El 24 de abril de 1964, un policía de Socorro (Nuevo México), el Oficial Lonnie Zamora, informó haber visto un objeto a una milla al sur de la ciudad, a las 5.45 de la tarde, en un área no poblada, con muchas colinas y barrancos y cubierta de artemisa. Lo que sigue es el resumen del informe que suministró a los investigadores de la Fuerza Aérea:

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El Sr. Zamora declaró que mientras perseguía a un coche que sobrepasaba los límites de velocidad, al norte de la US 85, oyó un estruendo y vio llamas en un área en donde sabía existía un depósito de dinamita. Abandonó la persecución del automóvil y se dirigió a donde pensaba que había ocurrido la explosión. Tras conducir por un camino poco frecuentado y tener muchas dificultades para ascender hasta una colina cubierta de grava, dijo que observó lo que pensaba era un coche volcado. En ese momento estaba a ochocientos pies de distancia del objeto y su coche se encontraba en la cima de una colina, con el objeto frente a él en un barranco.

Declaró que al mirar por primera vez pudo ver una o dos figuras con unas prendas que los cubrían casi totalmente y que supuso eran los ocupantes del objeto. Es la única ocasión en que vio las figuras. Tras transmitir por radio al cuartel de la policía de Socorro que procedía a investigar lo que suponía era un accidente de automóvil, se dirigió con el coche hasta un punto que se encontraba —a 150 pies del objeto—, y se apeó para continuar a pie.

Según el oficial, el objeto observado era blanco, en forma ovalada o de huevo, y parecía apoyarse en unas piernas semejantes a vigas. El testigo afirmó haber escuchado un estruendo y ver humo y llamas que salían del fondo del aparato. En ese momento, pensó que el objeto iba a explotar y, asustado, se dio la vuelta y corrió para refugiarse detrás del coche de policía, golpeándose la pierna y perdiendo las gafas durante el camino.

Posteriormente, Zamora dice que se acurrucó y se tapó los ojos con un brazo, hasta que el ruido se detuvo, y volvió a mirar. El objeto se había elevado unos 15-20 pies sobre la tierra y las llamas y el humo habían cesado. En ese momento observó unas marcas rojas de un pie o pie y medio de altura que formaban un dibujo en forma de media luna con una flecha vertical y una línea horizontal debajo.

Declaró que el objeto permaneció inmóvil durante varios segundos y que luego voló en dirección sur, siguiendo el contorno del barranco.

Momentos después, el sargento Chávez, de la policía estatal de Nuevo México, llegó allí como respuesta a la llamada de radio de Zamora. No observó el objeto, pero informó que sobre el terreno había ligeras depresiones y arbustos quemados, precisamente en el lugar en que Zamora viera el objeto. Los arbustos estaban fríos al tacto. El sargento Chávez informó del incidente a las autoridades militares locales, quienes dirigieron la investigación inicial.

La Fuerza Aérea mandó investigadores desde la oficina del proyecto de Wright-Patterson AFB, Ohio. La investigación reveló los siguientes hechos:

No pudieron ser localizados más testigos del objeto informado por el oficial Zamora. No había helicópteros o aviones no identificados en el área.

Relato del propio Zamora

Oficial Lonnie Zamora.

Oficial Lonnie Zamora.

_________, Socorro NM, _________, cinco años oficial de policía de Socorro, teléfono oficial 835-0941, ahora en el turno de dos a diez de la noche.

A las 5.45 de la tarde del 4/24/64, mientras patrullaba en el coche 2 de la policía de Socorro (un Pontiac 64 blanco), comencé a perseguir un coche que se dirigía al sur desde el lado oeste de Court House. El coche parecía llevar exceso de velocidad. En un punto de Old Rodeo Street (extensión de Park St. sur) cerca de la residencia de George Morillo (1/8 millas al sur de Spring Street), el coche perseguido_________ se dirigía directamente hacia el campo de Los Rodeos. Era un Chevrolet negro nuevo (debía pertenecer a _________, un chico de diecisiete años). Llevaba tres cuadras de ventaja. _________ solo.

