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La configuración original de los megalitos amplificaba cualquier ruido que se reproducía en su interior, y lo contenía allí tal como si fuera una pared de aislamiento acústico.
A esta conclusión han llegado los investigadores de la Universidad de Salford, quienes recrearon un modelo a escala (1:12) del famoso monumento británico para simular el desplazamiento del sonido. Los resultados de su estudio sugieren que el diseño de la estructura de rocas lograba amplificar las voces y mejorar la resonancia de la música dentro del monumento.
La réplica diseñada, llamada Stonehenge Lego, recreó las 157 piedras que formaban parte del sitio hace aproximadamente 4.200 años, con el agregado de parlantes y micrófonos en varios puntos internos y externos.
«Sorprendentemente, considerando que Stonehenge no tiene techo y hay muchos espacios entre las piedras, la acústica es más como una habitación cerrada, como un cine, en lugar de un espacio al aire libre», explicó Trevor Cox, autor principal del estudio.
Debido a la disposición de las piedras, cualquier ruido que se producía en Stonehenge no se proyectaba más allá del campo circundante del monumento e, incluso, se considera que ni siquiera las personas que estaban cerca del círculo de megalitos podían percibirlo con claridad. Asimismo, los sonidos no hacían eco en la maqueta.
«El modelo tiene una representación más precisa de la geometría prehistórica […] La forma en que se utilizó Stonehenge es muy discutida, pero estos resultados muestran que los sonidos mejoraban dentro del círculo en comparación con el exterior», concluyeron los investigadores.
Esta no es la primera vez que se registran efectos acústicos en la maravilla británica. Por ejemplo, en el pasado se ha demostrado que el monumento genera un zumbido cuando hay fuertes vientos.
En 2017, investigadores del London's Royal College of Art hallaron que las piedras azules ígneas producían un fuerte sonido metálico al ser golpeadas, algo que tal vez los constructores de Stonehenge asociaron con poderes místicos o de sanación. Esto podría explicar por qué algunas de estas piedras fueron transportadas largas distancias; probablemente extraídas de un cantera galesa cercana al pueblo de Maenclochog (cuya traducción es justamente «roca resonante»), donde este tipo de piedra azul fue utilizado como campana de iglesias hasta el siglo 18.
Todo esto apunta a que situarse dentro del monumento debió representar una asombrosa experiencia acústica en tiempos antiguos.
Fuente: ARS Technica. Edición: RT/MP.
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