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Petra es sin duda el lugar más extraordinario de Jordania. Visitarla es hacer un viaje al principio de los tiempos, a un enclave de grandes secretos y misterios milenarios. Se trata de una ciudad mágica, un mundo fantástico, casi un decorado; un lugar perteneciente al mundo de los sueños más que a la realidad, donde las construcciones excavadas en las rocas parecen surgir del interior y las columnas brotar del suelo como árboles sagrados.
Citada en la Biblia con el nombre de Selá (la Roca), también se la conoce como la Ciudad Rosada por el color dominante de sus piedras, cuya gama de vetas con matices y difuminados azules, amarillos, rojos, morados y púrpuras, se entremezclan en estratos dando lugar a fantásticas figuras, que según la luz del día van cambiando y consiguiendo efectos pictóricos que contribuyen a que el lugar sea mucho más atractivo.
El conjunto de ruinas de Petra fue descubierto en 1812 por el arqueólogo suizo Johann Ludwig Burckhardt, conocido también con el nombre árabe de Ibrahim ibn'abd Allah, quien además descubriera los templos egipcios de Abu Simbel.
La primera excavación arqueológica en Petra tuvo lugar en 1919 y estuvo a cargo de G. y A. Horsfield en nombre de la Expedición Melchett. Desde entonces se han hallado vestigios del Paleolítico Superior, el Neolítico y la Edad de Hierro. Según parece, el asentamiento se produjo en Petra alrededor del siglo VII a.C. convirtiéndose en capital en el II a.C.
Pero a pesar de las excavaciones realizadas desde principios del siglo XX, existe una frustrante ignorancia sobre gran parte del pasado y la creación de esta ciudad, atribuyendo la mayoría de sus monumentos al período del reino nabateo.
Los nabateos —en principio tribu nómada del desierto arábigo— se expandieron hacia el norte con el fin de controlar el tráfico de caravanas y fundaron su capital en un lugar enormemente estratégico, garantizando su protección a los mercaderes a cambio del pago de un impuesto. Petra controló en su apogeo una gran área en las márgenes del desierto del Oriente Próximo, que se extendía desde el norte del Sinaí hacia Damasco. Desde el siglo V a.C., fue un centro comercial que adquirió su mayor auge entre el 100 a.C. y el 150 d.C.
En el año 106 d.C. se anexionó a la provincia de Arabia. Con la expansión del cristianismo en el siglo IV d.C. Petra se transformó en la sede de un obispado y consecuentemente algunos de sus edificios fueron convertidos en iglesias, como la Tumba de la Urna y Ed-Deir. Posteriormente decayó como resultado de una serie de violentos terremotos durante los siglos V y VI d.C. y del establecimiento de la dinastía musulmana omeya en Damasco, hasta que en el período de Los Cruzados recuperó su importancia estratégica. Los templarios construyeron incluso dos fortalezas cuyas ruinas aún pueden ser visitadas en Al-Wueira, en la cima del monte El-Habis. A finales del s. XIII, Petra desapareció totalmente de la Historia hasta su redescubrimiento en 1812.
La cultura nabatea influyó en los pueblos de la época, habló árabe y arameo, tomó dioses de los semitas. Su arte muestra influencias asirias y sobre todo grecorromanas.
Llama la atención el gran nivel de civilización que alcanzaron los nabateos. Eran un pueblo pacífico y tolerante, con una sociedad perfectamente organizada: acuñaron monedas, la esclavitud no existía, el rey era elegido en asamblea por el pueblo y eran grandes amantes de las ceremonias y las fiestas. La agricultura y la ganadería eran su sustento, consiguiendo su prosperidad gracias a la estratégica posición de la ciudad como confluencia de las rutas comerciales que enlazaban China, India y el sur de Arabia con Egipto, Grecia y Roma.
Crearon un sistema de riego y transporte del agua realmente adelantado para la época, de este modo el suministro del preciado líquido estaba asegurado por numerosas cisternas y un complejo sistema de canales y tuberías que llevaban, a través del Siq, el agua del manantial del Wadi Musa hasta el corazón de la ciudad.
Los habitantes vivían en cuevas naturales o excavadas en la roca y los inmensos campamentos de tiendas que durante siglos ocuparon la superficie del valle tenían todas las instalaciones propias de un gran centro de caravanas.
Los nabateos fueron muy religiosos, sus dioses más importantes eran Dushara y Allat; el primero es el del Sol y Allat el de la Luna y la noche. Se cree que su religión estaba muy marcada por la agricultura y los ritos relacionados con la fertilidad. La diosa aramea Atargatis también fue adorada y representaba la agricultura, la flora y la fauna.
El culto a la muerte debía constituir, ciertamente, la característica preponderante de su cultura, hasta el punto de enlazarse y confundirse con el de la divinidad; prueba de ello es la doble función de algunas tumbas-templo, entre las que destaca por su importancia e interés artístico la de Ed-Deir. Hoy en día existen algunas tribus del desierto que descienden de esta maravillosa civilización.
Para acceder a Petra debemos partir de una pequeña población llamada Wadi Musa (Valle de Moisés). Cuenta la leyenda que el profeta pasó por este valle en su éxodo hacia la Tierra Prometida, y al golpear sobre una roca surgió una fuente de agua. En el lugar escogido, Ain Musa, se puede ver un monumento de tres cúpulas situado en la carretera.
En la actualidad, algunos beduinos viven en la ciudad dedicándose al cuidado de ésta, por lo que es normal encontrar animales entre las ruinas y caballos de un lado para otro que son utilizados por los turistas. Muy cerca del Rest House está la entrada a las ruinas. Allí veremos a grupos de beduinos que alquilan sus servicios para atravesar la primera parte, es-Siq, a caballo. A veces es imprescindible llevar un pañuelo en la cara por el polvo que mueven los animales, sobre todo si se prefiere hacer el camino a pie.
Cerca del hotel Petra Forum se pueden observar los restos de una gran cisterna nabatea denominada al-Birka. Sus muros, que fueron en parte construidos y en parte excavados en la piedra, podían albergar más de 2.500 metros cúbicos de agua para abastecer toda la ciudad.
Los primeros monumentos que se encuentran son tres grandes bloques llamados los Bloques Fantasmas. Forman parte de los más de 35 que existen en toda Petra. Su significado sigue siendo un misterio. Mientras algunos investigadores argumentan que se trata de monumentos funerarios construidos durante la primera época, otros consideran que se trata de representaciones de pirámides escalonadas, lo que indicaría una conexión con Mesopotamia y el Antiguo Egipto.
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3 comentariosEl pasado siempre nos sorprende...Petra es toda una ciudad con su belleza y brillos propios.
ResponderMaravilloso esa va a ser mi proxima visita en mis vacaciones
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23:28
Hermoso lugar... me encantaria ir
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