En ese momento oí un estruendo y vi una llama en el suelo hacia el suroeste; posiblemente a una distancia de media milla o una milla. Pensando que había estallado un depósito de dinamita que se encontraba en la zona, decidí abandonar la persecución.

La llama era azulada y algo anaranjada. No podría decir su tamaño. Era una especie de llama sin movimiento que descendía lentamente. Seguía conduciendo el coche y no podía prestarle mucha atención. Era un tipo de llama estrecha, como un “un chorro” (tipo embudo) que se estrechaba más hacia arriba.

No observé ningún objeto en la parte superior y tampoco si la parte superior de la llama estaba nivelada. El sol se encontraba al oeste y no ayudaba en la visión. Tenía gafas de sol verdes encima de las otras. No podía ver el fondo de la llama porque estaba detrás de la colina. No vi humo. Observé alguna “conmoción” en la parte inferior; ¿polvo?, posiblemente debido a que el viento soplaba fuerte. Aparte de eso, día claro y soleado; solamente unas cuantas nubes esparcidas por el área.

El ruido era estruendoso. Pasó de alta frecuencia a baja frecuencia y luego se detuvo. Duró posiblemente unos diez segundos; en aquel momento me dirigí hacia él por un camino accidentado de grava. Mientras escuché el sonido vi llamas. Del mismo color que antes, por lo que puedo recordar. El sonido descendió hasta desaparecer. Tenía bajadas ambas ventanillas. No observé ningún otro espectador; ningún tráfico, excepto el coche que se hallaba enfrente, que debió haberlo oído todo, pero probablemente no verlo, porque se encontraba muy cerca de la colina.

Tras el estruendo y las llamas, mientras ascendía por la algo accidentada colina, no observé nada; tuve que retroceder e intentarlo de nuevo dos veces; la primera vez, cuando llegué a la mitad de camino y las ruedas comenzaron a patinar, el estruendo continuaba. Tuve que retroceder e intentarlo dos veces más. Cuando comencé el tercer intento no noté ni ruido ni llamas.

Tras subir, me dirigí lentamente por el camino de grava hacia el oeste. No observé nada durante un rato...; durante unos diez o doce segundos fui muy lentamente mientras buscaba el depósito por los alrededores; no recordaba con exactitud dónde se encontraba.

Repentinamente observé un objeto brillante hacia el sur, a unas ciento cincuenta o doscientas yardas. Estaba fuera del camino. Detenido, a primera vista. Parecía un coche volcado. Pensé que algunos niños debían haberlo hecho. Vi dos personas con batas blancas muy cerca del objeto. Una de ellas se dio la vuelta, miró directamente hacia mi coche y pareció alarmada; me dio la impresión de dar un rápido salto.

En aquel momento conducía rápidamente con la intención de ayudarles. Sólo me había detenido un par de segundos. El objeto parecía de aluminio; era blanquecino contra el telón de fondo de la altiplanicie. Parecía en forma de "O" y a primera vista lo tomé por un coche volcado. Parecía estar sobre el radiador.

Solo vi aquellas dos personas cuando me detuve, durante unos dos segundos, para ver el objeto. No recuerdo ninguna forma particular ni sombreros. Parecían de forma normal; posiblemente eran adultos pequeños o niños grandes.

Luego, mientras conducía hacia allí, presté atención al camino. Re-transmití un mensaje a la oficina del Alguacil. “Socorro dos a Socorro, posiblemente 10-44 (accidente), estaré 10-6 (ocupado) fuera del coche buscando el coche en el arroyo”.

Cuando detuve el automóvil estaba todavía hablando; el micro cayó al suelo, me agaché a cogerlo y lo puse en su sitio; salí del coche y me dirigí hacia donde sabía que se encontraba el objeto.

