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Cada 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las Abejas, una fecha instaurada por las Naciones Unidas para visibilizar el rol fundamental que cumplen estos insectos en la biodiversidad, la producción de alimentos y la salud de los ecosistemas. La elección del día no es azarosa: coincide con el nacimiento de Anton Janša, un apicultor esloveno del siglo XVIII considerado pionero de la apicultura moderna.
Crédito: William Warby.
Janša fue uno de los primeros en estudiar el comportamiento de las abejas y defender su valor ecológico mucho más allá de la miel. Y es que estos insectos son responsables de la polinización de una enorme cantidad de especies vegetales. Se estima que el 75% de los cultivos que alimentan al mundo —como frutas, hortalizas, nueces y semillas— dependen en alguna medida de su labor. Además, cerca del 90 % de las plantas silvestres también necesitan a los polinizadores para reproducirse.
Su influencia no se limita al campo: sin ellas, se perderían alimentos clave para una dieta variada y saludable. Más allá del impacto en la producción, su desaparición también pondría en riesgo a numerosos animales que dependen de plantas polinizadas para sobrevivir, afectando así toda la red de la vida.
Anton Janša (1734-1773) fue un apicultor y pintor originario de Carniola, Eslovenia. Es reconocido como un pionero de la apicultura moderna y un gran experto en la materia. Aunque se formó como pintor, fue contratado como profesor de apicultura en la corte de los Habsburgo en Viena. Fue autor de numerosas monografías sobre apicultura.
El avance de la agricultura intensiva, la pérdida de hábitats naturales, el uso de agroquímicos y el cambio climático están entre las principales amenazas para las abejas. Según estudiosos del tema, la transformación de paisajes diversos en extensos monocultivos reduce los espacios donde estos insectos pueden anidar y encontrar alimento durante todo el año.
«Al transformarse grandes extensiones de hábitats naturales para implementar la agricultura industrial que cultiva unas pocas especies, las abejas pierden sitios de nidificación y fuentes de alimentación diversas y sostenidas a lo largo del año», señala Carolina Torres, doctora en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET).
Además, la experta advierte que el uso intensivo de pesticidas para controlar plagas en estos cultivos tiene un impacto directo sobre las abejas y otros insectos polinizadores. Algunas sustancias, por ejemplo, alteran el sistema nervioso de estos insectos, provocando desorientación o muerte.
«Estos dos factores, pérdida de hábitat y agroquímicos, son los más importantes y ubicuos no solo en nuestra región, sino a nivel mundial», añade.
Otro elemento de peso es el cambio climático, aunque acá, especifica Torres, «se cuenta con mucha menos evidencia científica sobre los impactos concretos sobre las distintas especies».
Si las abejas desaparecieran, el impacto no se limitaría a los ecosistemas naturales. La producción de muchos cultivos bajaría notablemente y algunos dejarían de ser viables. Por ejemplo, productos como el zapallo y el kiwi dependen casi exclusivamente de la polinización por abejas. Aunque otros cultivos como la soja o el girasol son menos dependientes, su rendimiento también se vería afectado.
Además, sin polinizadores, el costo de los alimentos aumentaría, habría menor disponibilidad de frutas y verduras frescas y la calidad nutricional de las dietas podría empeorar, afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables.
A nivel individual, cada persona puede contribuir con acciones simples pero efectivas:
Como apicultores o productores agropecuarios, se pueden adoptar prácticas más amigables con los polinizadores:
Desde los gobiernos y quienes toman decisiones, también hay medidas clave:
Cuidar a las abejas no es solo una cuestión ecológica: es también una apuesta por la seguridad alimentaria, la economía y el bienestar futuro. En un mundo marcado por crisis ambientales y pérdida de biodiversidad, proteger a estos pequeños polinizadores es proteger una pieza clave de la vida tal como la conocemos.
Este 20 de mayo, el llamado es claro: inspirarnos en la naturaleza y asumir que cada gesto cuenta. Porque el futuro de las abejas está estrechamente unido al nuestro.
Referencias:
Por MysteryPlanet.com.ar.
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