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¿Qué pasaría si parte de la antimateria que se pensaba que había desaparecido se escondía en forma de antiestrellas? Investigadores del Instituto de Investigación en Astrofísica y Planetología (IRAP), en Francia, están utilizando el telescopio espacial de rayos gamma Fermi para poner a prueba esta hipótesis.
¿Qué es la antimateria? A menudo asociada con el mundo de la ciencia ficción, la antimateria existe. Se observa en laboratorios de física y en el espacio. Es un estado simétrico a la materia que conocemos.
Las leyes de la física conocidas hasta la fecha nos dicen que el universo debería contener cantidades iguales de materia y antimateria. Sin embargo, la antimateria solo se observa hoy en día a nivel de trazas, y las investigaciones sugieren que todo el Cosmos estaría desprovisto de ella. Este se considera actualmente como uno de los mayores misterios del universo.
Sin embargo, el detector de partículas AMS instalado a bordo de la Estación Espacial Internacional parece indicar recientemente que podría haber más antimateria de lo que pensábamos, escondiéndose en las cercanías del sistema solar en forma de objetos inverosímiles: estrellas hechas de antimateria o anti-estrellas. La existencia de tales objetos tendría graves consecuencias en la forma en que concebimos el universo, pero no está claro cómo probar esta hipótesis.
Se sabe que la colisión entre la antimateria y la materia produce rayos gamma, la forma de radiación más energética. Ahora, en un artículo publicado en Physical Review D, los investigadores del IRAP utilizaron 10 años de datos del telescopio espacial de rayos gamma Fermi para estimar el número máximo de antiestrellas en nuestra galaxia.
Pudieron aislar, en el catálogo de fuentes de rayos gamma encontrado por Fermi, 14 candidatos cuyas propiedades de emisión son comparables a las esperadas para las antiestrellas. Sin embargo, la naturaleza de estas fuentes aún es incierta. Es mucho más probable que en realidad sean otros tipos de emisores de rayos gamma bien establecidos, como púlsares o agujeros negros.
Luego, el equipo de IRAP estimó el número máximo de antiestrellas que podrían existir en nuestra galaxia, obteniendo las restricciones más fuertes de la historia. Al imaginar que se distribuyen como estrellas ordinarias, principalmente en el disco galáctico, pudieron establecer que hay como máximo una antiestrella por cada 300.000 estrellas ordinarias.
No obstante, también mostraron que las antiestrellas más antiguas, cuyos orígenes se remontarían a los inicios del universo, podrían esconderse más fácilmente de los telescopios de rayos gamma en el halo alrededor de la galaxia.
El equipo de científicos franceses planea seguir monitoreando a las 14 candidatas para determinar si podrían ser realmente antiestrellas o algo más mundano, como un púlsar o un agujero negro —si es que el término mundano es aplicable a algo tan extraño—.
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