Apenas había dado la vuelta al coche cuando oí un estruendo (no, era exactamente un chorro), un estruendo muy alto; a esa distancia era muy alto. No como el chorro de un avión; sé como suenan. Se inició en baja frecuencia, luego subió la frecuencia y se hizo más fuerte: de fuerte a muy fuerte. Al mismo tiempo que el estruendo vi la llama. La llama estaba bajo el objeto, que comenzó a ascender lentamente. La llama era de color azul y en la parte inferior tenía una especie de naranja. Desde este ángulo vi lo que debía ser el lado del objeto (no un extremo, como creí al principio). Es difícil describir la llama. El estruendo me hizo pensar que podía estallar. La llama podía provenir de la parte inferior del objeto, del centro, posiblemente un área de cuatro pies; creo que muy accidentada. Sólo puedo describir la llama como azul y naranja. Ningún humo, excepto el polvo en el área inmediata.

Insignia que tenía la nave observada por Zamora.

Nada más ver la llama y oír el estruendo me di la vuelta, me alejé del objeto, pero volví la cabeza hacia él. Me golpeé la pierna contra el coche, contra el parachoques trasero. Éste estaba en dirección sudoeste. Las gafas se me cayeron al suelo y las dejé allí. Corrí hacia el norte y el coche quedó entre el objeto y yo. El objeto era de forma oval, liso, sin ventanas ni puertas. Cuando se inició el estruendo estaba sobre la tierra o cerca de ella. Observé unas letras rojas (véanse ilustraciones). Creo que la insignia era de 2'' y media de alto y 2'' de ancho. Estaba en la mitad del objeto...; el objeto seguía siendo de aluminio blanco.

Tras tropezar con el coche y perder las gafas, seguía corriendo hacia el norte, con el coche entre el objeto y yo. Miré hacia atrás un par de veces. Observé que el objeto se elevaba hasta el nivel del coche, creo que unos veinte o veinticinco pies; creo que pasaron seis segundos entre que el objeto empezó a elevarse y yo miré hacia atrás. Había recorrido la mitad del camino hasta el lugar donde luego me escondería; lo hice a unos cincuenta pies del coche, en el borde de la colina. Creo que había recorrido unos veinticinco pies cuando miré hacia atrás y vi el objeto al nivel de mi coche. Parecía directamente sobre el lugar desde donde se había elevado.

Yo seguía corriendo y salté sobre la colina; me detuve porque no oía ningún ruido. Estaba asustado por el ruido y había pensado seguir corriendo colina abajo. Me di la vuelta hacia el objeto y puse la cabeza en tierra tapándome con los brazos. Como no había ningún ruido, miré hacia arriba y vi cómo el objeto se alejaba de mí. Ya no volvió a acercarse, parecía ir en línea recta y a la misma altura: posiblemente a diez o quince pies del terreno, y pasó a unos tres pies del depósito de dinamita. El depósito tiene unos ocho pies de altura.

El objeto viajaba muy rápido. Pareció elevarse y despegar. Corrí hacia el coche, y mientras lo hacía mantenía la vista en el objeto. Recogí las gafas (dejé las gafas de sol en el suelo), entré en el coche y me puse en contacto con Nep López, operador de radio, diciéndole que mirase por la ventana por si veía un objeto. Me preguntó de qué se trataba y le respondí que parecía un globo. No sé si lo vio. Si miró por su ventana, que está orientada al norte, no pudo haberlo visto; no le dije en aquel momento por cuál ventana tenía que mirar.

Mientras estaba llamando a Nep, todavía podía ver el objeto. Parecía elevarse lentamente e ir por encima de Box Canyon o el Six Mile Canyon Mountain. Me dio la impresión que desaparecería detrás de la montaña. No había llamas de ningún tipo mientras viajaba sobre la tierra, ni tampoco humo o ruidos.

Yo estaba bien de salud. Hacía un mes que había bebido, por última vez, dos o tres cervezas; no observé olores, no escuché más sonidos que los descritos. Di la dirección a Nep López y al sargento M. S. Chávez para que fuera allí.

