Mystery Planet es un sitio web que ofrece noticias y artículos sobre ciencia y misterios. Para estar al tanto de todo lo que publicamos, además de seguirnos en nuestras redes sociales o suscríbete a nuestro boletín de noticias, te invitamos a nuestro canal de Telegram.
Investigadores han descubierto lo que parece ser el relato más antiguo conocido en Inglaterra sobre un extraño fenómeno meteorológico.
Un día de junio de 1195, alrededor del mediodía, sucedió algo insólito cerca de la ciudad de Londres. Una nube oscura pareció dar a luz a un orbe de luz blanca, que cayó hacia el río Támesis, subiendo y bajando en un movimiento giratorio.
Es poco probable que la observación —registrada por el monje benedictino Gervasio del Priorato de la Catedral de la Iglesia de Cristo en Canterbury— sea un relato de primera mano y, por lo demás, no tiene muchos detalles. No obstante, podría ser la primera mención convincente de un misterioso fenómeno meteorológico en la historia de Inglaterra.
Si nos basamos en los relatos de los testigos oculares, el rayo globular parece un candidato apropiado para explicar lo sucedido. Son objetos esféricos luminiscentes que varían desde el tamaño de un guisante hasta varios metros de diámetro. Y aunque generalmente se asocia con tormentas eléctricas, el fenómeno dura considerablemente más que la fracción de segundo de un rayo.
No hay escasez de especulaciones sobre la naturaleza física de estas esferas brillantes, desde la explicación más mundana de gotas de plasma que se acumulan en superficies aisladas, hasta las sugerencias más extravagantes de burbujas refractivas de fotones atrapados.
La mayoría de estos fenómenos son silenciosos, desapareciendo con todo el fervor de una pompa de jabón reventada. Algunos explotan violentamente. Pocos causan daño, aunque hay historias de daños e incluso lesiones sufridas al hacer contacto con los rayos globulares.
Este fenómeno meteorológico es tan raro e impredecible que los investigadores se basan en gran medida en anécdotas de diferentes culturas y épocas, para así juntar las cantidades necesarias de datos para formar hipótesis sobre las posibles causas.
Dado que la mayoría de los relatos confiables tuvieron lugar aproximadamente en el siglo pasado, descubrir descripciones claras de avistamientos de rayos globulares en tiempos pasados se vuelve aún más valioso. Existen descripciones antiguas, pero pocas son fáciles de distinguir de los viejos y conocidos relámpagos.
Ahora, dos investigadores de la Universidad de Durham, el físico Brian Tanner y el historiador Giles Gasper, publicaron sus hallazgos de un registro relativamente inequívoco que es anterior a lo que había sido el relato más antiguo en Inglaterra por alrededor de 450 años.
La Crónica del monje probablemente se escribió a principios del siglo XIII, con traducciones realizadas a lo largo del tiempo y conservadas en colecciones en la Biblioteca Británica y Cambridge.
Una de estas copias, un texto en latín editado en 1879 por el obispo William Stubbs, fue posteriormente traducido al inglés, leyéndose lo siguiente como resultado:
«El 7 de los idus de junio [1195], alrededor de la hora sexta, una señal maravillosa descendió cerca de Londres. Porque la nube más densa y más oscura apareció en el aire creciendo con fuerza con el sol y brillando con fuerza alrededor. En medio de esta, surgiendo de una abertura descubierta, como la abertura de un molino, no sé qué [fue el] color blanco [que] se escurrió. Que, creciendo en forma esférica bajo la nube negra, quedó suspendido entre el Támesis y los alojamientos del obispo de Norwich. Desde allí, una especie de globo de fuego se arrojó al río; con un movimiento giratorio cayó una y otra vez debajo de los muros de la casa del obispo antes mencionado».
La identidad del observador no está clara, aunque es poco probable que sea el propio monje. Para el año 1200, era un cronista experimentado de alrededor de 50 años de edad con sede en Canterbury. Con base en escritos anteriores que incluyen descripciones sorprendentemente precisas de eclipses solares, podemos asumir con seguridad que sus informes no tienen agregados.
La descripción en sí también es lo suficientemente similar a muchos informes modernos para ser aceptada como auténtica y confiable.
«La descripción de Gervasio de una sustancia blanca que sale de la nube oscura, cae como una esfera de fuego que gira y luego tiene un movimiento horizontal es muy similar a las descripciones históricas y contemporáneas de un rayo globular o centella», dice Tanner.
Tan antiguo como es, el pasaje fue escrito unos buenos 500 años después del récord mundial actual para el informe más antiguo sobre un rayo globular, plasmado por el historiador francés del siglo VI Gregorio de Tours en su libro Historia Francorum.
En él escribe que «una gran bola de fuego cayó del cielo y se movió una distancia considerable por el aire, brillando tan intensamente que la visibilidad era tan clara como al mediodía».
Curiosamente, Gregory señala que este evento ocurrió justo cuando «la campana había sonado para maitines (la hora más temprana del amanecer que servía de rezo en la Iglesia católica)», lo que indica que sucedió en la mañana. Esto lo convierte en uno de los ejemplos más inusuales de relámpagos en bola, que los relatos tienden a describir como si ocurrieran más tarde en el día.
Más adelante en el texto, el historiador francés sugiere que el avistamiento fue un presagio de la muerte del hijo del rey.
Con la clara descripción de Gervasio que tuvo lugar alrededor del mediodía —sobre una bola que descendía de una nube oscura que estaba rodeada por un cielo despejado, giraba, subía y bajaba—, tenemos algunos puntos de datos más que pueden aclarar las circunstancias en las que pueden aparecer estos extraños fenómenos.
La investigación ha sido publicada en la revista Weather de la Royal Meteorological Society.
¿Te gustó lo que acabas de leer? ¡Compártelo!
Artículos Relacionados
1 comentario
2:34
QUIEN NO ESCUCHO DECIR ...RAYOS Y CENTELLAS.....
Responder