien ha sugerido una nueva investigación.
Se trata del meteorito CNEOS14, un objeto interestelar caído en 2014 en el océano Pacífico e identificado como tal el año pasado por el Dr. Avi Loeb y su estudiante Amir Siraj en una base de datos de la NASA. Actualmente se está organizando una expedición para recuperarlo y estudiarlo.
El pequeño asteroide de aproximadamente un metro de diámetro impactó con nuestro planeta mientras viajaba por el sistema solar a 60 kilómetros por segundo. Esta velocidad tan alta fue precisamente lo que llevó a los investigadores a determinar su procedencia como visitante de otras estrellas. Para ello, primero tuvieron que descartar que el objeto hubiera sido acelerado o desviado por la gravedad de algún planeta del sistema solar, lo cual es fácil de comprobar reconstruyendo su trayectoria y viendo que no había pasado cerca de ninguno de los planetas conocidos.
Ahora bien, ¿y si CNEOS14 hubiera interactuado con un planeta aún desconocido durante su recorrido por el sistema solar? Esta fue la pregunta que se hicieron los investigadores Héctor Socas-Navarro e Ignacio Trujillo Cabrera del Instituto de Astrofísica de Canarias. Y la respuesta abrió una nueva línea de trabajo.
«La primera pista de que podía existir una conexión entre el meteorito CNEOS14 y el Planeta Nueve apareció cuando representamos en un mapa del cielo la órbita que tendría que tener dicho mundo según las simulaciones más detalladas y superpusimos el origen de CNEOS14», explicó Socas-Navarro. «Encontramos una sorprendente coincidencia (ver figura de abajo) entre el origen del meteorito y la región donde las simulaciones predicen que es más probable que se encuentre el Planeta Nueve. La probabilidad de que una coincidencia así sea fruto del azar es del orden del 1 %».
Tirando de este hilo, los astrofísicos hicieron simulaciones reconstruyendo la trayectoria de CNEOS14 y encontraron otras tres anomalías estadísticas que serían altamente improbables en un objeto que llega directo del medio interestelar. Combinando la probabilidad de estas irregularidades obtuvieron que, o bien hay algo que no entendemos sobre los objetos en el medio interestelar, o bien hay un 99,9 % de probabilidad de que CNEOS14 se haya topado con un planeta gigante desconocido en el sistema solar exterior. Y ese nuevo mundo estaría localizado justo en la región predicha por las simulaciones.
Finalmente, estas coincidencias y anomalías estadísticas llevaron a los investigadores a formular lo que llamaron la «hipótesis del mensajero», en referencia al uso del término mensajero en astrofísica para denotar partículas que nos traen información de cuerpos celestes —tales como neutrinos, rayos cósmicos u ondas gravitacionales—. Según esta hipótesis, CNEOS14 habría sido desviado en nuestra dirección por un objeto masivo desconocido en el sistema solar exterior, posiblemente el Planeta Nueve, hace entre 30 y 60 años.
«Si la conjetura es correcta, trazando la trayectoria de CNEOS14 hacia atrás en el tiempo daríamos con la ubicación del Planeta Nueve que, según nuestros cálculos, se encontraría actualmente muy cerca del punto de unión de las constelaciones Aries, Tauro y Cetus», señaló Trujillo-Cabrera. «Tenemos en marcha una campaña de observación en el Observatorio de Javalambre (Teruel) para llevar a cabo esta búsqueda. La tarea sigue siendo difícil y llevará tiempo y trabajo porque el campo a barrer sigue siendo grande y el objeto buscado muy débil, pero ahora ya es abarcable».
No obstante, por el momento los autores son cautos y advierten que la hipótesis presentada no pasa de ser una especulación, aunque una bien fundamentada.
«Cumple los tres requisitos para ser tomada seriamente en ciencia: a) es físicamente plausible; b) está bien motivada; y c) es comprobable empíricamente», aclararon.
El artículo científico detallando la hipótesis está disponible en el servidor de preimpresión arXiv y ha sido aceptado para su publicación en el Astrophysical Journal.
Fuente: The Conversation. Edición: MP.
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