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Tecnología de vanguardia ha revelado las secuencias completas del genoma mitocondrial de los antiguos teotihuacanos.
Envuelta en misterio tanto en su origen como en su declive, Teotihuacán fue uno de los centros metropolitanos más grandes en la antigua Mesoamérica durante la era precolombina.
La región donde se asienta, la Cuenca noreste de México, no es propicia para la preservación de ADN antiguo debido al clima, las fluctuaciones extremas de temperatura y humedad, y las propiedades del suelo de ceniza volcánica. Por lo tanto, ha habido pocos estudios de ADN antiguo en esta área.
Sin embargo, desarrollos recientes en la secuenciación de nueva generación y avances técnicos en biología molecular han revolucionado este campo, haciendo posible lo que se creía imposible.
Es así que, en un reciente estudio dirigido por el Dr. Fuzuki Mizuno de la Escuela de Medicina de la distinguida Universidad de Toho en Japón, se examinaron seis individuos antiguos descubiertos en la milenaria ciudad de Teotihuacán, datados entre el tercer y séptimo siglo d.C.
Los científicos lograron desentrañar las secuencias completas del ADN mitocondrial, revelando la riqueza de su diversidad genética.
Los individuos analizados pertenecían a los haplogrupos A2, B2 o D1 —que son representativos de los nativos americanos actuales—. El haplogrupo A2 fue el más común, seguido por B2 y D1, una tendencia similar a la reportada en el grupo mesoamericano central.
Basándose en los datos de secuencia de ADN mitocondrial, los seis fueron clasificados en haplogrupos más específicos: A2f2, A2ae, A2d1, A2d1, B2c1 y D1i.
«Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que revela las secuencias completas del genoma mitocondrial de los antiguos teotihuacanos. La información genómica detallada obtenida puede combinarse con nuestros datos anteriores para determinar cómo encajan los teotihuacanos en estos dos tipos de conglomerados poblacionales. Propusimos anteriormente que existen dos tipos de conglomerados poblacionales basados en el análisis de las frecuencias de haplogrupos entre los actuales indígenas mesoamericanos: el conglomerado centro-mesoamericano y el conglomerado panamericano», explicó el Dr. Mizuno.
El conglomerado centro-mesoamericano se encuentra desde el centro de Mesoamérica hasta América Central, mientras que el conglomerado panamericano está situado fuera del centro-mesoamericano, abarcando tanto regiones del norte como del sur. En este estudio, se encontró que Teotihuacán es similar al conglomerado centro-mesoamericano.
«Para determinar de manera concluyente a cuál de los dos conglomerados previamente propuestos pertenecen los teotihuacanos, necesitamos más trabajo con un gran número de ADNs antiguos», dijo el Prof. Kunihiko Kurosaki, coautor del estudio.
El equipo de investigación utilizó las mismas muestras de Teotihuacán para realizar un análisis de isótopos estables con el fin de obtener información sobre sus patrones dietéticos. Se cree que el cultivo a gran escala de maíz jugó un papel crucial en la formación de las antiguas civilizaciones mesoamericanas, incluyendo las culturas azteca y teotihuacana.
Al analizar los valores de δ13C y δ15N de las proteínas de colágeno extraídas de los huesos de los seis teotihuacanos y comparar los datos con valores de referencia, el equipo de la universidad nipona demostró que dependían en gran medida de plantas C4 —como el maíz— como su principal fuente de alimento.
La dependencia del maíz como alimento revelada por el análisis químico en este estudio es consistente con los hallazgos de estudios previos de excavaciones arqueológicas.
Los detalles de la investigación han sido publicados en Annals of Human Biology.
Fuente: EurekAlert. Edición: MP.
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