Bajé a donde había estado el objeto y noté que los arbustos se estaban quemando en algunos lugares. En aquel momento oí al sargento Chávez (NM, policía del estado de Socorro) que me llamaba por radio pidiendo mi ubicación. Volví al coche y le dije que estaba orientado hacia mí; entonces subió y me preguntó cuál era el problema, pues yo estaba sudando y, según él, muy blanco, muy pálido. Le pedí al sargento que viera lo que vi. Entonces fuimos ambos hacia el lugar y el sargento Chávez descubrió las huellas.

Al ver por primera vez el objeto (cuando pensaba que era un coche) observé lo que parecían ser dos patas, aparentemente del mismo tipo, que iban desde el objeto hasta el suelo. En aquel momento no presté mucha atención a lo que era (pensaba que se trataba de un accidente). Vi dos personas. No presté mucha atención a las dos “patas”. Éstas se encontraban en el fondo del objeto, inclinadas hacia afuera sobre el suelo. En aquel momento el objeto se encontraba a tres pies y medio sobre el suelo. Acababa de mirarlo.

No puedo decir durante cuánto tiempo vi el objeto por segunda vez (la ocasión en que estuve más cerca), posiblemente pasaron unos veinte segundos (es sólo una suposición) desde el momento en que salí del coche, miré el objeto, salté sobre el borde de la colina, luego volví al coche y, finalmente, el objeto desapareció mientras yo transmitía por radio.

Cuando se me cayó el micrófono al salir del coche escuché dos o tres fuertes “golpazos”, como si alguien estuviera golpeando o cerrando una puerta o puertas con fuerza. Los golpazos estuvieron separados entre sí por un segundo. Eso ocurrió antes del estruendo. Las personas no estaban a la vista cuando subí allí.

Antes de que llegara el sargento Chávez, cogí la pluma e hice un dibujo de la insignia que llevaba el objeto.

La Investigación

El ayudante del Alguacil de Socorro, James Luckie, llegó pocos minutos después que Chávez, confirmando también lo de las marcas en el terreno y los arbustos quemados.

Zamora no había prestado mucha atención a las “patas” del objeto, pero ahora parecían cobrar un nuevo significado. En el suelo arenoso fueron halladas cuatro marcas cuadrangulares distribuidas en un patrón trapezoidal. Las cuatro áreas quemadas eran visibles y tres de ellas presentaban huellas con patrones bien definidos. También fueron encontradas en el lugar pequeñas y superficiales marcas de forma circular; rotuladas como “pisadas” en el archivo de la Fuerza Aérea sobre el caso.

Supuestamente una porción de terreno en donde la arena había sido fusionada fue encontrada en el sitio y analizada por un científico del Servicio de Salud Pública, pero este análisis no figura en el archivo oficial.

Los primeros investigadores oficiales en la escena, el 25 de abril, fueron el Capt. Richard T. Holder, un alto mando de los Campos de Prueba de White Sands, y el agente del FBI D. Arthur Byrnes Jr., de la oficina de Albuquerque. El Mayor William Connor de Kirtland AFB y el Sgt. David Moody, quienes estaban en el área haciendo trabajos temporales, investigaron para el Libro Azul de la Fuerza Aérea el 26 de abril. El Dr. J. Allen Hynek personalmente condujo una investigación exhaustiva el 15 de agosto de 1964, hallando fuertes tipos de referencias favorables a Zamora. Lo que sigue es un extracto del reporte del Capt. Holder:

Cuando llegamos estaban presentes el Oficial Zamora, el Oficial Melvin Katzlaff, [y] Bill Pyland, todos del Departamento de Policía de Socorro, quienes colaboraron haciendo las mediciones pertinentes. Cuando completamos la examinación del área, el Sr. Byrnes, el Oficial Zamora, y yo, regresamos a la Oficina Estatal de Policía [en] Socorro, luego completamos los reportes. Ni bien llegamos a la oficina localizada en el Edificio del Condado de Socorro, fuimos informados por Nep López, el operador de radio de la oficina del Alguacil, de que aproximadamente tres reportes de una flama azul o luz en la zona habían sido hechos por teléfono... indicó que los tiempos habían sido muy similares.

