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Un equipo internacional de astrofísicos ha descubierto algo completamente nuevo escondido en el centro de la Vía Láctea.
A principios de la década de 1980, el experto Farhad Yusef-Zadeh de la Universidad Northwestern descubrió filamentos gigantescos unidimensionales que colgaban verticalmente cerca de Sagitario A*, el agujero negro supermasivo central de nuestra galaxia. Ahora, el mismo investigador y sus colaboradores han descubierto una nueva población de filamentos, pero estos hilos son mucho más cortos y se encuentran de forma horizontal o radial, extendiéndose como los rayos de una rueda desde el agujero negro.
Aunque las dos poblaciones de filamentos comparten varias similitudes, Yusef-Zadeh asume que tienen orígenes diferentes. Mientras que los filamentos verticales recorren la galaxia, elevándose hasta 150 años luz de altura, los filamentos horizontales se parecen más a los puntos y rayas del código Morse, puntuando solo un lado de Sagitario A*.
«Fue una sorpresa encontrar de repente una nueva población de estructuras que parecen apuntar en la dirección del agujero negro», dijo el experto. «Estaba realmente atónito cuando vi esto. Tuvimos que trabajar mucho para establecer que no nos estábamos engañando a nosotros mismos. Y descubrimos que estos filamentos no son aleatorios sino que parecen estar vinculados a la salida de nuestro agujero negro. Al estudiarlos, podríamos aprender más sobre el giro del agujero negro y la orientación del disco de acreción. Es satisfactorio cuando uno encuentra orden en medio de un campo caótico del núcleo de nuestra galaxia».
El nuevo descubrimiento puede ser una sorpresa, pero Yusef-Zadeh no es ajeno a descubrir misterios en el centro de nuestra galaxia, ubicado a 25,000 años luz de la Tierra. El último estudio se basa en cuatro décadas de su investigación.
Después de hallar por primera vez los filamentos verticales en 1984, Yusef-Zadeh junto con Ian Heywood y sus colaboradores identificaron más tarde dos gigantescas burbujas emisoras de radio cerca de Sagitario A*. Luego, en una serie de publicaciones en 2022 —en colaboración con Heywood, Richard Arent y Mark Wardlem—, reveló casi 1000 filamentos verticales que aparecieron en pares y grupos, a menudo apilados a la misma distancia o uno al lado del otro como cuerdas en un arpa.
Yusef-Zadeh atribuye la avalancha de nuevos hallazgos a la mejora de la tecnología de radioastronomía, en particular al telescopio MeerKAT del Observatorio de Radioastronomía de Sudáfrica (SARAO). Para identificar los filamentos, el equipo de Northwestern utilizó una técnica que permitió eliminar el fondo y suavizar el ruido de las imágenes de MeerKAT para aislar los filamentos de las estructuras circundantes.
«Las nuevas observaciones de MeerKAT han cambiado las reglas del juego», dijo. «El avance de la tecnología y el tiempo de observación dedicado nos han brindado nueva información. Es realmente un logro técnico de los radioastrónomos».
Después de estudiar los filamentos verticales durante décadas, Yusef-Zadeh se sorprendió al descubrir sus contrapartes horizontales, que estima que tienen unos 6 millones de años. «Siempre hemos estado pensando en los filamentos verticales y su origen. Estoy acostumbrado a que sean verticales. Nunca consideré que podría haber otros perpendiculares al plano».
Si bien ambas poblaciones comprenden filamentos unidimensionales que se pueden ver con ondas de radio y parecen estar vinculados a actividades en el centro galáctico, las similitudes terminan ahí:
«Una de las implicaciones más importantes del flujo de salida radial que hemos detectado es la orientación del disco de acreción y el flujo de salida impulsado por chorro de Sagitario A* a lo largo del plano galáctico», dijo Yusef-Zadeh.
El nuevo descubrimiento está lleno de incógnitas y el trabajo de Yusef-Zadeh para desentrañar sus misterios acaba de comenzar. Por ahora, solo puede considerar una explicación plausible sobre los mecanismos y orígenes de la nueva población.
«Creemos que deben haberse originado con algún tipo de escape de una actividad que ocurrió hace unos millones de años», comentó. «Parece ser el resultado de una interacción de ese material saliente con objetos cercanos. Nuestro trabajo nunca está completo. Siempre necesitamos hacer nuevas observaciones y desafiar continuamente nuestras ideas y reforzar nuestro análisis».
El estudio detallando el hallazgo ha sido publicado en The Astrophysical Journal Letters.
Fuente: Northwestern. Edición: MP.
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