La identidad de un dios desconocido descrito en las inscripciones de la antigua ciudad de Palmira, ubicada en la actual Siria, ha desconcertado a los científicos durante mucho tiempo. Pero ahora, una arqueóloga polaca afirma haber resuelto el caso.

Entre las aproximadamente 2.500 inscripciones en arameo en varios elementos arquitectónicos repartidos por Palmira, la investigadora Aleksandra Kubiak-Schneider encontró unos 200 textos que datan principalmente del siglo II y III d.C. Todos ellos contenían frases misteriosas en forma de dirigirse a una única deidad: «Aquel cuyo nombre es bendito para siempre», «Señor del Universo», «Misericordioso».

«Estas inscripciones estaban en altares de piedra destinados a quemar el fragante sacrificio de incienso, granos de enebro y otros aromas, y para verter líquidos», dijo Kubiak-Schneider al medio Science in Poland.

Durante aproximadamente 100 años, los científicos han estado tratando de determinar qué deidad era la destinataria de esta frase específica, tiempo durante el cual simplemente se le otorgó el rótulo de «el Dios Anónimo de Palmira».

«Esto se interpretó como manifestaciones monoteístas y tendencias a adorar al único dios, una dimensión mística del culto al Señor del Cielo, Baalshamin, así como un tabú contra pronunciar el nombre de la deidad similar al que existe en el judaísmo, porque estas frases han ido evocando y aún evocan connotaciones bíblicas», explicó la investigadora polaca.

Resolviendo el misterio

La experta notó que la forma específica de dirigirse a la deidad anónima era la misma que en los himnos cantados y recitados en los templos del I milenio a.C. de la antigua Mesopotamia para agradecer la ayuda recibida a muchas deidades importantes: Marduk-Bel (la más importante deidad de Babilonia), Nabu (el dios patrón de la alfabetización), Nergal (dios del inframundo), Hadad (dios de la tormenta y la lluvia).

Según Kubiak-Schneider, los destinatarios eran múltiples deidades que merecían el eterno himno de acción de gracias. Según ella, el epíteto «Misericordioso» se refiere a Bel-Marduk, el jefe del panteón babilónico también adorado en Palmira, que salvó a las personas y los dioses de Tiamat, un monstruo que encarna el caos y la oscuridad. El «Señor del Mundo», a su vez, puede referirse a Bel, el Señor del Universo, así como a Baalshamin, el dios de la tormenta y la fertilidad identificado con Zeus.

Bel representado en el extremo izquierdo junto a Ba'alshamin, Yarhibol y Aglibol en un relieve de Palmira.

Solo la frase «Aquel cuyo nombre es bendito para siempre» puede ser universal y referirse a cualquier deidad masculina, que escuchó las peticiones de la persona que ora y merece la gloria eterna —lo cual es confirmado por antiguos himnos y oraciones de Babilonia y Asiria de los períodos anteriores a Alejandro Magno y los romanos—.

«La no utilización del nombre del dios en caso de dedicación era por tanto una señal de respeto. Los habitantes de Palmira conocían perfectamente los nombres de sus deidades», argumentó la arqueóloga. «Por lo tanto, no sorprende que la imagen de la deidad no se encuentre en los altares, lo que en este caso no está relacionado con la prohibición de presentar el rostro divino. No había un Dios Anónimo, cada dios que escuchaba y mostraba favor a las peticiones merecía una alabanza eterna».

La Estatua de Marduk representada montada en el dragón de Marduk Mušḫuššu y de pie victorioso en las aguas primordiales de Tiamat. De un sello cilíndrico del siglo IX a.C.

Las personas que financiaron estas inscripciones en Palmira provenían principalmente de familias de élite y medianamente ricas. Entre las personas que los encargaron había tanto mujeres como hombres; algunos de ellos eran esclavos, ex esclavos liberados, personas libres, así como ciudadanos romanos.

De acuerdo a Kubiak-Schneider, su hallazgo es significativo porque muestra la continuidad de las tradiciones prehelenísticas en el Medio Oriente, que influyeron en la forma de las grandes religiones monoteístas de la actualidad: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Sus resultados también indican la existencia de poesía religiosa utilizada en rituales hace casi 2.000 años, pero que no se conserva hasta la actualidad.

Templo de Bel en Palmira. Sus ruinas fueron consideradas entre las mejor conservadas de la antigua ciudad hasta que fueron destruidas por el Estado Islámico en agosto de 2015. La entrada principal arqueada al templo aún está intacta, así como sus muros exteriores y la puerta fortificada.

Además, la investigación muestra que las deidades tenían muchos nombres y títulos utilizados según la situación y la persona que se dirigía a ellos.

«Cada nombre lleva un mensaje diferente, mostrando diferentes aspectos de las deidades adoradas en los sistemas politeístas, como el de Palmira o en las ciudades de Mesopotamia, o el Imperio romano», concluyó.

Monumental arquitectura

Palmira era una antigua metrópoli que mediaba en el comercio entre el Imperio romano y el Lejano Oriente —Persia, China e India—. Inicialmente, era una modesta ciudad de caravanas, para eventualmente convertirse en una de las metrópolis más grandes de la región mediterránea en el siglo I-II. Se hizo famosa principalmente por su pintoresca y monumental arquitectura de piedra —largas columnatas y numerosos templos dedicados a varios dioses—.

Desde 1959 hasta el comienzo de la guerra civil en 2011 esta antigua ciudad fue estudiada por una misión arqueológica polaca.

En 2015, el Estado Islámico (ISIS) destruyó varios templos y monumentos de Palmira, causando un daño irreparable a este Patrimonio de la Humanidad.

Fuente: Science in Poland. Edición: MP.

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