El reporte del Mayor Connor incluye las siguientes notas basadas en su entrevista con Zamora:

El ruido fue un bramido, no una explosión. Nada que suene como un jet. Cambió de alta frecuencia a baja y luego se detuvo. El bramido duró posiblemente 10 segundos —iba yendo hacia el objeto por la tosca superficie de grava de la carretera. Al mismo tiempo que el bramido se sucede, avista la flama. La flama estaba debajo del objeto. El objeto comenzó a elevarse lentamente... La flama era una luz azul que terminaba en un color anaranjado. Pensó, debido al bramido, que podría explotar...

El Mayor Héctor Quintanilla, Director del Proyecto Libro Azul, tuvo un especial interés en el caso y en estos reportes. Estaba convencido que Zamora decía la verdad acerca de lo que había visto, y de que no había fraude alguno. En un escrito intitulado “Studies in Intelligence”, en 1967, Quintanilla resume el avistamiento:

Diagnóstico: Sin Resolver.
No hay duda que Lonnie Zamora vio un objeto que lo dejó impresionado. Tampoco hay cuestionamientos concernientes a la confiabilidad del testigo. Es un oficial de policía serio, un pilar de su iglesia, y un hombre versado en el reconocimiento de vehículos aéreos en su zona. Él está perplejo acerca de lo que vio y, francamente, nosotros también. Este es el caso mejor documentado en los registros, y aun no hemos sido capaces, a pesar de la minuciosa investigación, de hallar el vehículo u otro estímulo que hizo entrar en pánico a Zamora.

Durante el curso de la investigación e inmediatamente después, todo dentro de lo humanamente posible de verificar fue chequeado. La radiación en la zona del aterrizaje fue chequeada mediante Contadores Geiger de Kirtland AFB. El Centro de Control de Globos de Holloman AFB fue chequeado en busca de actividad de globos. Todas las estaciones locales y bases de la Fuerza Aérea fueron chequeadas por lanzamientos de globos atmosféricos. La actividad de helicópteros fue chequeada a través de todo el estado de Nuevo México. Aeronaves del gobierno y privadas fueron chequeadas. La división de reconocimiento del Pentágono fue chequeada. El Comando Postal de la Casa Blanca fue chequeado. El Comandante de Holloman AFB fue entrevistado detenidamente acerca de actividades especiales desde su base. Los controladores misilísticos de White Sands fueron entrevistados. Cartas fueron escritas a compañías industriales comprometidas con la actividad de investigación respecto a vehículos lunares. Las compañías fueron extremadamente cooperativas pero de ninguna utilidad. El Laboratorio de Materiales de la Fuerza Aérea analizó muestras de terreno del área de aterrizaje.

Los hallazgos fueron todos negativos. Ningún otro testigo pudo ser localizado. No hubo helicópteros o aeronaves no identificadas en la zona. Los radares en las instalaciones de Holloman AFB y Albuquerque no observaron blips inusuales; pero el radar MTI del área de operaciones de Holloman, más cerca de Socorro, había sido apagado en el día a las 1600 horas [4.00 p.m.]. No hubo actividad meteorológica especial, nada de tormentas. El clima estaba ventoso pero despejado. No hubo marcas de ningún tipo en el área, excepto las “huellas” superficiales que Chávez y Zamora encontraron. Los análisis de terreno no revelaron ningún material foráneo. La radiación era normal en las “huellas” y en las zonas aledañas. Los análisis de laboratorio efectuados en los matorrales quemados no mostraron químicos pertenecientes a residuos de propulsores.

