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Los investigadores descubrieron que hace unos 4.500 millones de años, cuando el sistema solar apenas comenzaba a formarse, Júpiter tenía un volumen equivalente a más de 8.000 Tierras (cuando hoy en día «solo» equivale a unas 1.300).
Una ilustración de Júpiter con líneas de campo magnético emanando de sus polos. Crédito: K. Batygin.
El estudio fue realizado por Konstantin Batygin, profesor de ciencias planetarias en Caltech, y Fred C. Adams, físico y astrónomo de la Universidad de Michigan. Sus cálculos muestran que Júpiter no solo era mucho más grande, sino que también tenía un campo magnético 50 veces más fuerte que el actual. Todo esto en una época clave: cuando el disco de gas y polvo que rodeaba al Sol comenzaba a desaparecer.
«Nuestro objetivo final es entender de dónde venimos», explicó Batygin. «Saber cómo era Júpiter en sus primeros momentos nos ayuda a reconstruir la historia completa del sistema solar».
Lo más sorprendente es cómo llegaron a estas conclusiones. En lugar de usar modelos llenos de suposiciones sobre cómo se forman los planetas, los científicos se basaron en algo más directo y confiable: la dinámica orbital y la conservación del momento angular de dos lunas jovianas poco conocidas: Amaltea y Tebe.
Ambas lunas tienen órbitas ligeramente inclinadas respecto al plano ecuatorial de Júpiter. Esas trayectorias son casi las mismas que tenían cuando se formaron, pero con una pequeña desviación provocada por los tirones gravitacionales de su vecina más cercana y activa, la luna volcánica Ío. Analizando esas desviaciones, los investigadores lograron descifrar el tamaño original de Júpiter.
Una vista esquemática de los procesos clave que intervinieron en el modelo. Crédito: K. Batygin y F.C. Adams. Nature Astronomy, 2025.
Según sus cálculos, cuando la nebulosa protoplanetaria se disipó por completo —marcando el final del proceso de formación planetaria— Júpiter tenía un radio de entre dos y 2.5 veces el actual. Desde entonces, el planeta fue encogiéndose a medida que su superficie se enfriaba.
A partir de ese radio estimado, también pudieron calcular la intensidad del campo magnético de aquel Júpiter primitivo: unos 21 militeslas, es decir, unas 50 veces más fuerte que el actual y 400 veces más intenso que el de la Tierra. Un verdadero titán magnético.
«Es increíble que, después de tanto tiempo, aún podamos detectar las huellas del pasado», dijo Adams. «Es como un fósil planetario».
Este hallazgo refuerza las teorías actuales de formación de planetas gigantes como Júpiter, que apuntan a un proceso en el que un núcleo rocoso atrae enormes cantidades de gas antes de que se disipe el material disponible. Pero ahora, gracias a este estudio, sabemos con mayor precisión cómo era ese proceso… y cuán monstruoso era el joven Júpiter.
El trabajo, publicado en la revista Nature Astronomy bajo el título Determination of Jupiter's Primordial Physical State, fue financiado por Caltech, la Fundación David y Lucile Packard, la Fundación Nacional de Ciencia de EE.UU. y la Universidad de Michigan.
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