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Cuando pensamos en las tablillas de piedra del antiguo Egipto, nos vienen a la mente la escritura jeroglífica y las representaciones de dioses, reyes y animales sagrados. ¿Pero qué pensarías si encontráramos una estela con la representación de una oreja gigante?
No parece el artefacto egipcio antiguo promedio, pero definitivamente no sería algo que un ducho egiptólogo considerara inusual. Docenas de estas tablillas de orejas fueron halladas en la década de 1930 por el Dr. Selim Hassan. Más específicamente, fueron desenterradas alrededor del Templo de la Esfinge del Nuevo Reino de Amenhotep II, y también en el propio recinto de la Gran Esfinge.
Pero, ¿para qué eran utilizadas estas extrañas tablillas?
«Para captar la atención de los dioses, surgió la extraña costumbre de tallar orejas en la tablilla de oraciones. Así, se pensaba que el dios escucharía más fácilmente las peticiones. En una de estas tablillas llega a haber docenas de orejas», explicó el célebre egiptólogo británico Flinders Petrie (1853-1942).
Hassan creía que las orejas talladas eran verdaderos sustitutos de las orejas del dios que se estaba adorando. Los devotos harían una peregrinación a un lugar sagrado, dedicarían una tablilla de oreja al dios del santuario específico, y pronunciarían su solicitud u oración oralmente en la oreja, que luego se colocaría en la pared del templo o se enterraría en la arena que lo rodeaba.
La oreja retendría la oración del devoto y su solicitud recibiría la atención del dios.
Casi todas las tablillas de orejas llevan las palabras «hecho por» seguidas del nombre del donante. Esto, desde luego, se refería al nombre de la persona que hace la oración, y no al fabricante de la tablilla.
Hace más de un siglo, el egiptólogo alemán Wilhelm Spiegelberg planteó la posibilidad de que las tablillas con múltiples orejas estuvieran vinculadas a una deidad singular con 77 orejas y 77 ojos, conocida como «Meszer-setem». Sin embargo, es posible que este nombre en realidad se refiera al dios primordial Jnum. Esta teoría se fundamenta en inscripciones encontradas en el templo de Jnum en Esna, donde se menciona a una deidad con características similares: «El que fue concebido ayer y que nació hoy, que tiene 77 ojos y 77 orejas».
Alternativamente, las tablillas con múltiples orejas podrían ser para múltiples peticiones y oraciones, una para cada oreja. Pero algunos piensan que podrían haber sido una especie de dispositivo de respaldo, en caso de que las orejas fueran dañadas. Una de ellas podría escapar a la destrucción y así el mensaje seguiría llegando al dios.
También es posible que las tablillas con muchas orejas fueran para toda una comunidad o familia, cada uno diciendo su propia oración en una oreja y luego una persona de la comunidad la llevaba al templo o santuario.
Por supuesto, estamos especulando, y realmente no hay forma de conocer los detalles de la antigua práctica, pero es un aspecto fascinante de la cultura del Imperio Nuevo egipcio.
Las tablillas de orejas se colocaban en templos y lugares sagrados a los que se realizaban peregrinaciones, por lo que no es sorprendente encontrar docenas de estas tablillas en los alrededores de la Gran Esfinge, que justamente era un lugar famoso de peregrinación.
En el periodo del Imperio Nuevo —desde la Dinastía 18 en adelante—, el culto de la esfinge cobró importancia tanto para la realeza como para el hombre común y la mujer. En aquel entonces era conocida como Horemakhet —una de las muchas formas del dios Horus, que significa ‘Horus en el Horizonte’— y las visitas reales a su recinto eran una ocurrencia común.
Tutmosis IV renovó el famoso monumento, Amenhotep II erigió un nuevo Templo de la Esfinge, y Tutankamón construyó una casa real de descanso junto a él. En la Dinastía 19, Ramsés el Grande plantaría allí dos estelas entre las patas, al lado de la famosa Estela del Sueño, y más tarde se construiría un santuario interno, completo con un altar.
Cada rey de la Dinastía 18 en adelante se retrataría a sí mismo como una esfinge en estatuas y arte —incluso el rey hereje, Akenatón, y esto fue después de que ya hubiera rechazado a los antiguos dioses—.
La gran cantidad de ejemplares de tablillas encontrados en los alrededores de la icónica estructura con cuerpo de león y cabeza de faraón de Guiza, algunos de mejor calidad que otros, demuestra que la práctica de dejar «tablillas-oído» para Horemakhet pudo ser adoptada tanto por funcionarios de alto rango como por el pueblo llano.
Las tablillas cercas de este icónico monumento egipcio llevan a considerar las propias orejas de este y las marcas que hay debajo de ellas.
Antiguamente, los investigadores creían que estas marcas podían haber servido para sujetar una barba, un tocado o algún tipo de decoración. Sin embargo, teniendo todo lo anterior en cuenta, cabe preguntarse si hubiera servido para fijar algo más, como una escalera o un andamio, que permitiera a la gente subir y hablar directamente al oído de Horemakhet.
Tal vez esta fuera una práctica exclusiva del rey del Imperio Nuevo, quien ascendería a la enorme cabeza para pronunciar sus plegarias y devoción directamente al oído del dios.
Cabe destacar que las «tablillas-oído» no se utilizaban exclusivamente para el culto a la Gran Esfinge. También se han encontrado muchas más de la Dinastía 19 en Menfis, dedicadas al dios Ptah. Un ejemplo de caliza se conserva en el Museo Británico e incluye una oración a este dios dedicada por alguien llamado Mahuia (ver imagen sobre estas líneas).
Asimismo, otras deidades son descritas como «el/la que escucha las oraciones», «grande en el escuchar» y «de oídos que escuchan», incluyendo a Amón, Horus, Isis, Hathor, Thot, etc. Algo que justifica el que se hayan encontrado «tablillas-oído» dedicadas a tales dioses del panteón egipcio.
Por Matthew Sibson para MysteryPlanet.com.ar.
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