El objeto estaba viajando a aproximadamente 120 millas por hora cuando desapareció sobre la montaña, de acuerdo a la mejor estimación de tiempo efectuada por Zamora. No a velocidad interplanetaria, de ningún tipo; y los hallazgos fueron negativos también en cuanto a indicios que el OVNI de Socorro fuera de origen extraterrestre o que representara una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.

Este es un claro ejemplo de un avistamiento bien reportado e investigado con información más que suficiente para una identificación, y aun así la identificación fue imposible. Incluso el Mayor Quintanilla admitió su derrota: no hay explicación para el avistamiento del Oficial Zamora. No obstante, según Quintanilla, no había evidencia de artefactos extraterrestres y no era una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Uno ciertamente podría preguntarse, ¿cómo llegó a esa conclusión considerando que el objeto no pudo ser identificado? Aparentemente el que la velocidad “no fuera interplanetaria” fue evidencia de que el objeto no era interplanetario.

El Mayor Quintanilla, siendo consistente con la posición oficial de la Fuerza Aérea respecto a los OVNIs, era escéptico en cuanto a la hipótesis extraterrestre, y su escepticismo no le permitió admitir que Zamora había realmente visto una nave alienígena.

Ha habido numerosos investigadores civiles del caso desde el artículo de Quintanilla. Un par de personas propusieron que lo avistado en Socorro fue un nuevo tipo (para ese entonces) de globo de aire caliente que con el calor de la flama causó el ruido y que se quemen las plantas en el suelo. Pero aceptar esta explicación requeriría rechazar la mayor parte del testimonio de Zamora y surgirían un montón de cuestiones como: ¿por qué Zamora no reconoció un simple globo? Esto demuestra que tan desesperados estaban y están algunos por evitar admitir que hay objetos no identificados volando por ahí.

Las investigaciones desde lo de Quintanilla han descartado cualquier posibilidad de que se tratara de un objeto hecho por el hombre o que fuera un fenómeno natural. ¿Qué nos queda?

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Hubo efectos físicos causados por este objeto, pasto quemado, y depresiones en el terreno. Uno de los aspectos más raros de la evidencia física obtenida fue la naturaleza del material quemado. Chávez se encontró con que el mismo estaba frío al tacto minutos después del evento. Por ende, las quemaduras no fueron hechas por el fuego de cohetes ordinarios, el cual habría consumido cualquier cosa con la cual entrara en contacto y desatado un incendio en los matorrales. Tal vez fue más una quemadura debida a una fuente de intensa radiación o aire extremadamente caliente (¿o a plasma?) que no duró lo suficiente como para calentar la parte interna de un objeto, pero si para “rostizar” la superficie exterior.

Otro extraño efecto, no mencionado en los reportes oficiales, fue notado por el Oficial Ted Jordan. Éste tenía una cámara y tomó fotos (35mm) en el sitio media hora después de lo sucedido. Al día siguiente, uno de los investigadores de la Fuerza Aérea le pidió el rollo con la promesa de darle duplicados de las fotos. Muchas semanas después, Jordan preguntó acerca de su rollo de fotos y le dijeron que no funcionó, que había sido arruinado por la radiación. El Sgt. Chávez tomó fotos que salieron bien, al día siguiente y con una Polaroid. Asimismo, un contador Geiger fue llevado al sitio casi 48 horas después. Éste no registró radiación excesiva alguna. ¿Podría ser que alguna forma intensa de radiación, que pudo afectar al rollo en la cámara, estuvo presente corto tiempo después del evento, pero disminuyó al día siguiente?

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Ciertamente lo que vio Zamora fue real, sólido, con estructura, manufacturado, una gran nave voladora con forma ovalada que no hacía ruido y se marchó luego de despegar. No lucía como una nave hecha por el hombre (o globo). Cabe destacar también a los humanoides avistados inicialmente por Zamora, el cual los describió como “niños” o seres de baja estatura.

