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Tardígrados atrapados en ámbar revelan el origen de su capacidad para sobrevivir a radiaciones mortales, temperaturas glaciales e incluso ser disparados con un arma de fuego.
Según su «reloj molecular», estos pequeños organismos microscópicos de ocho patas surgieron antes del Cámbrico, hace unos 541 millones de años, y han estado moviéndose por el mundo desde entonces.
Hoy en día, los tardígrados se pueden encontrar prácticamente en cualquier lugar de la Tierra —desde la tundra congelada hasta el desierto árido, e incluso en el fondo del océano—. Han encontrado una forma de sobrevivir y prosperar en condiciones extremas. Sin embargo, a pesar de su éxito y ubicuidad, el registro fósil contiene muy pocos ejemplares.
Esto no es sorprendente. Son muy pequeños y relativamente blandos; cuando mueren, se descomponen rápidamente, y sus cuerpos no son propensos a fosilizarse. No obstante, existen algunos tardígrados antiguos que han sido preservados durante millones de años gracias a la magia del ámbar.
Los humanos han recuperado solo cuatro ejemplares de tardígrados atrapados en resina de árbol pegajosa que se endureció en ámbar, con una antigüedad de casi 150 millones de años. Estos especímenes son muy valiosos, ya que pueden arrojar luz sobre la evolución de los tardígrados y, tal vez, sobre sus impresionantes habilidades de supervivencia.
Tres de los tardígrados en ámbar habían sido estudiados y nombrados, pero el cuarto seguía siendo elusivo, demasiado pequeño para distinguirse con detalle.
Este desafío ha sido superado ahora por un equipo de zoólogos liderado por Marc Mapalo de la Universidad de Harvard, el cual ha utilizado la llamada microscopía de fluorescencia confocal. Esta técnica emplea un orificio para obtener imágenes mucho más detalladas de sujetos microscópicos que las obtenidas con microscopía de campo amplio.
Los investigadores han estudiado dos especímenes de tardígrados incrustados en la misma pieza de ámbar canadiense, con una antigüedad que data del Cretácico, entre 72 y 83 millones de años, durante la última era de los dinosaurios no avianos. Y los resultados de la técnica de microscopía confocal son impresionantes: lograron obtener imágenes mucho más detalladas de los dos tardígrados que en intentos anteriores.
El primer tardígrado se conoce como Beorn leggi, y fue nombrado y descrito hace décadas, en 1964. Al realizar una imagen más profunda de B. leggi, los investigadores pudieron discernir características físicas que habían eludido estudios anteriores, como la forma de sus pequeñas garras y la ausencia de protuberancias en su pequeño cuerpo arrugado.
Y, por primera vez, se ha visto con detalle el segundo tardígrado en el ámbar, que antes se consideraba demasiado pequeño y mal conservado para distinguir mucho detalle. Este diminuto espécimen ha recibido un nombre formal, Aerobius dactylus, y se le ha asignado su propia rama en el complicado árbol genealógico.
Al igual que B. leggi, A. dactylus tiene forma de barril y carece de protuberancias, con garras idiosincráticas en los extremos de sus ocho patas. Las garras de ambas especies son similares entre sí, así como a las de una superfamilia de tardígrados llamada Hypsibioidea. En los tres casos, las garras que se curvan hacia el cuerpo son más cortas que las que se curvan en dirección opuesta, lo que sugiere que ambas especies pertenecen a este grupo.
B. leggi y A. dactylus están extintos, pero otras especies de Hypsibioidea siguen vivas hoy en día. B. leggi y A. dactylus finalmente se han reunido con sus «familiares» tardígrados.
Las garras de A. dactylus son significativamente más largas en su par de patas traseras, que se asemejan a las de un género de tardígrados llamado Isohypsibius. Y este curioso rasgo se ha observado en otras especies de tardígrados vivos hoy en día, lo que sugiere que el cuarto par de patas de los tardígrados puede tener una historia evolutiva diferente a la de los otros tres pares de patas en el mismo organismo.
El análisis también permitió a los autores del estudio llegar a algunas conclusiones sobre la historia evolutiva de estas criaturas. Existen dos linajes principales: heterotardígrados, que suelen vivir en el océano, y eutardígrados, que en su mayoría habitan en agua dulce.
Aunque tanto B. leggi como A. dactylus son eutardígrados, su antigüedad sugiere que los linajes divergieron hace unos 500 millones de años, lo que es un poco más reciente de lo que los científicos habían pensado.
Al comparar los dos fósiles con tardígrados modernos, los investigadores pudieron establecer una línea temporal para determinar cuándo surgió el superpoder de los tardígrados: la criptobiosis, la capacidad de secarse casi por completo y entrar en un estado de animación suspendida durante períodos de tiempo indefinidos. Esta habilidad surgió hace 180 millones de años como máximo, y podría remontarse hasta hace 420 millones de años.
Este es un período que abarca varias extinciones masivas en la Tierra y podría ofrecer pistas sobre la asombrosa longevidad de estos notables animales.
«La adquisición de habilidades criptobióticas por estos tardígrados alrededor de este tiempo podría ser uno de los factores que les ha ayudado a evadir la extinción», concluyeron los investigadores en su trabajo publicado en la revista Communications Biology.
Fuente: Science/SciAl. Edición: MP.
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