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¿Qué podría salir mal?
Los científicos han modificado genéticamente las criaturas conocidas como arañas patonas (fólcidos) para crear una versión mutada contraria a su nombre: con patas cortas.
Según informa CNET, se trata de un esfuerzo por estudiar cómo evolucionan los genomas de los arácnidos con el tiempo y por qué sus espeluznantes patas crecen tanto en primer lugar.
Los medios de comunicación han presentado en gran medida el resultado de este experimento como «adorable»; pero, más allá de reforzar nuestra comprensión de la genética, hay que reconocer que las imágenes de las monstruosidades hackeadas genéticamente son francamente perturbadoras (y no es que el grupo de control, sin modificaciones genéticas, sea exactamente adorable).
El equipo, dirigido por Guilherme Gainett de la Universidad de Wisconsin-Madison, primero secuenció el genoma del insecto, que era una de las más de 6.000 especies conocidas de fólcidos, llamados cosechadores —que técnicamente son primos cercanos de las arañas—.
Luego, utilizaron una técnica llamada «interferencia de ARN» para apagar un par de genes asociados con el desarrollo de la pata en cientos de embriones de la criatura.
El resultado espeluznante: seis de las ocho patas de los cosechadores estaban subdesarrolladas y eran mucho más cortas, como se detalla en el artículo publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B. Las extremidades también perdieron sus tarsómeros, lo que les da la capacidad de agarrar palos.
«El genoma de las patas largas tiene un gran potencial para aclarar la compleja historia de la evolución del genoma del arácnido y el plan corporal, así como para revelar cómo las arañas patonas llegaron a tener esta característica única», dijo Gainett a CNET.
«De cara al futuro, estamos interesados en comprender cómo los genes dan lugar a características novedosas de los arácnidos, como los colmillos de araña y los aguijones de escorpión, y también aprovechar el genoma para desarrollar los primeros fólcidos cosechadores transgénicos», agregó.
Para los aracnofóbicos entre nosotros, esperemos que los científicos no terminen con monstruosas piernas largas la próxima vez que decidan diseñar genéticamente a las criaturas.
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