El avistamiento por parte de Zamora de alienígenas en Socorro es generalmente considerado entre los más imponentes e interesantes Encuentros Cercanos jamás sucedidos. Sin dudas, fue un fascinante encuentro a corta distancia, apoyado por fuerte evidencia física y testimonial. De todas formas, la experiencia de Zamora no fue la única. Tales avistamientos fueron reportados en aquella época con gran frecuencia en Sudamérica y durante una oleada en Europa en 1954. Muchos de estos encuentros fueron igualmente bien substanciales. Lo que hace especial a lo sucedido en Socorro es meramente que pasó en Estados Unidos. El que los investigadores estadounidenses consideren al evento como un “clásico” encuentro con alienígenas tiene más que ver con un provincialismo nativo que con otra cosa.

El capítulo final de la historia de Socorro ocurrió durante el verano. El 31 de julio de 1964, los investigadores Ray Stanford y Richard Hall visitaron el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, para analizar en laboratorio los restos de metal hallados sobre las rocas del lugar de aterrizaje. El Dr. Henry Frankel, a cargo de la Sección de Sistemas Aeroespaciales de la NASA, llevó a cabo un análisis y corroboró lo dicho por Stanford acerca de que solamente la mitad del metal en la roca estaba raspado. Frankel declaró que algunas de las partículas lucían como si estuvieran fundidas cuando llegaron a la roca.

Cuando la roca le fue devuelta a Stanford, había sido limpiada. “No quedaba nada, no había ni siquiera una pizca de metal”, dijo Stanford. El 5 de agosto, llamó a Frankel, quien le contó que:

Las partículas constaban de un material que no podía darse por medios naturales... Esto definitivamente le da fuerza a la posibilidad de que el caso en Socorro haya sido protagonizado por un objeto de origen extraterrestre.

Frankel quedó con Stanford para que lo llame en una semana, así tendría más tiempo para analizar el metal. El 12 de agosto, Stanford se comunicó con la oficina de Frankel, pero solo pudo hablar con su secretaria, quien dijo que el Dr. no se encontraba disponible. Llamó de nuevo al día siguiente —sin suerte. Intentó nuevamente el día 17 y la secretaria de Frankel le dijo que “el Dr. Frankel no está preparado para hablar, en este momento, sobre la información que Ud. solicita”. Stanford, haciendo honor a su persistencia, trató de comunicarse infructuosamente con Frankel los días posteriores.

El 20 de agosto de 1964, Stanford recibió una llamada de Thomas P. Sciacca, Jr., de la Sección de Sistemas Aeroespaciales de la NASA. “Me han designado para que lo llame”, dijo Sciacca:

... y le reporte la conclusión oficial sobre el análisis a la muestra de Socorro. El Dr. Frankel no está más involucrado con el asunto, así que, en respuesta a sus repetidas solicitudes, le quiero dar a conocer los resultados del análisis. Todo lo que le fue dicho antes por el Dr. Frankel fue un error. Lo hallado en la muestra ha sido identificado como sílice, SiO2.

¿Cómo puede esperar uno obtener confirmación de algún tipo cuando enfrenta semejante sistema de ocultamiento de información y debunkeo?

Pero aún hay más. En 1968, el Dr. James E. McDonald, un físico atmosférico de la Universidad de Arizona, declaró que tenía conocimiento sobre una supuesta muestra de “arena fusionada” del lugar de aterrizaje en Socorro:

Una mujer que ahora es química radiológica con el Servicio de Salud Pública en las Vegas, estuvo involucrada en análisis especiales del material recolectado en el sitio de Socorro, y cuando estaba ahí, la mañana siguiente [Abril 25, 1964], ella dijo que el pedazo de arena del sitio de aterrizaje estaba derretido y re-solidificado. Hable con ella recientemente tanto por teléfono como personalmente aquí en Tucson.

La mujer había hecho los análisis a los fluidos exudados de las plantas quemadas y le mencionó a McDonald que:

Había unos pocos materiales orgánicos que no se pudieron identificar.

