La capa de ozono sobre la Antártida se ha recuperado, alejando las preocupaciones sobre cambios en la atmósfera del hemisferio sur. La actividad humana tomada para corregir los contaminantes que en principio provocaron el daño, parece haber surtido efecto.

A partir de la firma del protocolo de Montreal de las Naciones Unidas en 1987, los productos químicos artificiales identificados como malignos —que se utilizaban en heladeras, aerosoles y en distintos procesos industriales—, comenzaron a eliminarse gradualmente.

De acuerdo con el artículo de la revista Nature, las medidas tomadas a partir de la reunión de 1987 han permitido pausar el movimiento de la corriente de aire del sur tanto que hasta incluso el agujero de ozono ha comenzado a cerrarse. En septiembre de 2019, las imágenes satelitales revelaron que el agujero de ozono se había reducido a 16,4 millones de kilómetros cuadrados, que es la menor extensión desde 1982.

«Esto demuestra que el protocolo de Montreal ha logrado la recuperación de la capa de ozono», aseguró la autora principal del estudio, Antara Banerjee, que trabaja en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y es miembro de la Universidad de Boulder, en Colorado, Estados Unidos.

Efectos colaterales

Revoloteando hacia los polos de nuestro planeta, a una gran altitud, existen vientos rápidos conocidos como corrientes de chorro. A finales del siglo pasado, el deterioro de la capa de ozono había desplazado las corrientes en el polo austral más al sur que de costumbre. Esto terminó provocando cambios en los patrones de lluvias y potencialmente también de las corrientes oceánicas.

Aproximadamente una década después que el protocolo fuera firmado, la migración de la corriente comenzó a detenerse. ¿Coincidencia?

Claro que no. Utilizando una serie de modelos y simulaciones computarizadas, los investigadores han demostrado que la pausa en el movimiento no fue causada por cambios naturales de los vientos, sino más bien por los cambios y recuperación de la capa de ozono.

En otras palabras, el impacto del Protocolo de Montreal ha detenido, e incluso revertido, la migración al sur de la corriente de chorro. Este es definitivamente una buena noticia, pero, ¿qué consecuencias tendrá?

En la Patagonia —argentina y chilena— se espera que haya más lluvias y menos luz ultravioleta dañina. En el caso de Australia, el panorama no podría ser mejor considerando lo sucedido hace unos meses: se espera que haya menos sequía porque la corriente devolverá las lluvias al continente.

Fuente: ScienceAlert/Phys.org. Edición: LN.

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