Pero la mayoría era solo savia. De acuerdo a McDonald:

Poco tiempo después de que ella finalizara su trabajo, personal de la Fuerza Aérea vino y tomó todas sus anotaciones y materiales, y le dijo que no iba a hablar nunca más sobre eso.

¿Más testigos?

El archivo de la Fuerza Aérea sobre Socorro contiene los nombres y direcciones de dos testigos adicionales, Paul Kies y Larry Kratzer de Dubuque, IA, que fueron registrados por el Dr. Hynek el 29 de mayo de 1968. De todas formas, nadie entrevistó a estos dos hombres hasta mayo de 1978.

Ralph C. DeGraw, un investigador de Iowa, reportó los resultados de su entrevista en la edición de septiembre de 1978 de su publicación, The UFO Examiner. Ese día, ellos (los testigos) iban conduciendo por un punto cercano a 1 milla (1.6 km) al sudoeste de Socorro, a eso de las 6.00 p.m., cuando se dieron cuenta de algo brilloso y una especie de nube o humo en las cercanías del pueblo. Luego, mientras conducían por el extremo norte de Texas, escucharon en el noticiario acerca del avistamiento de Zamora, y el significado de lo que habían visto se volvió aparente.

Kratzer dijo que observó “un objeto redondo, en forma de platillo o huevo ascendiendo verticalmente desde el humo negro... Luego de elevarse a través del humo, el objeto se niveló y se dirigió hacia el sudoeste”. Mencionó que el objeto era plateado y tenía una hilera de portezuelas en un costado y una marca en forma de “Z roja” al final. En ese tiempo el testigo pensó que podría tratarse de una aeronave experimental de despegue vertical. Kies solamente vio un punto brillante y humo.

Solo dos días después del caso de Socorro, y alrededor de 200 millas al norte, Orlando Gallegos, en las cercanías de La Madera, Nuevo México, vio un objeto metálico ovalado volando a baja altura a una distancia de 200 pies. Pudo ver una flama azul rodeando la parte inferior del objeto, la cual era silenciosa y tenía una longitud similar a la de un poste de teléfono. El comisario local, Martin Vigil, reportó marcas de quemaduras y cuatro huellas en el sitio.

Al mes siguiente, el 5 de mayo de 1964, en Comstock, Minnesota, un granjero avistó un objeto ovalado despegando del suelo y yendo hacia las nubes. Nuevamente quedaron depresiones y marcas en el lugar del aterrizaje. El día 18, en Hubbard, Oregon, un muchacho reportó un objeto plateado de un tamaño aproximado de 10 pies apoyado sobre cuatro patas en un campo de trigo. Éste hizo un pequeño ruido de “bip”, se elevó cerca de 20 pies, y luego ascendió verticalmente. Trigo aplastado fue hallado en el lugar.

Un par de incidentes ocurrieron en los Campos de Prueba de White Sands a finales de mayo de 1964, ninguno de los dos yendo al Libro Azul. El 22 de mayo, un OVNI fue seguido por radar; una semana después, el día 29, dos objetos que se desplazaban lentamente en el área, fueron registrados en el radar. Esta vez también hubo testigos que los avistaron visualmente y describieron con forma de “balón de fútbol americano”.

Fotos oficiales de la USAF sobre el caso

A continuación, fotos sobre el lugar del incidente tomadas por la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) para el Proyecto Blue Book:

Documento del FBI

Un documento del FBI recientemente obtenido mediante la Ley de Libre Información, registra el caso de Socorro. El mismo puede ser consultado AQUÍ:

Bibliografía:
» “Proyecto Libro Azul, la información secreta sobre OVNIs finalmente revelada”. Por Brad Steiger.
» “The UFO Evidence, Volume II”. Por Richard H. Hall.
» “UFO-FBI Connection”. Por el Dr. Bruce Maccabbe.
» “UFOs and the National Security State”. Por Richard Dolan.
Agradecimientos especiales:
» Mauricio Fuentes.

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